—No sé, podría decirlo por ahí.

—¿Y eso te preocupa? —preguntó sonando indiferente, como si se podría tomar como algo gracioso o normal.

—Por ti —se encogió de hombros llamando a la atención de la pelinegra—. Aunque hayas dicho que ahora no estás centrada en las relaciones después de lo de Lucyyyyy... —alargó su nombre más de lo normal con una mueca y Lena suspiró.

—Ya no me afecta en absoluto, Kara —le aseguró serenamente, recordándole nuevamente aquello entre que pasaba otra hoja de su libro de texto.

—Bueno, es que podría aparecer tu Romeo o Julieta y no lo hará por mi culpa —se burló con una sonrisa más tranquila y la pelinegra volteó los ojos.

—Mejor así para que no se me acerquen porque odio los amores dramáticos y trágicos —suspiró sin saber muy bien que decir.

—¿Y yo qué? —preguntó con falsa indignación, echándose a reír en el proceso y Lena se mordió la mejilla al escuchar aquello, teniendo que golpear su brazo para darle un toque de atención porque siempre se olvidaba de que estaban en la biblioteca.

—Lo hago por ti también. Sí de verdad están interesadas en ti, habrán buscado alguna mínima información y sabrán que yo soy tu mejor amiga, no tu... novia... —exhaló. Era una excusa tonta, pero convincente cuando Kara asintió dándole la razón.

—Entonces... —titubeó levantándose de su lado—. Nos vemos luego y hacemos el mismo plan de siempre: tarde de palomitas y película cliché de comedia romántica con final predecible. Llegaré a tu apartamento después de entrenar.

—Aún no he dicho que sí —bromeó cubriéndose su mejilla con la mano porque le había sacado una sonrisa boba y Kara pasó por detrás suya para sujetar sus hombros y acercarse a su oreja haciendo que el corazón de Lena sufriera un vuelco.

—Tampoco me dirías que no —vaciló en un susurro antes de agitar su pelo y despedirse.

—Tienes razón... —murmuró nada más asegurarse de que se había ido de su campo de visión entre que se arreglaba el pelo—. Nunca podría decirte que no.

.

La rubia llegó al vestuario después de entrenar y se encontró con miles de cartas en su taquilla. Todavía no entendía como lograban hacerlo si no había ni rendija para meterlas. Antes no le daba tanta importancia porque no lo entendía y realmente sigue sin hacerlo, pero ahora sentía un poco de vacilación y quiera o no le subía la autoestima.

Se dirigió hacia la residencia para cambiarse y tener su tarde con Lena. Cruzando el campus, barajaba las cartas y leía algunas por encima, riéndose de lo gracioso e ingenioso de algunas y sonrojándose de la que eran subidas de tono. Ahora tenía un poco más de sentido y se sentía feliz por pillarlo, pero tampoco es que se ilusionara por ello. Eran simples palabras. De los chicos ni se molestaba.

—¿Kara?

Esa voz hizo que se detuviera y se diera la vuelta. Justo visualizó a una chica que le sonaba mucho, que había visto un par de veces, pero le costó ponerle nombre. Ella ladeó la cabeza, preguntándole no verbalmente qué pasaba y la otra se acercó.

—Lo siento si te molesto.

—No, para nada. Esto... —intentó decir su nombre.

—Andrea. Soy la compañera de Lena.

—Cierto —jugueteó con las cartas y la latina sonrió—. ¿Ocurre algo?

—Quería saber si tenías planes para hoy.

We could be happy | Supercorp AU UniversityWhere stories live. Discover now