Cap. 70: Gente que explota

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Hoy mi día no estaba siendo el mejor día de la vida, bueno, tampoco que esperara mucho de un día normal y corriente en la escuela. La cosa es que eran las nueve de la mañana y me encontraba en el primer periodo del día, pero ese no era el problema en sí... lo malo era que al inteligente maestro se le ocurrió hacer un examen sorpresa. Porque sí, créanlo o no, esas cosas pasan. Ahora, es de conocimiento universal que yo no soy capaz de sacarme una buena calificación a menos que estudie con diez meses de anticipación, por lo tanto estaba segura que este maldito examen sorpresa sería otro fracaso rotundo que agregar a mi lista.

La hora avanzaba y yo seguía dibujando conejitos mutantes en la esquina de la hoja con lápiz grafito, de vez en cuando borraba y arreglaba sus orejas, patas y esponjosos rabos. Admito que no eran la mejor obra de arte del mundo, pero haciéndolos me entretenía y movía la mano para que el maestro al menos creyera que me esforzaba. Si tan sólo viera mi hoja vacía...

Pero entonces, cuando creía que toda esperanza había desaparecido, algo milagroso sucedió. Un suave codazo en el brazo me recordó que no estaba sola en el mundo, que a mi lado se encontraba una de las mentes más brillantes que conocía y que, para mi suerte, esa mente le pertenecía al terriblemente bueno de Will. Al principio mi cabecita no procesó sus llamadas de atención, pero le acerté cuando noté que deslizaba su examen disimuladamente para que pudiera verlo. Algo en el interior de mi cuerpecito se emocionó tanto que pudo haber llorado como una madre orgullosa de ver a su hijo hacer trampas en un examen, porque al fin y al cabo nunca imaginé que Will sería capaz de arriesgar sus perfectas notas por mí. Era tan jodidamente tierno, y mientras copiaba de su hoja no hacía más que repetirme lo orgullosa que me sentía de que él fuera el novio de Rita. Es que juntos eran maravillosos, sólo esperaba que su amor dudara hasta que fueran arrugados y feos.

Finalmente entregué mi hoja con sólo algunas respuestas, tampoco quería aprovecharme de su buena voluntad... Y salí del salón hacia el primer receso sintiendo la mujer más feliz del mundo, aunque antes de dirigirme al patio esperé a Will y le grité gracias en todos los idiomas que sabía.

-Creo que amo a Will.- le comenté a Rita luego de contarle toda la historia.

Ella sonrió divertida y le dio otro sorbo a su bebida, a su lado Amaranta pasaba las hojas de un cuadernillo de hojas amarillentas. Las tres estábamos sentadas en las escalinatas que separaban el patio central de la biblioteca, era un lugar bastante relajado en el que pasar el primer receso y mucho menos concurrido que cualquier otro de los espacios de descanso.

-Me gustaría estar en clases con él.- comentó, con un puchero que se le veía malditamente lindo.

-Lástima que no vayan en el mismo curso, una pena.- me lamenté con ella.-Pero fue una suerte que me tuvieras a mí para presentártelo y hacer que sus caminos se cruzaran, y fui...- dije y abrí los ojos como si lo siguiente fuera una revelación divina.-¡Yo fui su Cupido!.- proclamé.

-Podríamos decir que sí.- estuvo de acuerdo ella.

-Oh por dios...- continué con mi asombro.-¡Tengo que ser tu dama de honor cuando se casen y la madrina de sus hijos!.- exclamé.

-Sí, lo serás.- respondió luego de que ella y Amaranta rieran.

-¡Y tú!.- le grité a Amaranta, agarrando su brazo con fuerza.-¡Necesito encontrarte un novio!.- le dije.

-No gracias, estoy bien sola.- dijo alzando un hombro con desinterés.

-¿Qué?.- pregunté.-¡Pero necesitas uno!.-

-Una mujer no necesita a un hombre al lado.- dijo, sacando su lado feminista que hace unos segundos no sabía que existía.

-Completamente cierto.- asentí.-Pero lo decía porque quiero comprobar si mis poderes de Cupido son buenos, o si lo de Rita y Will fue una coincidencia.- le expliqué.

DescontrolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora