CAPÍTULO 24 CELOS

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Roberth miró desde la distancia a Lidia. Junto con Gloria, era una de las madrinas de Laura. La miró con nostalgia, desde hacía una semana que no la veía, Laura había insistido en tenerla junto a ella para que le ayudara con los últimos detalles de los preparativos de su boda y él no se había podido negar cuando ella solicitó permiso para marcharse al departamento de Damián en donde ella vivía.

A pesar de que se veían poco en la casa, la había extrañado, se había acostumbrado a saber que estaba ahí, aunque no la viera. El procuraba darle su espacio por temor a asustarla y que se marchara. Había visto con agrado que últimamente sonreía más y hablaba más con el personal de la casa, sobre todo con Consuelo su ama de llaves, una mujer ya mayor y que supuestamente era a quien ella iba a ayudar en sus tareas de dirigir la casa, para después sustituirla. Sin embargo, Consuelo parecía no querer soltar su puesto y Lidia había tenido que conformarse con ser su ayudante. Roberth había disfrazado este hecho diciéndole que antes de tomar su puesto tenía que aprender acerca del manejo de la casa y que este tiempo estaría aprendiendo a hacerlo algo que hasta el día de hoy seguía haciendo sin protestar.

En realidad, no quería relevar a Consuelo y no la quería a ella como ama de llaves, la quería como su esposa, como dueña y señora de esa casa, pero le era imposible decírselo ahora, primero tendría que conquistar su corazón, dejar que olvidara a Alfonso y hacer que ella lo amara como él ya lo hacía.

Se dio cuenta de que ella lo miraba desde la mesa de los novios. Él le sostuvo la mirada hasta que ella la bajo apenada. Esto lo llenó de ternura, sentía que la amaba y que tenía que protegerla. Sabía que sería difícil llegar hasta ella, porque había amado a su esposo de verdad y seguramente sentía que lo traicionaba si iniciaba otra relación, pero el sería paciente. Sabía que cuando menos él no le era totalmente indiferente a ella.

*****
Lidia miró con admiración a Roberth ambos regresaban de la boda de su hermana.

El piloteaba la avioneta en la que se transportaban, se preguntó cuanta cosa más no sabría hacer, era un dechado de virtudes y era imposible de ignorar, era tremendamente atractivo, era paciente, amable y muy atento con ella, tanto que ya estaba dando de qué hablar en la casa, si bien se llevaba bien con la gente que trabajaba para él, había dos empleadas que la veían de mala manera, eran jóvenes y bonitas y ella pensaba que vivían enamoradas de él, ¿y quién no lo haría?, aun así, ellas no lo ocultaban y buscaban el menor pretexto para verlo o cruzar palabra con él, en las pocas ocasiones en que él se paraba por ahí.

_ Fue una boda muy emotiva. - la, sacó Roberth de sus cavilaciones.

_ Si. - contestó. _fue hermosa, aún no puedo creer que sigamos unidas con esa familia.

_ ¿Quisieras que no fuera así? - la miró con curiosidad.

_ No es eso. - dijo arrepentida de su comentario. _ Mi hermana siempre huyó de ellos, de su influencia y ahora sé por qué. - dijo con tristeza. _ y yo siempre estuve unida a ellos por ser esposa de Alfonso, pero como ya sabes y me avergüenza recordarlo no me porté bien y en los últimos tiempos también viví alejada de ellos, y la verdad no pensé recibir su perdón, mucho menos que me aceptarán de nuevo y que me siguieran viendo como parte de su familia.

_Tengo entendido que eso ya quedo en el pasado. - la miró con ternura, ella aún sentía culpa. _ ellos te aprecian de verdad, saben que no tenías opción y aun así hiciste lo que estaba en tus manos por ese niño.

Ella asintió, era cierto lo que él decía, pero eso no quitaba el sufrimiento que el pequeño hijo de Santiago había pasado, quizás no hubiera podido impedir que su suegra se desquitara con él, pero si tan solo hubiera hablado con Santiago, si le hubiese informado lo que sucedía. Aunque según palabras de Nicolás su sobrino no hubiera servido de nada, en esa época Santiago estaba tan herido, tan perdido en su dolor, que no la hubiese escuchado, como no lo escuchó a él.

De cualquier forma, ahora estaba más tranquila, Nicolás había estado presente en la boda de su tío y por primera vez Santiago se había enterado por boca de él, de que ella lo había ayudado en incontables ocasiones a mantener alejado al pequeño de su destructiva familia, y aunque Santiago ya la había perdonado tiempo atrás, ahora le había reiterado su apoyo, no sin antes agradecerle con sinceridad lo que había hecho.

_ Pensé que te quedarías unos días más en el rancho. - la volvió a sacar de sus cavilaciones.

_ No tenía caso. - dijo. _ mi hermana ya no está y aunque todos son buenos y amables conmigo, es difícil para mí, porque siempre estuve en ese lugar con Alfonso y ahora no está.

_ Lo entiendo. - dijo arrepintiéndose de llevarla de nuevo al recuerdo de ese hombre.

_ De cualquier forma pude disfrutar de la felicidad de mi hermana. - sonrió. _ ya se lo merecía.

_ No podía, quedar en mejores manos. - dijo Roberth seguro. _ Damián cuidará de ella. La ama de verdad.

Ella asintió. Estaba feliz por Laura y se recordó que ella ya no podía aspirar a esa felicidad, Alfonso se había ido, ya no podría experimentar el calor y la seguridad que él le hacía sentir cuando estaba con su familia, <<sin embargo>> Pensó. <<había otro hombre que tampoco la había dejado sentirse tan sola y desamparada>> Roberth se había hecho presente para acompañarla en innumerables ocasiones y aunque se encontrara retirado de ella sentía su presencia, su mirada protectora, quizás era su imaginación, pero cuando menos en ese tiempo y en ese lugar, había sentido su cercanía, su protección, y su soledad no se había hecho tan patente.

Con temor se dio cuenta, de que se estaba enamorando de ese hombre, tendría que alejarse de él. Ahorraría lo suficiente como para poder salir de esa casa e independizarse, él le pagaba muy bien, si tan solo Alfonso la hubiese dejado trabajar, con ese sueldo fácilmente hubieran podido rentar una casa o un departamento y se habrían evitado tantas cosas, la principal no hubieran estado cerca de su hermana y quizás los acontecimientos hubiesen sido otros, pero ya no valía la pena pensar que hubiese sucedido, las cosas se habían dado de esa manera y ahora ella estaba sola luchando por salir de esa oscuridad y seguir adelante.

Reconocía que Roberth estaba jugando un papel muy importante, simplemente no la dejaba caer en esa conmiseración, en ese estado depresivo que la había envuelto después de la muerte de su esposo y de enterarse de sus perversas, intenciones para con su hermana.

Lo miró de nuevo, él estaba atento a los instrumentos del panel de control de la nave, se preguntó si su corazón ya estaría ocupado, había observado que con frecuencia era acompañado por una hermosa mujer, en ocasiones llegaba con él y se encerraban en su oficina, en donde permanecían por horas, incluso a veces se les hacía tan tarde que ella se quedaba a dormir en la casa. Consuelo decía que ella dormía en una de las habitaciones de huéspedes, pero el que ella tuviera su habitación aparte no quería decir que no pasaran la noche juntos y eso la molestaba, aunque sabía que no tenía por qué ser así. Él era solo su jefe.

CORAZÓN ATORMENTADO. No.8️⃣/SERIE HOMBRES DE LA SIERRA. Where stories live. Discover now