Entonces ella quería hablar, claro. Lo llevaba pensando toda esta semana y más ahora con todo lo que Alex le ha ladrado hace unos momentos. Lo que pasa es que ni siquiera sabía cómo dirigirse a ella porque no sabía que pasaba. Necesitaba respuestas, pero cuando la miró, supo que no era el momento: la rubia tenía un rostro cabizbajo y no quería agobiarla. Así que, como si no hubiera pasado nada, habló en susurros para solo ver cómo se encontraba.

—¿Kara? —intentó acercarse a ella, viendo que estaba hundida en sus cosas—. ¿Estás...?

—Estoy bien —le alzó la mano para que no la tocase y la pelinegra se apartó—. Sigamos con esto.

—¿En serio que estás...?

—Lo estoy —repitió tensando la mandíbula, apretando el bolígrafo en su libreta y la pelinegra la miró apenada.

—Pero...

—Déjalo ya —alzó la voz mirándola furiosa y la pelinegra respiró hondo, apartando la mirada y asintió con la cabeza mientras cerraba la boca.

Minutos después de silencio, Lena fue poco a poco recogiendo sus cosas sin molestar porque sentía una presión en el pecho. Entendía su enfado, por supuesto que lo entendía ahora más que nunca, pero odiaba que lo pagase con ella sin tener la culpa y más que se dirigiese así de aquella manera cuando nunca lo hizo.

Estaba claro que algo estaba pasando y, si no le iba a decir nada al respecto, sabiendo que tampoco era el momento, no se iba a quedar ahí comiéndose toda la mierda. Tenía millones de preguntas en su cabeza, preocupándose por ella todos estos días, queriendo también ayudar a la rubia a pesar de todo y se sintió un poco impotente después de esto, teniendo ganas de llorar. Ella necesitaba despejarse, salir de ahí porque sentía que estaba a punto de hacerlo.

—¿A dónde vas? —preguntó Kara al ver que se levantaba en silencio.

—Necesito aire —respondió tajante poniendo su mochila en la espalda y la rubia respiró hondo.

—Lena, lo siento, yo... —se disculpó por su actitud brusca sabiendo que Lena tenía razón a lo que estaba pensando y la pelinegra asintió entre que se encogía de hombros.

—Da igual.

—No, no da igual —susurró intentando coger su cadera, pero la pelinegra se deslizó hacia un lado—. Por favor, no quería...

—Kara, ya hablaremos, ¿vale? —interrumpió en un suspiro—. Necesito concentrarme porque me gustaría sacar nota.

Quiso darse la vuelta para irse, pero sus ojos azulados la atraparon. Ella supo que Kara estaba arrepentida, pero su trasfondo también transmitía algo de confusión, rabia y miedo. Entonces debía enfrentarla; no solo para dejarle saber que algo estaba pasando entre ellas, con la última posibilidad de que la rubia no se estuviese dando cuenta de ello, sino para que supiera que también estaba ahí a pesar de todo. Que supiera que estaba sintiendo porque era su mejor amiga y no quería perderla.

—Solo intenté ayudar como siempre hago, preocupándome por ti en todo... —comenzó Lena con un suspiro y agachó la cabeza—. Pero creo que no te sientes cómoda conmigo y que me estás rechazando.

—Lena, eso no es...

—Entonces no te estás dando cuenta —acertó levantando la mirada para conectar sus ojos azulados de cachorro y volvió a suspirar—. Kara, algo no va bien y me frustra que hasta lo pagues conmigo cuando tú nunca has sido así. Por no decir que me llevas evitando estos días desde lo de la fiesta y no sé por qué —explicó brevemente entre que apoyaba su cadera en la mesa y se cruzaba de brazos al ver que Kara apartaba su mirada hacia su libro de texto—. Si es por lo que pasó... Pensé que estábamos de acuerdo; tú misma me diste la razón de que nada iba a cambiar. Te dije en serio que quería ayudarte, y ahora, después de todo esto, parece lo contrario. Así que cuando quieras hablar, estaré ahí porque eres mi mejor amiga y me da pena todo esto, pero no pienso comerme la cabeza en qué hacer o no para que te sientas mejor si al final también te estoy molestando y me vas a contestar mal —se sinceró para luego despedirse sin dejar que la rubia contestase porque solo balbuceaba y Kara la observó marchar.

We could be happy | Supercorp AU UniversityDonde viven las historias. Descúbrelo ahora