Sus padres, que no trabajaban hoy, querían tenerlas hoy en casa para ir conociendo su relación y sobre todo interactuar un poco con Sam. Tampoco es que no fuera verdad ya que Eliza y Jeremiah se alegraban por su hija después de lo que pasó con Maggie y más cuando anoche antes de dormir dijeron que querían tenerlas en casa para que Sam también se acostumbrara a estar con la familia debido a que la conocían de hace tiempo y darle a entender que no había ningún problema en que algún día también se quisiese quedar a dormir o venir en vacaciones cuando ella quisiera.

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Apagó la camioneta de su padre justo enfrente de la casa de Lena. No era la primera vez que quedaban ni que salían por ahí las dos solas por no decir que era muy habitual hacerlo, pero Kara sentía los nervios a flor de piel. Supuso que era porque le rondaba la palabra 'cita' en la cabeza y no paraba en desear que todo saliera bien para su cita real con James, aprendiendo y cogiendo cada consejo.

Entonces Kara no paró de pensar en eso y menos en lo que estaba sucediendo. Es decir, sabía que la estaba ayudando, pero había algo que bombeaba por cada extremidad al pensar en ella. Sintió un poco de temor por si estaba llegando demasiado lejos o por si estropeaba la amistad con Lena con su egoísmo de coger esa ayuda haciéndola sentir incómoda, pero en cuanto vio que salía de su casa, cambió de opinión: esto era porque ellas querían.

Se tranquilizó porque no veía a Lena con otros ojos después de tantas cosas que habían hecho y vivido. Pero en cuanto abrió la puerta, esos nervios golpearon sus manos porque fueron otros sentidos los que cambiaron como en aquella fiesta y no entendía qué era lo que significaba. Intentó comprenderlo, pero por mucho que intentaba rebuscar en su interior, no halló respuesta. Ni siquiera supo por qué se tomó tantas molestias en cambiarse varias veces cuando la pelinegra le dijo que se pusiera lo más cómoda posible.

Ella intentó también recordar todas las costumbres de la Tierra como su hermana y su madre decían, pero ponerlo en práctica era diferente, por no decir que no sabía cómo actuar. Claro que ella vio muchas películas de comedias y románticas, pero hacerlo en carne y hueso, por no decir que tenía poderes que controlar, era totalmente distinto. Eso hizo que dejase de martirizarse tanto, que fuese la única razón lógica a este sin sentido.

—Hola —saludó Lena nada más entrar y Kara exhaló, asintiendo.

La pelinegra frunció el ceño al verla con la mirada fija en la carretera, como si estuviera combatiendo con su yo interno. Hizo una mueca pensando en que quizá no estaba lista como ella pensaba y sintió que su corazón se hundía cuando la rubia agachó la cabeza. A punto de preguntar, Kara se giró inesperadamente y se acercó a la pelinegra con decisión con la intención de darle un beso, pero ésta se dio cuenta y rio poniendo la mano en su pecho, haciendo que la rubia abriese los ojos y arrugase la frente sin entender.

—Kara, esta es la primera cita... —susurró y sacudió la cabeza cuando observó sus ojos de cachorro perdido—. En la primera cita no se saluda con un beso en los labios; basta con uno en la mejilla o una simple sonrisa. Eso lo harás después al finalizarlo si quieres o en la segunda o tercera cita p cuando terminemos hoy —explicó brevemente haciendo que la rubia soltara un 'oh' apenas inaudible, entendiendo.

—Lo siento —se disculpó avergonzada poniendo sus manos en el volante sin poder mirarla, ya sintiendo que estaba siendo estúpida, pero Lena pasó sus finos dedos por sus vaqueros para llamar su atención, dándole suaves caricias para tranquilizarla.

—No te preocupes, para eso estoy aquí... Para enseñarte y para que todo salga bien —repitió con una sonrisa genuina y Kara asintió más calmada antes de poner el coche en marcha.

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La primera cita fue un largo paseo por Midvale. Estuvieron recordando cada trastada de cada esquina y repasando un poco su relación entre conversaciones mundanas mientras compartían un batido con risas de por medio.

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