Murmullos del agua

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 Se había refugiado en alguna construcción de alguna ciudad tan olvidada como él mismo, y no había vuelto a salir jamás. Oculto entre las ruinas, no deseaba ser descubierto por ningún ser viviente.

 Pero las pocas veces en que así ocurría, se quedaba quieto, los atraía con su canto particular, idéntico al murmullo del agua; cuando los tenía lo suficientemente cerca los envolvía con sus tentáculos y los hacía desaparecer en el interior de aquel enorme remolino que era su estómago. 

 Pensaba en que, de no haberse convertido en semejante criatura, jamás habría descubierto lo deliciosa que era la carne humana.

De lo que susurran las paredesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora