CAPITULO 12

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Cap. 12

Aiden y yo bajamos a la cocina tomados de las manos cómo un par de enamorados, cualquiera que nos viera creería eso, pero en realidad somos una rehén y su secuestrador, no son vacaciones.

—¿Quieres huevos revueltos?

Hago cara de asco.

—¡Por Dios, no! —Digo horrorizada—No hay que comer nada que tenga ojos.

—Los huevos no tienen ojos. —Ríe—

—Pero la mamá...—Un recuerdo llega a mi mente—La mamá gallina sí.

Esa fue la última pelea tonta que tuve con Luke, como lo extraño. Soy una pésima hermana, anoche folle con mi secuestrador y él y mis padres deben estar sufriendo mi ausencia.

Soy de lo peor.

—Blake. —La voz de Aiden me saca de mis pensamientos—

—¿Ah?

—Te desconectaste del mundo por un segundo. —Me dice antes de sacar una jarra de jugo del refri—

—Es que...—Mi voz se rompe—

—Hey...—Camina hacia mí—¿Qué ocurre, nena? ¿Qué pasa?

—Eso que acabas de decir, lo de los huevos...—Mis ojos se empañan—Sonará tonto, pero fue la última pelea que tuve con mi hermano, Aiden ¿crees que volveré a verlos?

Él suspira.

—No puedo asegurarte nada, Blake.

—Y si... ¿mi padre no consigue completar el rescate? —Bajo la mirada—Sería mi fin.

—No lo permitiré. —Toma mi mano—No dejaré que te hagan daño.

—Tú no puedes impedir eso. —Me suelto—Sabes que, si haces algo para salvarme, estarás condenado a muerte también.

Me levanto de la silla y camino en dirección a la sala con Aiden siguiéndome.

—¿Qué insinúas?

—No insinuó nada, solamente digo la verdad. —Me giro hacia él cruzada de brazos—

—Créeme...—Junta nuestras frentes—Cuando te digo que no dejaré que nada ni nadie te haga daño.

Deposita un tierno beso en mi nariz.

—¿Por qué haces esto? Se supone que soy tu rehén.

—Lo eres, pero es complicado. —Sonríe—Somos un desastre. Y tú has desarrollado un extraño caso de síndrome de Estocolmo.

Me hace reír.

Regresamos a la cocina y pasamos a comer unos deliciosos hot cakes bañados en miel, Aiden me obliga a comerlos con las manos, lo que me parece asqueroso, en mi casa obligatoriamente todo debe ser con cubiertos.

—¡Vamos! Estás en mi casa, bajo mis reglas. —Ríe al ver mi expresión—

—Si mi padre me viera haciendo esto, me mataría. —Mastico y limpio mis labios con una servilleta—

—Pues, cuando vuelvas con él. —Recoge todos los platos sucios y los deja en el lavaplatos—Dale mis más sinceras disculpas, por haber corrompido a su hijita.

—Idiota. —Le digo riendo—

Ayudo a Aiden a lavar todos los platos sucios y al final todo termina siendo una guerra de agua en la que los dos terminamos empapados, sin contar que trabajamos dobles secando el piso también.

MI CHICO CRIMINAL ©Where stories live. Discover now