Cap. 65: Espiando

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En mis manos había una caja de jugo de naranja ya vacía, pero a pesar de eso, y en vez de botarla para deshacerme de ella, la conservaba mientras masticaba la pajita con ansiedad. A mi alrededor habían un montón de hojas provenientes de ramitas, mis brazos eran arañados cada vez que los movía y el aroma a tierra húmeda me rodeaba e incluso opacaba el olor ácido del jugo de naranja.

Nunca, en mis dieciséis años de vida, pensé que algún día llegaría a usar la vieja y nada usada técnica del arbusto, pero en tiempos desesperados se hacía cualquier cosa. Y, bueno, estaba pasando por tiempos de caos absoluto. No sólo me gustaba el hermano de mi novio, a una de mis amigas, desgraciadamente la más loca, también. Lo peor era que no había forma de intervenir en las constantes insinuaciones de esa amiga hacia el sujeto en cuestión. Pero había una cosa que podía hacer... ¡espiar!

Definitivamente meterse entre un arbusto a admirar a alguien es una estrategia que sólo vi en películas, y con lo ocurrente que soy supe que esa era la mejor opción. No le hacía daño a nadie y si alguien me atrapaba podía hacerme la muerta, así al menos los espantaría. ¿Ven? lo tengo todo bajo control.

Desde mi privilegiada posición tenía una amplia imagen de un sector del patio trasero, ese sector en donde la gente se echa en el pasto a hablar luego de haber comido o estudiado. Y frente a mí, a unos cuantos metros, Carly y Keith conversaban bajo un árbol. No fue difícil adivinar las intenciones de mi amiga cuando la vi cepillándose el cabello en nuestro cuarto, en realidad ni siquiera tuve que preguntar, ella sola se delató cuando me sonrió estúpidamente antes de salir del cuarto. Luego esperé unos minutos y salí corriendo de mi habitación hasta que la divisé en el pasillo, la seguí sigilosamente y la maldije cuando la vi "chocarse accidentalmente" con el invocador de polillas.

Ahora, media hora después de eso, yo seguía tumbada con la barriga sobre la tierra y masticando la pajita de mi jugo, observando como ella le sonreía y agitaba sus pestañas. Algún día se las arrancaría una por una, algún día. En fin, lo importante no era ella, lo importante era que Keith no le prestaba tanta atención, o eso quería creer... Según yo, él estaba siendo simplemente amable, pero luego recordaba que conmigo no se comportaba muy diferente a eso y maldecía a Carly, a Keith y a Seth. Todos ellos se merecían mi infinito desprecio.

Seth por ser tan idiota y por haberse metido a la fuerza en mi maldita vida, por ser tan difícil de controlar, por haberse ganado una parte de mí a pesar de mis rechazos y por no ser hijo único.

A Keith por haberme conquistado tan malditamente rápido, por ni siquiera haberse esforzado y por hacer esa cosa con la boca, ah sí, también por ser pariente del asesino de frágiles sentimientos.

Y a Carly por ser tan perra y enamorarse de todos, por estarse vengando de mi indirectamente... porque así era como lo veía últimamente, yo le había quitado al chico que adoraba y ahora ella sin saberlo me estaba haciendo exactamente lo mismo.

Apreté la caja de jugo con una mano arrugándola y tiré de ella, quedando en la mano con la caja y en la boca con la pajita. Escupí el pedazo de plástico hacia un lado y solté la caja de cartón, luego acomodé mis brazos bajo mi barbilla y continué vigilando. Hoy Carly se veía especialmente bella, el cabello castaño le brillaba bajo el sol, al igual que sus ojos rodeados por largas pestañas. No tenía idea de qué se había hecho, pero había algo diferente que la hacía resaltar y eso me estaba matando, quería ir hacia ella y echarla un puñado de lodo en la cara...

Justo cuando en mi mente se maquinaban maneras de arruinar a mi amiga, sentí que algo me picaba la pierna, di un pequeño saltito de sorpresa y luego me quedé quieta y atenta. Otro pinchazo le siguió y supe que de seguro me lo hacían con una ramita, pasados tres pinchazos más las hojas sobre mi comenzaron a crujir y supe que alguien estaba escarbando en el arbusto. Así que usé el plan A, cerré los ojos y saqué la lengua, me hice la muerta.

DescontrolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora