Capítulo 32 : El loco

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DAVEN


Acostado boca arriba con las manos entrelazadas detrás de la cabeza, lo intenté de nuevo:

—Muéstramelos.

—Todavía no me preparo psicológicamente. —declaró Willow con evidente nerviosismo.

—Llevas media hora repitiendo lo mismo. —razoné. —Quiero verlos. Necesito verlos.

—Eso aumenta mi ansiedad.

—Muéstramelos, por favor. —pedí por enésima vez.

Yacíamos sobre una manta de picnic cerca del centro de nuestro claro. Bolsas de frituras, un par de botellas de gaseosas, una manzana y una mochila abierta con libros sin extraer se aglomeraban a un lado, olvidados desde hacía rato. La sombra irregular de un árbol nos protegía del implacable sol veraniego, aunque seguía siendo imposible escapar de los rayos que atravesaban las grietas entre las ramas. Willow permanecía sentada con las piernas cruzadas frente a mí. Vestía un lindo overol rosa que le llegaba a los tobillos y una playera azul sin mangas. Sus zapatos eran los mismos de arcoiris con pines multicolores; su cabello, el mismo desastre de ondas largas y suaves que no parecía haber sido cortado en mucho tiempo... o quizá nunca.

—Wylo...

—No me presiones. —rezongó apretando el bloc de dibujo contra su pecho. —Este es un momento delicado para mí. Sólo Nat los ha visto y es completamente parcial cuando se trata de mí, porque... bueno, es un deber que los mejores amigos sean parciales contigo.

—¿Qué hay de tus padres? —inquirí. —Seguro que no te darían falsas esperanzas si consideraran que no tienes talento.

—¿En serio crees que pueden ser neutrales? —resopló. —Todo lo que hago les parece perfecto. Mi padre está obsesionado con que entre a la escuela de arte. Ni hablar de mamá. Oh Dios y mi abuela. Tienes que escucharla hablar de pasarelas y no sé qué cosas sin sentido. Harán que pierda la cabeza cualquier rato de estos.

Disimulé una sonrisa. Entonces me apoyé en un codo y alcé el rostro para encontrar su mirada.

—Vamos, Hemsley. No seas cobarde.

—No es miedo. —hizo una mueca. —Bien, sí que lo es.

—Muéstrame.

—Espera. —respiró hondo cuadrando los hombros. —Antes prométeme que serás totalmente objetivo con lo que verás.

—Lo prometo. —expresé con solemnidad.

—No te creo nada.

—¿Para qué quieres que te dé mi palabra, entonces? —rodé los ojos. —Has visto lo que tallo, parece justo que vea lo que dibujas. A decir verdad, siento que debiste habérmelo enseñado hace tiempo.

—Es la razón por la que me asusta. —explicó. —Eres genial tallando y posees una increíble imaginación para crear cualquier figura. Aún si lo consideras un pasatiempo tonto, debes admitir que tienes unas manos extremadamente ágiles.

Me lamí el labio inferior.

—Ágiles, ¿eh?

Un dulce sonrojo le cubrió las mejillas.

—Sabes que me refiero a la maldita madera.

—¿Qué puedo decir? Tengo una mente morbosa.

—Pues controla tu mente morbosa. No estamos tocando temas prohibidos.

El Día Que Las Estrellas Caigan ✔ (Destinados I)Where stories live. Discover now