CAPÍTULO 45 LECCIÓN

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_ ¿Cómo sabías? - preguntó Javier a Román mientras bebía de la copa de vino que él le tendió.

_ Conozco a las de su tipo.

_ ¿Y era necesario todo eso? - lo miró con resentimiento

_ Temía que te estuvieras enamorando de ella, era muy persuasiva.

_ Te atraía ¿verdad? - lo miró suspicaz

_ No voy a contestar. - desvío la mirada.

_ Solo era cuestión de que me lo dijeras, yo me habría hecho a un lado.

_ Las mujeres como ella no valen la pena. - lo miró de nuevo. _no saben amar y menos saben ser fieles, no es lo que quiero para mí y tampoco me gustaría para ti.

_ Gracias. - dijo con tristeza, aunque estaba de verdad agradecido. Desde el principio sabía la clase de mujer que era Nora y también sabía que estaba con él solo porque era a quien había podido contactar primero, él era la vía para llegar a Román, su objetivo principal siempre había sido su jefe, sin embargo, nunca se imaginó que intentaría asesinarlo, si tan solo el arma hubiese estado cargada, seguramente ya no estaría en esta tierra.

Recordó como después de que Román se marchara y que ella se diera cuenta del error que había cometido, se volvió hacia él disculpándose, había intentado hacerle creer que se había tratado de un simple juego.

_ Te creo. - le había dicho él. _ pero ahora vamos a jugar otro juego, luego había llamado a uno de sus hombres y se la había entregado.

_ Mi novia quiere jugar. - había dicho entregándosela, sin importar las protestas de ella. El hombre lo había mirado sin creer lo que su jefe estaba haciendo.

_ ¿De verdad? - había preguntado atónito

_ De verdad. - había dicho él dando la media vuelta y dejándola con ese hombre y otros más que se le unieron.

Sabía lo que harían con ella, pero no valía la pena liberarla, era una zorra, había matado a una mujer a sangre fría, les había entregado a otra y también la hubiese asesinado si Román no se lo hubiese impedido y lo peor, lo hubiese matado a él, a quien decía querer ¿Cuántas vidas más hubiese tomado si se lo permitían? No, no estaba arrepentido de entregarla.

*****
Sara estaba feliz, por fin se desharía de esa mujer, después de un tiempo Roberth ni siquiera se acordaría de ella, y esperaba que nadie del trabajo lo hiciera, no deseaba que la empezaran a buscar y dieran con ella, sería mejor si esos hombres le quitaran la vida, todos pensarían que se había marchado por su propia voluntad y ella no estaría con el pendiente de que, de pronto apareciera de nuevo.

Por un momento había sentido temor de que las cosas no salieran bien, cuando esos hombres le dijeron que el trato no había sido con ellos, pero luego vio con alivio que aparecía Nora, la mujer que la había convencido para hacer desaparecer a Lidia.

No supo en qué momento sucedió todo, sólo alcanzó a ver la mirada burlona de Nora y de inmediato un dolor agudo penetro su pecho, luego las fuerzas la abandonaron y cayó al suelo.

Escuchó el alboroto que se armó a su alrededor, pero no era capaz de moverse o articular palabra. Sus sentidos empezaron a fallar, luego nada.

*****
Sara sentía aquel dolor lacerante que atenazaba su cuerpo, no lograba mover ni un musculo, sin embargo, podía escuchar todo lo que ahí sucedía, no supo en qué momento la habían sacado de la casa en donde Nora le había disparado, pero ahora suponía, que se encontraba a la intemperie, sentía el frío de la noche congelar sus miembros, también podía sentir la tierra bajo su cuerpo, seguramente la habían aventado en algún lugar cerca de donde un grupo de hombres estaba reunido, porque los escuchaba, pero también escuchaba los gritos de una mujer, era Nora, ellos se estaban divirtiendo a costa de ella.

Sara hubiera querido taparse los oídos para no escuchar, pero le era imposible, y aunque esa mujer le había disparado para deshacerse de ella, aun así, no le deseaba lo que sea que le estaba pasando.

Por fin después de varias horas, Sara se dio cuenta de que el alboroto había terminado, hacía rato que los hombres no se escuchaban, quizás se habían marchado o simplemente se habían quedado dormidos o inconscientes de borrachos, lo que sí escuchaba eran los sollozos apagados de Nora, la habían puesto cerca de ella, seguramente a ella la consideraban muerta porque nadie le prestaba atención, no sabía si agradecer ese hecho porque no quería correr la misma suerte que Nora o si lamentarse, porque nadie le prestaría auxilio y moriría irremediablemente, su cuerpo se debilitaba cada vez más y ella no podía hacer nada por evitarlo.

Después de varios minutos que a ella le parecieron eternos, escuchó voces, alguien se acercaba.

_ Espero que hayas aprendido la lección - dijo Javier a Nora que lo miraba con furia.

_ ¡Eres un maldito! - gritó furiosa. No se abalanzó sobre él, porque no le quedaban fuerzas para hacerlo. _ los dos son unos malditos. - gritó de nuevo.

_ Te recuerdo que intentaste matarme. - la encaró Javier. _ deberías de saber que con nosotros no se juega. ¿De verdad creíste que Román me traicionaría? - la miró con desprecio.

_ Eres un pobre idiota. - dijo con voz entrecortada, se sentía mal y no le quedaban fuerzas, pero no se dejaría vencer. _ eres un perdedor, siempre estarás a la sombra de Román, jamás serás nadie sin él y tú. - miró a Román con furia, eres otro pobre idiota, porque cuando él se canse de jugar al criado fiel, te va a traicionar. Cuando lo haga recuerda que yo te lo dije.

Román rió por lo bajo, sin apartar su mirada de ella.

_ Si crees que vas a lograr enemistarnos, estas muy equivocada. - dijo con diversión. _ Javier es mi mejor amigo y yo moriría con gusto por él.

_ Ni tu ni nadie logrará que nosotros peleemos. - dijo Javier. Nadie vale lo que vale nuestra amistad. ¿Sabes que solo hubiera bastado con que él me lo dijera y yo le hubiera dejado el camino libre hacia ti?

_ Los dos son unos ilusos. - río ella casi sin fuerzas ya. _ los dos creyeron que me interesaban de verdad?

_ La ilusa eres tú. - dijo Javier. _ ¿pensaste que podías venir y meterte entre nosotros, así como así? Nadie entra a nuestro territorio si nosotros no lo permitimos, ¿creíste que por tu cara bonita bajaríamos la guardia?, ¿de verdad pensaste que nos utilizarías? Lo único que lograste fue que yo pasara un rato agradable y que tuviéramos algo, que hace mucho tiempo queríamos, nos diste el arma para presionar a nuestro enemigo. Eso fue todo, ni Román ni yo somos unos idiotas, te lo aseguro, ¿crees que no sabíamos cuál era tu propósito al entregarnos a esa mujer? Tu interés era sacarla de la vida de su prometido, él era tu meta y nosotros solo éramos el medio para llegar.

_ Esa bruja no era, su prometida, era solo una sirvienta. - dijo furiosa, se daba cuenta de que nunca los había engañado y lo peor, que de haber logrado su propósito y hubiera regresado a la ciudad, jamás hubiese podido escapar de ellos, porque ellos ya la tenían localizada, quizás desde la primera vez que contacto con ellos, un escalofrío recorrió su cuerpo, sabia, que estaba perdida, supo en ese instante que nunca podría escapar de ellos, aún si la dejaban con vida, pero eso era ya imposible, ya se lo habían dicho cuando dijeron que no querían testigos refiriéndose a Sara, ahora entendía que también lo habían dicho por ella. Lo que más le dolía era saber que esa sirvienta se saldría con la suya, ellos no pensaban deshacerse de Lidia como pensaban deshacerse de ella, sabía que estando con vida tarde o temprano Roberth daría con ella y la rescataría. La odió, la odió más que nunca, porque ella estaba perdiendo la vida por Roberth y esa odiosa mujer sin haber hecho nada se quedaría con él, se casarían y seguirían sus vidas como si ella jamás hubiese existido. _ ¡Malditos! - gritó fuera de sí. ¡Malditos todos! - lloró de frustración. _ algún día van a pagar por esto. - dijo derrotada.

_ Algún día. - dijo Javier. _ pero no ahora, ahora te toca pagar a ti. - hizo una seña a uno de sus hombres que se hallaba a varios metros de distancia.

El hombre se acercó y ellos se marcharon.

CORAZÓN ATORMENTADO. No.8️⃣/SERIE HOMBRES DE LA SIERRA. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora