Cap. 5: Expulsada

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-¡Suéltame!.- gritó Betty con su chillona voz mientras le jalaba el cabello lo más fuerte que podía.

No se cómo esquive las mesas y llegué tan rápido a la parte de atrás del salón, pero lo hice. Apenas estuve cerca de Betty me le tiré encima, por su culpa me expulsaría y la madre de Tyler me mandaría a quien sabe donde, y por su culpa ya no podría ver a la gente que en verdad me agradaba. ¡Era todo su culpa! Así que se merecía un pequeño regalo de mi parte antes de que no me volviera a ver.

Pude ver el horror en el rostro del maestro y la diversión en la de los chicos, quienes rápidamente hicieron un círculo a nuestro alrededor para poder disfrutar del lindo espectáculo. Tiré tanto de sus cabellos que algunos me quedaron en las manos, ella gritaba y sollozaba, pero aún así me daba la pelea. Ella tampoco quería rendirse, muy valiente de su parte, porque con la rabia que tenía yo estaba hecha todo un peligro. Alguien me tomó de la cintura y me separó dificultosamente de la chica.

-¡Eso es para que me recuerdes!.- le grité mientras pataleaba.

-¡Mi cabello, idiota!.- chilló.

-Laila, cálmate.- me dijo Andrew en el oído.

Traté de relajarme, pero no podía. Me había resignado a la expulsión y todo eso... pero me frustraba el hecho de que no duré ni un día con mi segunda oportunidad. ¿Cómo era eso posible?

-Esto es inaceptable, a la dirección.- dijo él maestro sacándome de mis pensamientos.

-¡Métase a la dirección por...!.- una mano tapando mi boca impidió que terminara mi insulto.

Me quité la mano de Andrew con brusquedad y salí del salón a pasos agigantados. Tenía ganas de destruir lo que fuera que se me atravesara y desterrarlo de la faz de la tierra. Esa tonta chica y sus tontos juegos habían arruinado mi última oportunidad de ser un “angelito”. Seguí caminando por los pasillos, aunque no tenía ni la más minima idea de adonde ir, sólo quería sentarme en algún lugar y esperar a que se me bajaran los humos.

Me senté en uno de los escalones de la entrada de la escuela, a esas horas ni el portero se encontraba allí, por lo que podría estar tranquila por un rato. De un momento a otro mi enojo se convirtió en preocupación, luego de esto tendría varios problemas. Ninguna escuela me aceptaría con mi nada prometedor historial y la madre de Tyler estaría furiosa, ¿Qué se supone que haré? No puede ser tan difícil portarme bien, ser responsable y respetuosa. Ok, miento, si me es difícil. ¡Las normas no son lo mío y nunca lo serán! Es una perdida de tiempo que trate de portarme mejor.

Alguien posó su mano en mi hombro, pero ni me volteé a ver de quien se trataba, en vez de eso doble las piernas y escondí mi cabeza entre mis rodillas.

-¿Estás bien?.- me preguntó Andrew con suavidad.

-Lo arruiné.- me quejé.

-Vamos, no es tan terrible.- dijo dándome unas palmaditas en la espalda.

-Si lo es...- dije levantando mi cabeza para verlo.

-¿Qué pasó?.-

-Después de deportes me fui a las duchas, yo me estaba bañando tranquilamente como una niña buena y cuando salí me di cuenta de que mis cosas no estaban. ¡La idiota de Betty escondió mi ropa!.- exclamé volviendo a sentirme enfadada, suspiré para calmarme y continué.-Bueno, fui al camarín de los hombres a ver si a alguno se le quedó una camiseta o algo... entonces mientras revisaba Sergey apareció y me prestó esto a cambio de que yo...- me quedé callada abruptamente, definitivamente no quería contarle la parte del beso, no creo que besar a dos chicos en el mismo día se vea muy bien.-De que yo le hiciera su tarea de Matemáticas.- dije.

-Pero si eres pésima para eso.- dijo con una sonrisita.

-¡Que dices!.- exclamé.-Me va genial.-

-Como digas...-

-Bueno, él me prestó esto, me acompañó al salón y tú ya viste el resto.- bufé al terminar de hablar.

-¿Era necesario que te tiraras encima de ella?.- me preguntó.-En público.- agregó después.

-¡Sí!.- grité sin medirme.-¡El maestro no me creía!.- me quejé y crucé mis brazos frustrada.

-Te van a expulsar, Laila.- no sé si fue idea mía, o escuché un deje de tristeza en su voz.

-Lo se.- le respondí llevándome ambas manos al rostro.

No se porque estúpida razón sentí unas ganas terribles de llorar. ¡Pero no! No podía ponerme a llorar a la intemperie, con Andrew al lado y con un posible inspector buscándome. Además no saco nada con lloriquear, sólo lograría hacerme ver más mal de lo que me veo.

-¡Odio mi vida!.- exclamé descubriendo mi rostro.-Soy una tonta, arruiné todo.- me quejé.

-No seas tan trágica, sólo eres un poco inmadura...- dijo.

-¡¿Inmadura?!.- sólo con ese comentario hizo que mis ganas de llorar se esfumaran.-¡Tengo 14!.- le dije.-¡Puedo ser todo lo inmadura que quiera!.- ok, me acababa de dar cuenta de eso. Aún soy una adolescente en formación, es muy normal que no sepa comportarme, aun tengo que crecer y vivir experiencias y que se yo que más. No era para tanto, ¿cierto?

-Ok, tranquila.- dijo.-Ya lo superarás, estoy seguro.- me dijo con una linda sonrisa.

-Aww... te voy a extrañar.- dije agarrando su mejilla con mi mano y apretándosela cómo si fuera un niño pequeño.-¡Te echaré tanto de menos! ¡Será terrible!.- exclamé y lo tiré del brazo para acercarlo y poder abrazarlo.

-Iré a verte a tu nueva escuela, lo prometo.- dijo mientras correspondía mi abrazo.

Andrew era demasiado bueno, en verdad me apena no poder verlo todos los días, ya me había acostumbrado a tenerlo cerca la mayoría del tiempo. Creo que si yo misma no me considerara una mala influencia... lo arrastraría conmigo a donde quiera que fuera, pero él obviamente no disfruta de las mismas cosas que yo, y por alguna razón eso también me gusta.

-Si no vas me enojaré contigo para siempre.- le dije soltándolo y mirándolo con mi cara más seria.

-Si iré.- me aseguró con una sonrisa.

¡Eso era demasiado! Sin esperar más tiempo lo tomé de la nuca y me acerqué a él para besarlo, pero primero me detuve muy cerca de sus labios para ver si a él se le ocurría seguirme el juego. Me miró a los ojos por unos segundos, de seguro sin atreverse a hacer nada, pero al parecer dejó de lado sus típicas inseguridades y se animó a besarme.

Bueno, ¿Qué puedo decir? Simple, fue un beso perfecto, no apresurado ni desesperado, sino lento y tierno.

-Te odio, eres demasiado lindo.- le dije luego de separarme de él.

-Exageras.- dijo sonriendo levemente.

-Claro que no, yo siempre tengo razón.- dije muy segura de mi misma.

Era lindo tener ese pequeño momento de tranquilidad, porque apenas pusiera un pie en casa, el caos se armaría.

DescontrolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora