—¿Ahora? —preguntó casi en un susurro rompiendo el silencio y Lena la miró.

—Cuando tú quieras en realidad. Podemos quedar otro día las dos, beber como hemos hecho en esta fiesta y...

—No. Me refiero si te parece bien ahora —destacó haciendo que Lena abriese la boca soltando un 'oh' apenas inaudible—. Si te parece bien —repitió con una mueca sin saber cómo tomarse su respuesta, agarrando firmemente su mano sin apretar—. Estamos a solas, has dicho lo de al alcohol y ahora estamos un poco...

—Sí, sí, por supuesto. Tienes razón —interrumpió Lena más serena, quitándose estos estúpidos nervios e intentando que su corazón no latiera por encima de lo normal. Ni siquiera supo por qué se sentía así cuando era ella misma propuso este acuerdo, queriendo ayudar a su mejor amiga.

—Hum... —apartó su mano para girarse, aunque más bien para juguetear con su propia ropa, poniendo la rodilla sobre la cama y la enfrentó—. Entonces, ¿cómo...? —se mordió los labios un poco avergonzada, intentando no parecer idiota y le alivió de que fuera con su mejor amiga porque tenía razón; ella no iba a juzgarla cuando ésta le dedicó una sonrisa tranquilizadora. Lena luego suspiró, intentando controlar la situación porque sabía que la rubia no sabía por dónde cogerlo.

—Oh, sí... Erm... Solo acércate y hazlo cuando estés lista. No hay prisa, ¿vale?

—¿Qué pasa si...?

—No pienses en eso —interrumpió sosegadamente dedicándole otra sonrisa—. Recuerda... No te voy a juzgar ni te voy a reñir si algo sale mal. Estaré aquí hasta que salga bien, ¿de acuerdo?

—Vale —exhaló calmando sus nervios y tragó saliva al mirar a Lena—. ¿Puedes... cerrar los ojos? —pidió tímidamente y Lena asintió mentalmente, bajando los párpados al momento—. Está bien, voy a hacerlo... —susurró levantando las manos para coger su rostro, pero se detuvo a medio camino cuando Lena se echó a reír—. ¿Qué? ¿He dicho algo malo? —preguntó arrugando la frente entre que bajaba los brazos y la pelinegra sacudió la cabeza, permaneciendo con los ojos cerrados.

—Nada, simplemente me parece gracioso que lo augures —abrió un ojo y rio más cuando vio el puchero de la rubia.

—Oye —se quejó Kara cruzándose de brazos y echándose hacia atrás con falsa indignación—. Solo quería...

—No tienes que anunciarlo cuando lo hagas —detuvo sus palabras sabiendo lo que iba a decir—. Simplemente hazlo como algo natural —enfatizó despreocupadamente y cerró nuevamente los ojos cuando Kara finalmente asintió con la cabeza, dándole la razón.

Exhaló de nuevo mirando a Lena y al fin se decidió, viendo como su mejor amiga estaba esperando sin meter ninguna prisa a pesar de estar tardando un poco. Apretó los puños, deslizando sus nudillos por sus vaqueros para calmarse y luego alzó los brazos para abrir sus manos y coger el rostro de su mejor amiga lo más suavemente posible.

Intentó no pensar en nada, aunque decir eso era fácil. Lo difícil era hacerlo. Se fue acercando lentamente, notando la respiración de Lena. Hormigueos. Calor. Tensión. Alcohol. Fiesta. Ambas en la habitación. Un simple impacto. Labios con labios. Latidos lentos. Latidos rápidos cuando más se iba acercando. Cosas simples. Cosas naturales.

Pero luego vino lo peor cuando estaba a milímetros de Lena. Kenny. James. Desliz. Miedo. Descontrol. Poderes. Humillación. Dolor. Decepción. Y, por último, golpe. Porque Kara, de lo nerviosa que estaba, de pensar tanto en lo malo, había chocado su frente con la suya de manera brusca y abrió los ojos de par en par cuando la pelinegra jadeó hacia atrás adolorida.

—Joder, lo siento —Kara casi chilló viendo como la pelinegra se tapaba el rostro, sobándose la frente y soltando algunos quejidos—. Lo siento mucho, Lena —repitió nerviosa, casi a punto de llorar, sintiendo como el alcohol causaba ese efecto en ella.

We could be happy | Supercorp AU UniversityWhere stories live. Discover now