Dieciocho

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D-10

—¿Qué? —balbuceé, arrastrando cada palabra mientras las comprendía y trataba de darle significado a cada una. Él sonrió y yo me sentí ausente.

Demasiada información para una persona. Y más para mí.

Él rio, más bien, se carcajeó por mi cara. ¿Qué más quería? Tenía la boca seca de repente y podría apostar que mis ojos se habían desorbitado por la sorpresa e impresión.

—Pienso que estás listo para que practiquemos, bueno, practiques —se corrigió, nervioso y yo aún seguía sin entender.

¿Así nada más? Un par bailes, interacciones, besos. ¿Y a la cama?

—Espera un momento, ¿ya quieres que tenga relaciones? —remarqué con la voz la palabra "ya" y él sonrió una vez más.

—Sí —contestó.

—¿Con quién? —pregunto interesado.

—Sorpresa —respondió y ya me estaba cansando. ¿Respondería solo con monosílabos?

—¿Sorpresa? ¿Qué crees? ¿Qué perderé mi virginidad con cualquier idiota que se cruce en mi camino?

—Cuando te conocí eso era lo que hacías.

Touché.

Él tenía razón. Eso era lo que yo hacía.

Pero bueno, de los errores se aprende. Y había cambiado el modo de ver mi "problema". Muchos deseaban poder perder la virginidad con la persona que querían y que de verdad los mereciera. Y digamos que esto era algo así como un privilegio.

—Pues ahora cambié de opinión. No pienso darle el privilegio de obtener mi virginidad a un completo desconocido. Así que no cuentes con qué practicaré aun lo del sexo.

—¿Cuánto más quieres esperar entonces?

—Cuando me sienta preparado mentalmente de que es a él a quien debo entregársela.

—Y, ¿tienes al candidato?

"Sí, tú." Pensé, mirándolo, pero no podía decírselo, tampoco podría decir cualquier nombre, así que la mentira más convincente sería que...

—Nop.

—¿Entonces?

—Tendré que conocerle.

—Eso llevará mucho tiempo.

—¿Cuál es la prisa? —pregunté y él bufó.

Estaba bien, me estaba contradiciendo yo mismo.

Pero, es que, era demasiado difícil decirle: Eres el chico con quien estaría más que encantado de perder la virginidad. ¿Qué tal si lo hacemos el día que tú quieras en ese hotel que arrendaste?

Era idiota, estúpido y absurdo.

Se supone que él es mi sexólogo, no la persona con quien debía experimentar la sensación de sentirlo entre mis piernas.

Él no era el chico que debía hacerme llegar a mi primer orgasmo.

Él no era el chico con quien debía despertar todos los días desnudo en una cama a la mañana siguiente.

Él no era el chico con quien debía perder mi virginidad.

Porque, aunque yo quería con toda mi alma que esto se cumpliese... Sé que por parte de él no se haría.

—Está bien, sigamos entonces, creo que tendré que guardar la habitación de hotel para otra oportunidad. ¿Joy aún está en el pase libre con su novio? —preguntó y sentí mi cara hervir de furia.

Virgen a los 25 [jjk;kth]Where stories live. Discover now