Capítulo 11 : Soledad

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DAVEN


Wylo: Dime que el esfuerzo valió la pena.

Daven: Depende de lo que esperabas obtener de ese esfuerzo.

Wylo: Una buena calificación. Obviamente.

Daven: Define "buena".

Wylo: Buena: Adj. Provechosa para tus fines de conseguir sitio en la universidad.

Daven: Sigue siendo un concepto ambiguo. Significa que cualquier nota por encima de C ayudaría.

Wylo: Déjate de rodeos y dime cuánto obtuviste en el examen de Cálculo.

Daven: B+.

Wylo: LOL ¿En serio?

Daven: Sí.

Wylo: Wow, felicidades. Añade eso a la lista de exámenes que has aprobado en el último mes, y sumarás la mitad de tu promedio total del año pasado.

Daven: Me siento como un nerd.

Wylo: Te acostumbras con el tiempo.

Daven: Gracias, Hemsley. No estaría lográndolo sin tu ayuda.

Wylo: Si no estuviera esperando sacar provecho de la situación, diría "por nada".

Daven: Ok. ¿Cuánto me costará?

Wylo: Una malteada de café y chocolate de Mochee's.

Daven: Es un precio pequeño.

Wylo: Si quieres puedo añadirle donas.

Daven: Olvídalo. Obtendrás tu malteada.

Wylo: Qué receptivo.

Daven: Sólo con las cosas que me importan.

Leí el último mensaje sin estar seguro de qué me había impulsado a escribirlo. Viéndolo bien, podía prestarse a malinterpretaciones o simular un interés que yo no sentía. Willow no respondió y mis sospechas al respecto incrementaron. Consideré entonces añadir algo más, algo que demostrara que estaba bromeando, pero cualquier idea que tenía resultaba peor que la anterior. Lo mejor era dejarlo estar. Guardar mis libros en el casillero y encaminarme a la práctica. Olvidar los intercambios de palabras con la sabelotodo y concentrarme en jugar, en intercambiar pullas con mis amigos y en tontear con las porristas durante el entrenamiento, evitando, además, mirar el lugar en las gradas que Willow acostumbraba a ocupar cuando yo tenía problemas con alguna lección y debía estudiar el doble.

Al principio, me había resultado molesto. Ahora... no lo sabía.

La manada no dejaba de molestarme al respecto siempre que ella aparecía. Yo dudaba que alguien entendiera la razón por la que necesitaba a Willow. Era más fácil burlarse de mí y de la chica extravagante con quien pasaba los ratos libres. Sólo Mitch, Zac y Verónica se abstenían de emitir comentarios, aunque eso no bastaba para que dejaran de reírse de las idioteces que decían los demás durante el almuerzo, las prácticas, las fiestas o cualquier otro momento.

Hasta que un buen día exploté.

Mi humor de perros salió a flote y el tema quedó enterrado. Podían ser mis amigos, pero había tenido suficiente de la misma mierda. Una parte de mí, se preguntaba si actuaba de aquella forma por mero interés propio o porque ya no soportaba escuchar comentarios absurdos sobre Willow. Tal vez fueron ambas. De cualquier modo, mi arrebato funcionó y sirvió para hacerlos retroceder. Incluso hoy que estaba distraído, mirando el asiento vacío en las gradas y preguntándome por qué ella no había llegado, nadie dijo nada.

El Día Que Las Estrellas Caigan ✔ (Destinados I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora