Capitulo 13- Parte 1

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El policía cerro la puerta y la casa quedo en silencio. Eran las seis de la mañana y lo único que se escuchaba era un par de perros ladrando por el sonido de la sirena del coche de policía. Puse la denuncia a Dan y deseaba que se pudriese en la cárcel lo mas pronto posible. No tenia como contactar con Anne, así que dejaría que se enterase por la policía. Alan estaba sentado frente a mi y no me quitaba la mirada. Yo seguia llorando y me costaba respirar, por lo que intente levantarme para beber un poco de agua.

-Deja que yo te ayude.

-No.

-Valentina no te enfades por favor.

-¿Que no me enfade? ¿De verdad pretendes que después de todo no este enfadada? Me quede aquí por ti Alan, porque me lo pediste por favor. Nada de esto hubiese ocurrido si hace un par de días hubiese cogido un vuelo hacia España y hubiese vuelto con mi padre. Prometí a Susan que te cuidaría, cosa que no haría falta teniendo en cuenta que tienes ya suficiente edad como para cuidarte solo. Cuando vuelva comprare un billete de regreso a Sevilla y todo esto se habrá olvidado.

-Me lo prometiste- dijo en un murmuro.

-No pretendas que cumpla mis promesas cuando no eres capaz de cumplir las tuyas propias.

Me levante y llene un vaso de agua. Alan se acerco por detrás y me puso una mano en el hombro.

-Lo siento..

-No me toques, doy asco.

-No das asco Valentina.

Me gire y nos miramos cara a cara.

-¿Sabes lo que es sentir a un hombre toqueteando todo tu cuerpo sin tu consentimiento? ¿Que te babee o te bese y que no puedas hacer nada para evitarlo? ¿Sabes lo que es que casi te violen Alan? No digas que no doy asco si no has sentido nunca eso.

Alan me miraba perplejo, nunca me había visto así. Siempre había sido la típica tonta del colegio que se callaba ante todo y que reía aun sintiendo dolor Eso cambio hace años, cuando me harte de que todos pagasen conmigo sus problemas. Alan se acerco y me cogió en brazos. Mis fuerzas se habían agotado horas antes así que deje que me llevase. Subió las escaleras y me llevo hasta el baño. Encendió el grifo y lleno la bañera.

-¿Puedo?

Asentí. Entendí lo que quería hacer, quería bañarme para que así dejara de darme asco a mi misma. Bajo mis vaqueros con cuidado y luego me quito la ropa interior. Me miro de arriba a abajo con cara de admiración y disfrute de ese momento, me deseaba y yo lo deseaba a el. Entonces me di cuenta, me estaba enamorando de Alan, una persona encantadora pero con un gran problema, su adicción al alcohol. No podía enfadarme con el, no podía molestarme nada que hiciera mal, nada ¿de eso se trata estar enamorado no? De perdonar y dar nuevas oportunidades. Me metí con cuidado dentro de la bañera. El agua no estaba muy caliente, pero lo suficiente como para tumbarme y quedarme totalmente relajada. Alan cogió una esponja y la lleno de gel. La mojo y comenzó a enjabonarme como si fuese una niña de tres años. Primero la cara, bajando por el cuello hasta llegar a mis pechos. Luego bajo mas y me enjabono las piernas llegando hasta mis pies. Me miraba mientras yo lo miraba a el, mientras miraba sus grandes y oscuros ojos. Cuanto termino, me enrollo con una toalla y me dejo a solas para que me pusiera el pijama. Salí del baño y me dirigí hacia la habitación de Alan pero no estaba allí.

-¿Alan?

Fui a mi habitación y allí estaba, con las manos en la cara, llorando. Se me partió el alma, lo sentía, realmente lo sentía. Me acerque y lo abrace. Nos necesitábamos, nos necesitábamos el uno al otro para sobrevivir de esta mierda de vida en la que ambos nos encontrábamos. Entonces recordé el momento en el que encontré a papa acostándose con otra que no era mi madre. Al instante la echo y me suplico llorando sentado en la cama que lo escuchase, que le perdonase. No lo perdone, no deje que me diese ninguna explicación hasta que mama murió y me arrepentí tanto que desee disfrutar y aprovechar con el todos los años perdidos. De nada sirve ser rencorosa, solo te acabas haciendo daño a ti misma. No quería que eso pasara, quería disfrutar con Alan lo máximo posible, lo quería, lo quería y mucho. Aparte sus manos y limpie sus lagrimas con mis dedos.

-Yo te baño y tu me mimas, parecemos niños chicos.

-Y me encanta- dije sonriendo.

-Al parecer no estamos hechos para estar enfadados.

-Eso parece.

Estaba amaneciendo y aun no habíamos dormido. Nos metimos bajo las sabanas y nos acurrucamos para que el frio nos dejase dormir. Adoraba sentir su respiración cerca de la mía, adoraba esos suspiros que daba mientras intentaba quedarse dormido, adoraba cuando me miraba mientras me hacia la dormida, adoraba todo de el. Lo mire de reojo pero esa vez no me miraba, no estaba pendiente de mi, estaba pensativo ¿en que estaría pensando? Mis ojos fueron pesando y poco a poco me fui quedando dormida. El cansancio es agotador pero el pensar demasiado lo es aun mas.

No me dejes.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora