Cap. 61: ¡Alerta, polillas!

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-Oh mi dios...- dije casi sin aliento mientras sostenía mi lápiz.

-Es... interesante.- comentó Keith.

Me volteé a verlo alzando una ceja. Estaba sentado justo a mi lado y se estaba inclinando ligeramente sobre mi pupitre, frente a él había un cuadernillo de hojas blancas con un montón de lápices desparramados a los alrededores, en la primera hoja de su cuadernillo se veían unas líneas suavemente marcadas en lápiz gris y unos borrones. Él no estaba mirándome a mí, sino que parecía bastante interesado, como había dicho, en lo que había estado haciendo.

-Es todo menos interesante.- dije, y sólo entonces alzó la mirada.

-No en serio, lo es... la forma en que...- comenzó y pude notar que le costaba elegir las palabras.

-Está bien, sé que tratas de ser amable y todo, pero no es necesario tratar de engañarme, no soy ciega.- dije dándole una palmadita en el hombro.

Tomé mi propio cuadernillo de dibujo y lo levanté hasta interponerlo entre nosotros, por debajo de mis ojos para así poder ver a mi compañero de puesto. Me aclaré la garganta para ponerle emoción a la situación y luego empecé apuntando hacia el centro de la hoja.

-Esto es tan terrible que no sé cómo los ojos no te están sangrando, es más, no entiendo cómo soportas mirarlo tan fijamente.- dije realmente intrigada.-Si yo fuera tú me estaría pidiendo que quemara este desastre antes de que a alguien se le salgan los ojos.- continué.

-Exageras.- dijo sonriendo.-No está tan mal.- agregó tratando de sonar serio, pero había puesto su mano casualmente sobre su boca para ocultarme su sonrisa.

-¿No está tan mal?.- pregunté acercándole el cuaderno.-¡Pero si parece el dibujo de un enano de tres años!.- exclamé.

-Un enano de tres años muy talentoso.- aseguró.

-¿Sabes? no sé si te estás burlando o no.- dije entrecerrando los ojos algo confundida.

-No te diré.- dijo enigmáticamente.

Suspiré resignada y dejé mi cuaderno sobre la mesa, el dibujo del que no estaba tan orgullosa se apreciaba en la primera página y estaba compuesto por algo tan jodidamente simple que era una vergüenza. Un hombre de palitos sonreía mientras caminaba sobre pasto, un sol con sonrisa y ojos aparecía por entre las montañas y un árbol a la izquierda estaba lleno de manzanitas. Era, sin duda, la obra de arte que hace un niño de tres años... incluso a los enanos de tres años les quedaban mejor los hombrecitos de palo.

-Tengo que hacerlo de nuevo.- dije y arranqué la hoja, sintiendo una vergüenza infinita por mi dibujo.

-Pensé que siempre habías querido pintar algo.- dijo él mientras tomaba mi dibujo y lo estiraba.

-Tú, amigo mío, no captas el sarcasmo.-

-Bueno... ahora que estás en esta clase vas a tener que esforzarte en hacer algo no tan...-

-Horrible.- dije yo.

-Infantil.- dijo él.-Porque no es horrible, si yo fuera tú lo guardaría y después lo compararía con mis futuras obras de arte.- sugirió.

Luego de estirar el dibujo con sus manos lo dobló en cuatro y me lo tendió. Hice una mueca, no quería esa porquería de dibujo, pero tampoco podía no recibírselo a Keith... después de todo sus intenciones no era para nada malas. Suspiré resignada y tomé el papel, lo metí en el bolsillo de mi chaleco y le sonreí sólo un poco, gesto que él respondió de la misma manera. "Ah, no... polillas" pensé al sentir una extraña cosa en mis tripas, por lo que me volteé para seguir con mi dibujo.

DescontrolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora