—No me conoces, así que no hables de mi hermano ni de mí, porque no te incumbe —suelto molesta.

La puerta de la oficina se abre y sale un hombre vestido de traje. Se despide cortésmente de la chica. ¿Quién será?

Me levanto enseguida y entro a la oficina sin pedir permiso, cierro la puerta tras de mí.

—Emily —exclama la Doctora revisando unos papeles —te esperaba, siéntate.

Me siento frente a su escritorio.

—¿Cómo estás? —se toma las manos.

Me quedo en silencio.

—¿Quieres compartir algo conmigo hoy? ¿Abordar algún tema que te moleste o que quieras hablar?

—Con usted no hablaría ni de lo que comí en el desayuno.

—Veo que sigues con esa negación, el castigo no funcionó al parecer.

Se levanta y se sienta en la silla al lado del sillón reclinable.

—Ven —me indica —recuéstate.

No discuto y me recuesto.

—Veamos —dice mirando una libreta —la última vez hablábamos de tus alucinaciones, cuéntame sobre eso.

Frunzo el ceño. —Yo no tengo alucinaciones.

—¿Y también me dirás que estás bien? —alza las cejas con ironía.

—Lo estoy.

—Emily —me toma del brazo, hago una mueca de dolor, me ha tocado la herida. —¿Te pasa algo?

—Nada, estoy bien —intento relajarme para que no se note el dolor en mi rostro.

—¿Que tienes en el brazo?

Me toma bruscamente y suelto un grito — ¡Mierda!

—¿Tienes tendencia al suicidio?

—Claro que no —me muerdo el labio, duele. La herida debe haberse abierto.

Anota algo en su libreta. Otra absurda y estúpida observación en mi contra.

—¿Te has hecho algún otro corte alguna vez? ¿Cuándo tus padres discutían, tú te cortabas los brazos?

—¿Qué? —al parecer la que tiene alucinaciones es ella y no yo —nunca me he cortado.

—Entonces explícame porque tienes una herida.

Trago saliva. No puedo exponerme a mí sin exponer a Winnie.

—Ya veo —dice ante mi silencio. —¿Tu hermano también tiene esta tendencia al suicidio?

—No meta a mi hermano en esto.

—Creo que es fundamental que hablemos de tu familia —sube una pierna arriba de la otra. —¿Tú padre tiene tendencia al suicidio igual que tú?

—Yo no tengo papá.

—¿Entonces quién es Bill Wilde? Tú llevas su apellido ¿no?

—Él puede ser quién me haya engendrado, pero nunca lo llamaré papá. 

Vuelve a anotar algo en su libreta. —Seguimos sin progresar Emily.

—¿Qué diablos significa para usted progresar?, ¿Decirle lo que quiere escuchar aun cuando sean mentiras?, ¿Cree que eso es progresar?

—Progresar significa que el paciente deposite toda su confianza en mí y así avance en sanar su enfermedad.

—¡Yo no tengo ninguna enfermedad! —exclamo.

Mi Telequinesis © [En Edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora