CORAZÓN ATORMENTADO. No.8️⃣/SERIE HOMBRES DE LA SIERRA.

CAPÍTULO 55 PERDIENDOLA

Lucas Salas respiraba con dificultad, había detonado otra carga de explosivos, había visto como los hombres salían corriendo y aunque él los había llamado a gritos ninguno le había prestado atención. No importaba, se dijo, el aire se empezaba a despejar, no iba a sucumbir ante Santiago Moran, aunque podía hacerlo no iba a hacer esa llamada. No iba a detener las explosiones, estaba seguro de que Santiago se rendiría primero, sus hombres tenían que regresar y entonces lo sacarían.

*****
Roberth escucho el estruendo, instintivamente aferro a Lidia y la envolvió entre sus brazos, escombros llovían por todos lados, pensó que lo peor había pasado, cuando sintió que el suelo a sus pies cedía y ambos caían, el trató de protegerla, pero se le escapó de las manos, sentía como caía sobre algo sólido, intentó buscar a Lidia, pero inmediatamente después caían sobre el un montón de tierra y escombros.

El dolor en todo su cuerpo era intenso, pero no tenía tiempo para prestar atención a eso, con dificultad se liberó de todo aquello que lo aprisionaba, ahora no sólo tenía herida su pierna, sentía como sangraba su cabeza, uno de sus hombros estaba dislocado y sentía como si todas sus costillas estuvieran facturadas, pero no se concentraría en eso, su prioridad era encontrar a Lidia, como pudo se liberó de lo que le estorbaba y empezó a moverse por entre la pila de tierra, madera y piedras.

Con angustia, la llamó... No obtenía respuesta, su visibilidad era casi nula, sentía, que se ahogaba entre esa nube de polvo, por fin la escuchó quejarse, sin dudarlo se dirigió hacia ella, por fortuna un gran madero había, caído casi encima, de ella quedando recargado en la pared a escasos, centímetros de su cuerpo, pero eso la había, salvado de quedar sepultada entre los escombros. Como pudo se arrastró hacía, ella.

_ ¿Estás bien? - preguntó angustiado, apartando el pelo que le cubría la cara. Al hacerlo se dio cuenta de que estaba sangrando, tenía un golpe en la cabeza.

_ Tú... ¿cómo estás? - dijo con voz, entrecortada.

_ Estoy aquí. - dijo tocando su rostro con su mano sana. La verdad, sentía que no podía más, pero no podía darse el lujo de dejar de luchar ahora.

Ella le sonrió, pero él se dio cuenta de que sus fuerzas, estaban desapareciendo.

_ ¡Lidia! ¡Mírame! - la llamó angustiado.

Ella reaccionó y lo miró, quiso esbozar una sonrisa, pero ya no le era posible.

_ No te rindas. - pidió él al borde de la desesperación.

Miró a su alrededor, habían caído varios metros, si los hombres que estaban fuera llegaban hasta ellos, bien podían alcanzarlos sin mucha dificultad, con desesperación buscó su sistema de comunicación, pero ya no lo traía y era imposible encontrarlo en aquel caos, no podía pedir ayuda a James, ya no lo escuchaba.

Tenía que hacer algo, no podía dejar que ella muriera, tenía que acercarla a la pared más cercana al túnel de acceso que quedaba metros arriba, pero antes tenía, que hacer algo para acomodar su hombro dislocado, no era la primera vez que lo haría y quizás ni la última.

Cuando por fin lo logró, estuvo a punto de desmayarse, posiblemente eso afectaría, sus, demás lesiones, no lo sabía, pero lo que sí sabía era que el dolor era insoportable, pero no importaba, ella era primero.

Los minutos parecieron horas, Roberth intuía que el acceso a donde ellos habían estado no estaba obstruido por completo, no podía moverse de su lugar porque no quería, apartarse de Lidia, pero lo que alcanzaba a ver, le decía que los hombres de fuera bien podían intentar otro rescate, lo malo era que el lugar donde ellos se encontraban era totalmente inestable, los túneles abajo de ellos, poco a poco estaban cediendo, se escuchaba el crujir de la madera y del material a su alrededor y debajo de ellos, en cualquier momento, o caían más abajo o se les venía todo encima, en realidad sus expectativas no eran muy alentadoras, además al mover a Lidia, se había dado cuenta de que tenía otra herida en un costado, quizás era una costilla fracturada.