Cap. 19: Asesino de frágiles sentimientos

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Casi una semana había pasado de mi venganza contra María Gómez y desde que conozco al idiota de Seth, le digo idiota porque a pesar de que me he llevado extremadamente bien con él, no faltan los momentos en los que noto que es un verdadero idiota de aquellos que gustan de jugar con las ingenuas chicas ¿Por qué digo esto? ¿Acaso mencioné que en esta mísera semana lo he visto casi con seis chicas diferentes? Es extraño y divertido a la vez, extraño porque me da algo de rabia que se comporte así y divertido porque sin querer me entretengo viendo como lo cachetean cuando las chicas notan que efectivamente fueron ingenuas.

Pero algo ha estado dándome vueltas en la cabeza toda la semana, Seth Collins... ese nombre me suena, estoy segura que alguien lo mencionó más de una vez... pero no puedo recordar exactamente quien lo dijo. Es raro, se me hace demasiado familiar como para que sea casualidad, pero bueno... no me voy a estresar tratando de descubrirlo, de seguro tarde o temprano lo volverían a mencionar. Por mientras seguiría juntándome con él, hablando con las chicas y discutiendo con Lucas.

La hora de la cena acababa de empezar mientras que Eva y yo nos preparábamos para ir al comedor, ella se alisaba el cabello haciendo que se viera mucho más largo y yo terminaba de ponerme la mascara de pestañas negra. Me había puesto un tierno vestido rosa claro con un cinturón negro en la cintura, sí, no era normal en mí usar algo tan de niña buena, pero un accidente con las lavadoras me ha obligado a usar la femenina vestimenta de mi amiga Rita. Lo único que aún quedaba de mi misma eran las zapatillas Converse negras que no hacían juego con el lindo vestido, pero me daba igual como se viera. Con humildad digo que a mi todo me queda fabuloso.

-¡Lista!.- exclamé luego de recoger mi cabello en una desprolija cola alta.

-¿Me vas a esperar o te irás?.- preguntó Eva sin desconcentrase del mechón que alasiaba.

-Me voy, tengo hambre... tu me entiendes, amiga...- dije fingiendo pena.

-No te preocupes, poupée. Anda.- sonrió y yo le devolví la sonrisa.

Salí del cuarto a los iluminados pasillos y me fui admirando los cuadros de las paredes hasta llegar a la oficina de Lucas, quería pedirle que me adelantara algo de mi mesada, pronto sería fin de semana y pienso aprovecharme de su repentino buen humor para que me deje salir. Cuando llegué, como siempre, no toqué antes de entrar y para mi sorpresa lo vi actuando de manera muy cariñosita con una de las profesoras que venía con los chicos de Applegate. Enseguida la ampolleta se prendió en mi cabeza haciendo que entendiera el motivo de su desbordante felicidad, sonreí traviesamente y luego de aclarar mi garganta hablé.

-Siento interrumpir...- dije sin poder quitar la sonrisita de mi rostro.-Pero necesito hablar contigo por dos segundos.- me dirigí a mi tutor.

-¿No sabes que hay que tocar antes de entrar?.- preguntó luego de soltar la mano de la profesora, mujer que se había incomodado notablemente.

-Dije que lo sentía.- repetí acercándome a él.-Oye, sólo quería que me adelantes la mesada.- le dije cuando llegué a su lado.

-Claro que no, no es mi problema que ya te la gastaras.- ok, no me esperaba una negativa.

-No seas gruñón, Lucas.- dijo la profesora.-Dale algo a la chica, quizás necesita algo importante.- le sonrió.

-Sí, no seas gruñón, Lucas.- imité lo que ella dijo mientras miraba a mi tutor con una complicidad que decía "¡Te atrapé!"

-Sólo esta vez...- dijo aún molesto.

Y así salí del despacho con los bolsillos llenos de dinero, ok, no era tanto como para llenarme los bolsillos... pero me servía para gastar en chucherías. Satisfecha con mi adquisición monetaria seguí mi camino, el comedor estaba cerca y las tripas ya me estaban crujiendo por la falta de alimento. Pero cuando estaba a punto de llegar al hermoso lugar en que por fin comería, alguien me agarró del brazo obligándome a detenerme.

DescontrolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora