La huella del pasado

Comenzar desde el principio
                                    

—¡Marta está allí! —Me abalancé sobre mi hermano y le arrebaté mi mochila en un pestañazo—. ¡Me voy! —Eché a correr enseguida.

—¡Vale! ¡Nos vemos luego! ¡Y ve con cuidado! —vociferó mi hermano, pero no le presté atención.

Mi punto de mira estaba centrado en ella. El mundo a mi alrededor se desvanecía cuanto más me acercaba. La mochila rebotando en mi espalda era incómodo, pero eso no me impidió apresurar mis zancadas.

—¡Hola! —irrumpí en el grupo agitada y rebosante de felicidad. Ellas correspondieron mi saludo, aunque solo anhelaba escuchar la melódica voz de Marta.

—¡Me encanta Laura! Siempre llega riendo —señaló con agrado Tania, una de mis amigas.

—¡Me gusta reír! —exclamé y abracé a mi adorada amiga repentina y fugazmente.

—Pues no sé qué la pone tan contenta. Odio venir a clase —comentó Noelia, la más pesimista y amargada de todas.

—A mí me gusta su energía. Me mantiene despierta a todas horas —destacó Marta mientras acariciaba mis cabellos y creí flotar entre corazones. No solo me atraía que fuera mimosa conmigo, sino también su melena con ese tono de chocolate y sus lindos ojos almendrados.

—Hago lo que sea para que no te duermas en clase —dije sosteniendo mi sonrisa bobalicona.

—Hablando de clases, Laura, ¿me dejarás los deberes de Lengua hoy también para copiarlos? Me dio pereza hacerlos —me pidió Sara, otra del grupo.

—¡Y a mí los de Mates! —añadió Tania de inmediato.

—Yo necesitaré que me ayudes con los trabajos de Naturales —pidió mi otra amiga Susana, lo cual se traducía en que le hiciera todo el trabajo como de costumbre.

No me molestaba ayudar a mis amigas con sus tareas, lo consideraba mi ventaja por ser una estudiante aplicada y una forma de demostrar mi lealtad.

—¡Eh! No corráis —intervino Marta—. Todo eso me lo dejará primero a mí porque yo la quiero más. ¿A que sí, mi Laura? —Me echó el brazo por encima y me besó en la cara, suficiente para que mis babas de niña ingenua chorrearan por mi boca.

—¡Obvio! Mi Marta va primero —afirmé encantada—. Pero no os preocupéis, os dejaré todo.

—¡Esa es nuestra Laura! —celebró Tania—. Por cierto, en el examen te sientas a mi lado, ¿eh?

—¡De eso nada! No me la robarás. —Mi corazón latía con más fuerza cada vez que Marta empleaba un posesivo para referirse a mí, sobre todo cuando materializaba sus palabras con actos como el de esa ocasión, que fue agarrar mi mano.

¡Riiing! ¡Riiing!

—¡Qué asco! ¿No se podría romper ese timbre por una vez? —se quejó Noelia.

—¡Venga, llorica! ¡Tira para el aula! —Tania la puso en marcha con un empujoncito y todas se unieron a la estampida de alumnos.

Por fin tuve la oportunidad para quedarme a solas con Marta.

—Espera, Marta —le murmuré nerviosa, rascando con insistencia las cintas de mi mochila.

—¿Qué? ¿Quieres ser malota y llegar tarde? —dijo con sus gestos despreocupados y permaneció a mi lado.

—¡No! Tengo... algo para ti. —Entusiasmada, metí mi mano en el bolsillo de mi falda y saqué un papel doblado a la perfección.

La noche anterior, me había acostado más tarde de lo habitual porque me apetecía preparar una sorpresa para Marta. Como muchas otras veces, realicé un dibujo de nosotras abrazadas y lo decoré con flores. Mis dibujos no se alejaban del nivel de garabatos, pero ponía todo mi empeño y mi amor en ellos. Esa era una de mis formas de decirle que estaba enamorada de ella, porque sí, yo tenía bien claro que me gustaba mi mejor amiga y no miraba ni sentía nada por otras, mucho menos por chicos.

La novia de mi hermano 1 [Disponible en físico + Extras]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora