Capítulo 38 : Silencio

20.9K 2.5K 1.7K
                                    



ARLENE


Libertad. Control. No creo que algún padre conozca la cantidad exacta que debe usarse en un adolescente. Demasiado control y lo asfixias. Demasiada libertad y se pierde a sí mismo. ¿Cuál es el truco para guiarlos en la dirección correcta sin que piensen que quieres dominarlos? Es un misterio que, con una hija de diecisiete, intentaba resolver.

Conforme Willow crecía y los rasgos de su personalidad se acentuaban, mi papel de mamá osa iba de menos a más riguroso (dependiendo de la situación). Por ejemplo, había reglas estrictas para la hora de llegada a casa o los lugares donde se quedaría a dormir. Las fiestas también eran un asunto de analizar, al igual que los viajes a la ciudad. Tanto a Chris como a mí, nos gustaba conocer el itinerario de sus aventuras y la hora en que estaría de vuelta. Sabíamos que hostigar a nuestra hija no era la solución para cuidarla de los peligros del mundo, así que nos bastaba con recibir un par de llamadas suyas mientras estuviera lejos.

Eran normas básicas; nada excesivo o rígido. En el caso de Willow, normas que resultaban casi innecesarias. Nunca fue una chica de fiestas. Tampoco de las que deliran por muchachos guapos, del tipo deportista o candidato a rey de los bailes. Su diversión eran los libros, la pintura que gastaba en sus dibujos y comprar zapatos nuevos. Su objetivo: la escuela, los extracurriculares y las tutorías. No mentiré, aquello nos provocaba suspiros de alivio a su padre y a mí. Significaba que sabía lo que quería y que ninguna distracción la apartaría de sus sueños.

Quizá fue ese despliegue de madurez el que nos hizo darle cada vez más confianza. Aún cuando empezó a salir con el chico Thomas no pensamos que pudiera descarriarse. Seguía ocupada en los mismos asuntos y pasando el rato con la única que consideraba su verdadera amiga, Nathalie. Nada de su comportamiento nos hizo sospechar que, para inicios del verano, había algo diferente en su vida. Un joven, por supuesto. Alguien que no era Thomas y de quien terminó saliendo embarazada.

Al principio, no noté los cambios. Uno no va por ahí vigilando cada aspecto de la vida de sus hijos, como las veces en que se duchan o la hora en que finalmente cierran los ojos para dormir. En realidad, son las pequeñas alteraciones en sus rutinas las que suelen levantar sospechas. Los delatan poco a poco. Entonces empiezas a cuestionar si todo va tan bien como se ve.

Willow jamás contó con un arsenal de amigas. Nathalie fue la constante en su vida desde que tenían cinco años. No había tarde en que no mataran el tiempo cuchicheando en casa de la otra o dando vueltas en el centro comercial. Así pues, fue una sorpresa enterarme, por medio de una llamada, que mi hija había estado evitando a su mejor amiga. Creí que se trataba de una pelea tonta, pero después de escuchar la aflicción en la voz de Nat, me di cuenta de que aquello realmente la confundía y angustiaba.

Si a la chica que sabía todos los secretos de mi Willy le preocupaba su actitud, quizá yo debía prestar atención.

—Hablé con Nat hoy. —dije esa noche mientras cenábamos. Se me ocurrió que sería un buen momento para charlar. Chris no llegaría hasta pasadas las doce, así que tendríamos una especie de noche chicas. —Está preocupada porque no le devuelves las llamadas. —concluí.

—Le marcaré mañana. —respondió lacónicamente.

—¿Pasa algo? Has estado muy callada estos días.

—Estoy bien, mamá.

—¿Segura? —insistí. —Sabes que puedes contarme lo que sea, ¿cierto?

El Día Que Las Estrellas Caigan ✔ (Destinados I)Where stories live. Discover now