ay, amor

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20 de febrero.
Nunca me enamoré. Nunca tuve pareja. Tal vez es algo vergonzoso de admitir a los 21. Creo que eso es lo que piensa la mayoría.

Crecí leyendo largas novelas de amor y escuchando las baladas más románticas. Imaginé varias veces cómo sería ser amada de la forma en que los libros lo describen.
El conocer día tras día a una persona, descubrir las pequeñas cosas que la hacen especial. La manera en que sus pestañas se mueven y sus labios se curvan en una sonrisa. La textura de su piel. Contar sus lunares. Aprender sus cosas favoritas y aquellas que le disgustan. Hacerle mil preguntas. Aunque algunas no tenga respuestas.
Saber cuál es su remera favorita. Indagar sobre sus pasiones y temores.
Sentir que podrías escuchar su voz y mirar sus ojos por el resto de la eternidad.

Siempre fui fiel a la idea de que el amor no duele. Que si es amor, no deberías sufrir. Porque el amor es algo bueno, puro, honesto, que sana.
Pero vi gente que realmente se amaba y se hizo mucho daño. Es difícil entender cómo puedes querer tanto a alguien y aún así ser capaz de lastimarle.
Tal vez el amor en sí no duele. Es sólo la estúpida naturaleza humana haciendo lo suyo.

Los relatos de relaciones externas de mi entorno no son muy alentadoras. Los celos, la inseguridad, las discusiones en donde se dicen cosas horribles, el alejamiento, el engaño. Y la costumbre. He visto parejas caer en una especie de rutina, en la cual están juntos sólo porque no conocen otra cosa, no porque realmente lo deseen. Tienen miedo de terminar, porque han sido tantos años que tirarlos a la basura suena a desperdicio. Se siente como un tipo de reciclaje. Y no del bueno. Y no se pone mejor cuando por fin se separan. Pasan 2 cosas: Salen de fiesta todos los fines de semana y terminan en la cama con montones de desconocidos y una lista de posibles ITS. O se enamoran de la primera persona que encuentran. Se meten en una relación en segundos porque es lo más seguro. Porque no han pasado ni una hora solos desde hace tiempo. Y empezar a estarlo ahora resulta agotador.

¿Soy hipócrita por opinar desde mi completa inexperiencia? Quizás. Pero he tenido suficiente tiempo para analizar ciertos temas.

Por supuesto que no todas las relaciones son una mierda. Y tampoco creo que en una relación todo deba ser perfecto. A fin de cuentas, son seres humanos. No hay nada más complicado que eso.
Encontrar a alguien que realmente quiera conocerte y que, sobre todo, abrace y aprecie todo lo que constituye tu ser es de las tareas más difíciles que existen.
Sólo yo sé lo mucho que me gustaría lograr eso. Pero a la vez da tanto miedo. Porque estás apostando muchísimo. Casi no te das cuenta.
Es completa exposición. Es servir en bandeja todos tus sentimientos, crudos, cocidos y a medio hacer. Es mostrar un power point de tu vida, con tus logros y fracasos, con tus más grandes anhelos y aquellos miedos que sólo podes susurrar porque decirlos en voz alta duele mucho.
Es mostrarle fotos de tu familia y amigos y contar las anécdotas más vergonzosas en público.
Es entregar tu alma. Con moño y todo.
Y con un permiso para que te destruyan.

No sé si algún día viviré todo eso. Porque las personas como yo no suelen ser amadas de esa forma.

Historia De Un MesWhere stories live. Discover now