IX

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𝑪𝒂𝒑í𝒕𝒖𝒍𝒐 9: 𝑫𝒐𝒍𝒐𝒓

𝑪𝒂𝒑í𝒕𝒖𝒍𝒐 9: 𝑫𝒐𝒍𝒐𝒓

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— ¡C-capitana!

Estaba jadeando, respirar por la nariz era una acción casi imposible por la adrenalina que sentía en ese momento. El galope de los caballos era lo que sonaba como apenas un susurro en aquel diluvio que no dejaba nada a la vista. Todo el escuadrón estaba a salvo, 10 personas regresarían a casa esta noche y eso no era suficiente para la rubia.

Evergarden frenó de golpe provocando que los soldados imitaran su acción, desmontó con rapidez.

— Dame el repuesto de tus cuchillas —ordenó al soldado más cerca que vio, un hombre de cabellos grises y una cicatriz en el ojo. Se acercó a él con prisa que no reaccionaba del todo, terminó haciendo el trabajo por él— ¿Nombre?

Leonard —vaciló un poco, cuando la rubia alzó la mirada colocando los repuestos en su lugar, notó la mirada de miedo que tenía aquel hombre— No nos deje solos, por favor —rogó esperanzado por ese azul profundo, su mirada se posó en los nueve soldados restantes, ropa empapada gracias a la lluvia, manos rojas por la fuerza que ejercían a la correa de sus caballos y finalmente en su rostro escurría la llovizna y sus ojos miraban esperanzados a la líder de escuadrón. Alzó la mirada nuevamente a Leonard, el contraste de alturas provocaba una escena más tensa, el montado en el semental y ella de pie en la tierra.

— Así como ustedes están vivos, necesito ayudar al resto de sus compañeros —les sonrío de manera tranquila— debo darte un cargo importante Leonard, debes guiar a tus compañeros —señaló hacia enfrente— hacia allá, estamos a punto de llegar al bosque, deben llegar pase lo que pase, los diez. Suban a las copas más altas que tengan y sí no hay titanes, deben instalar la base de suministros que traen en sus caballos. Algunos traen agua, otros medicamentos y demás. ¿Puedo dejarte este cargo? Ellos te necesitan.

Leonard miro la inmensidad que tenía enfrente, él como ____ los defendió y ahora estaba dispuesta a ir sola sin tener visión del entorno arriesgando su propia vida... — Entregaré mi corazón a mis compañeros —apartó la vista del camino y le miro directo a los ojos— Y a usted.

Su puño se movió a su corazón, en un par de segundos los demás soldados imitaron esa acción honorable, asintió ofreciendo lo mismo a las 10 personas y ambos se marcharon por su camino.

Suerte —murmuró viéndoles marchar para así subir a su caballo y dirigirse del lado contrario.

La lluvia golpeaba directamente su rostro, la neblina parecía más densa que antes. — ¡Erwin! —gritó con lo máximo que daba su voz— ¡Mike! —se puso de pie en su propio caballo— ¡Levi! —nada aún— ¿Alguien?

La neblina se disipo un poco demostrando una masacre a sus pies. Cuerpos destrozados, capas sin un dueño, sangre marcando un desastre inevitable, las huellas de un titán demostraban el culpable de la escena.

Dirigió su caballo hacia allá.

Entre la llovizna, neblina y ruido. Miro a aquel enano de rodillas al suelo, el cuerpo evaporándose de un titán fue lo que llamó su atención, frenó de golpe y bajó del caballo, lo primero que observo fue el rostro de terror puro de Magnolia, desvió la mirada inmediatamente con terror, sus manos temblaron, siguió caminando notando el torso de Farlan a un costado, se concentró en la espalda de Levi.

Enano... —murmuró extendiendo su mano hacia él, sin embargo, un azabache abalanzándose hacia ella hizo que diera un paso hacia atrás y tomara sus manos— escúchame. —sollozos, golpes, patadas y lágrimas salieron del contrario. Ambos cayeron al suelo por el movimiento— Esta bien, esta bien, nadie te va a escuchar aquí.

La estaba lastimando, la forma en que la seguía empujando y agarrando de los brazos hacia morada su piel pero Evergarden ignoró el dolor porque ella sabía que Levi estaba sufriendo.

Ya no dolerá —le prometió— ya no dolerá.

リヴァイユ |  𝑅𝒾𝓋𝒶𝒾𝓁𝓁𝑒, 𝐿𝑒𝓋𝒾 𝒜𝒸𝓀𝑒𝓇𝓂𝒶𝓃Donde viven las historias. Descúbrelo ahora