Capítulo 30

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Capítulo 30

❈── ∗ ⋅Deepness⋅ ∗ ──❈

Una hora antes...

           —Señorita, disculpe, como no bajaron, pensé que no cenarían —afirma Lilian con pena y algo de temor, ella es la mujer que se encarga de las comidas.

         —Puedes decirme Nadia, ya te lo he dicho —le respondo amablemente y tomo un poco de agua—, no teníamos hambre hoy, no te preocupes, solo quería un poco de agua.

          —Está bien —dice no muy segura y continúa limpiando el mesón—, disculpe la pregunta, pero... —duda un segundo sin mirarme— ¿su hija y usted se encuentran bien? Es que no las hemos visto salir de la casa y tienen hermosos lugares que visitar —comenta en tono bajo.

        Sonrío amablemente para ella, cuando sube el rostro. —Estamos bien, Lilian —le aseguro.

         Ella copia mi gesto, pero de repente sus ojos se amplían y traga bajando el rostro. Entonces, siento la presencia a mi espalda, volteo y observo a Dima de pie en el marco de la puerta con la expresión seria, centrado en la mujer.

        De inmediato, me acerco a él y tomo su mano dirigiendo su atención a mí. —¿Todo en orden? —le pregunto con cariño.

        Asiente. —¿Vas a arriba? —pregunta secamente.

        —Sí, solo vine por agua.

        —Bien, yo vengo de allá —admite, le da otro vistazo a la mujer y toma mi mano para llevarme afuera de la cocina.

       —¿Qué hacías arriba? —le pregunto—, pensé que estabas ocupado.

      —No bajaron, quería ver como iba todo.

       —Oh... No teníamos mucha hambre —le aseguro.

        Dima asiente y aprieta suavemente mi mano. —Estaré ocupado lo que queda de noche.

      —No hay problema —le sonrío.

       Dima copia mi gesto con una expresión de cariño que entristece un poco mi corazón; sube mi mano y deja un beso leve en ella, tras lo cual simplemente se aleja de regreso a su oficina, que se encuentra del otro lado de la casa.

      Frunzo mis labios en una mueca y me voy directo a la habitación de Agatha, ya estoy bien vestida y con un suéter puesto.

      Apenas abro la puerta, ella voltea en mi dirección; está de pie frente a la ventana, con su mano izquierda está cubriendo su muñeca derecha, sus ojos se ven vidriosos y algunas lágrimas descienden por sus mejillas.

      Aprisa, me acerco a ella y tomo su rostro en mis manos con preocupación. —¿Qué sucedió? ¿Qué pasa? —la interrogo.

      Ella niega despacio y separa sus manos; en su muñeca se aprecia una delgada pulsera, es una cadena de oro con un muy pequeño dije colgando, una piedra azul de ágata. Está preciosa.

      Mi niña sube sus ojos a mí, veo el dolor y la confusión en su interior.

      —Dima te la dio —afirmo.

      Ella asiente. —Vino hace un momento —suspira y habla en tono muy bajo—, mami, si vamos a irnos, ¿eso significa que matarán a Dima?

      Trago ante su pregunta, la verdad no había pensado en eso, no quiero quedarme con Dima, pero no sé si estoy preparada para verlo morir, al menos no si no es completamente necesario. Y creo que mi hija tampoco lo está, quizá no quiera quedarse aquí, quizá no lo vea como un padre, pero en su interior sabe que lo es, y de alguna forma puedo ver la conexión que han hecho, y no puedo solo ignorar sus sentimientos.

#4 DeepnessDonde viven las historias. Descúbrelo ahora