—¿Estas segura que esto sirve?

—Sí, Lilly lo administra cuando las chicas se las dan de suicidas y se cortan los brazos.

Apunto la aguja contra una de sus venas, introduciendo el líquido en su sangre. Luego limpio y por último vendo. La sangre me revuelve el estómago, pero logro contenerme. Hago lo mismo con mi brazo.

—Gracias Emi —dice alivia dejándose caer en la cama.

—No es nada —todo esto ha sido mi culpa.

Escuchamos unos pasos por el corredor y alguien toca la puerta. Winnie me mira asustada, me pongo de pie a la defensiva.

La puerta se abre en cámara lenta, la cabellera roja de Lilly aparece y nos queda mirando.

—Que bueno que están despiertas, la hora del desayuno comienza en cinco minutos, pónganse a la fila —luego de eso se marcha.

Frunzo el ceño. —¿No que no estaba?

—Lilly solo viene de día, las enfermeras de noche son otras.

Nos formamos con las demás y bajamos al comedor para desayunar. Me sirven mi bandeja, por suerte no son las mismas sobras que me dejaron en la caja. Echo una mirada periférica. Ni Patty, ni Cassey se encuentran. Me pregunto en dónde estarán.

Winnie se sienta a un lado de una chica y charla animadamente, como si por un segundo nada de lo anoche hubiese ocurrido. Me siento en el puesto de Patty y como lo que hay en la bandeja, sin prestar atención a lo que estoy ingiriendo.

Mi mente está en otro lugar, deambulando en mi herida, en las enfermeras, en Winnie, en Patty y por último en mi hermano.

Termino de desayunar, me revisan y subo. Antes de entrar a la habitación Lilly me ataja.

—La Doctora Mónica te está esperando, tienes sesión Emily, recuerda —luego de eso vuelve a recepción.

Lo había olvidado. Nuevamente tendré que verme la cara con esa mujer. Sus jodidas sesiones no sirven de nada, además ¿que se supone que le diga? ¿que sobreviví a una noche de cuchillas y cortes?

Llego hasta la oficina y entro sin tocar. La chica de la pequeña recepción de la Doctora cuelga el teléfono por el cual hablaba.

—¿Emily cierto?

—Tengo sesión —digo entre dientes, como una serpiente.

—Espera un segundo, la Doctora está atendiendo a alguien, siéntate —me indica amablemente. —¿Quieres un vaso de agua?

—No gracias —intento sonreír, pero me sale una mueca.

Me muerdo una uña mientras observo la oficina. Reparo en un cuadro en el escritorio de la chica, es una foto de ella junto a un hombre. Me descubre observando la fotografía.

—Es mi hermano —comenta.

Desvío la mirada. 

—Tú también tienes un hermano ¿no?

Alzo los ojos sorprendida. —¿Cómo sabes eso?

—Yo soy la persona que recepciona todos los expedientes y leí el tuyo, se llama Michael ¿no?

Si leyó mi expediente significa que sabe sobre Bill y mi hermano Michael. ¿Qué más dirá?, ¿Qué estoy loca?

—No tienes de qué avergonzarte.

—¿Avergonzarme? —pregunto confundida.

—Tú hermano y tú son huérfanos ¿no?

Como si ser huérfana me avergonzara, la verdad es que es mucho mejor ser huérfana que tener de padre un borracho y una familia que se cayó a pedazos hace mucho.

Mi Telequinesis © [En Edición]On viuen les histories. Descobreix ara