Capitulo 19: Un error.

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Jane Stevens se daba una ducha a oscuras tratando de no pensar en su mejor amigo. ¿Había hecho lo correcto? Sí. Para ambos las cosas terminarían mal si no paraban, sería un caos si ella lo seguía permitiendo. Noah significaba mucho. Definitivamente esa clase de amistad no merecía correr riesgo alguno.

¿Acaso sería muy tarde para eso?  Algo le decia que Sì.

Noah estaba furioso. Su voz, su cara, todo él parecía realmente dolido con sus ultimas palabras. ¿Qué estaría pensando en este momento?

Resoplo y se regañó a sí misma. Tenía que dejar de darle vueltas a asunto. Las cosas se resolverían, Noah, probablemente estaba entre las piernas de una mujer, una hermosa mujer ahora mismo. Y ella enrollándose al pensar sandeces.

Finalmente se secó y cubrió con la toalla. Debería estar agradecida de no poder verse en el espejo. Lucia fatal. El golpe que había recibido de Eric completaba su look de recién aporreada. Y es que en estos instantes ni el líquido mágico de Dakota podría hacer algo por ella.

No es que le importase... suspiro cansada.

"Te he visto casi todo"

Repaso las palabras de Julián. Estudiando el tono y pronunciación. Quizás ayudaría un poco haber visto su rostro mientras las decía. Quería deducir con qué propósito habían sido dichas.

¿Estaba implícito el deseo en ellas? ¡No tenía idea de nada! Maldito fuera el instinto femenino del que tanto había escuchado y del que ella carecía. No era justo. Se suponía que ese don venia incluido con sus ovarios.

Apenas abrió la puerta se topó con Julián. Le ofreció su ropa, la que él había tomado de su oficina y dio media vuelta, dirigiéndose a la cocina. No. En esos ojos no veía deseo. Una pequeña punzada de algo similar a la decepción la recorrió. El hecho de no ser deseada no la sorprendió, no era como si los hombres se mataran a golpes por ella o se la comieran con la mirada. Ni los albañiles volteaban a verla, por Dios. Y ellos no tenían estándares muy altos que digamos.

-Tu teléfono no ha dejado de sonar mientras te duchabas –le informo Julián dándole un vistazo a su atuendo. Sudadera y un pantalón deportivo similar a lol que él tenía puesto.

-Oh mierda –murmuro Jane al ver las llamadas perdidas. Su madre no había parado de llamarla. Observo a Julián y arqueo una de sus cejas.

- ¿Te apetece algo de comida casera?

**

-Odio esto –murmuro Avery mientras se levantaba de la cama y veía su cuerpo. No le molestaba las marcas rojas causadas por Tony. Él amaba palmear y morder y ella no tenía problema con eso. Pero la sangre, eso sí que le molestaba, por supuesto que no era suya

-¿Lo haces a propósito, no?

Mientras Tony le daba una sonrisa desganada de medio lado y encendía un cigarrillo le respondió. -Ese color luce bien en ti.

-No tengo problemas con el color –reconoció levantando su brazo y viendo el contraste de color carmesí en su piel ligeramente bronceada- De hecho este tipo de rojo me gusta. Pero sabes que odio ensuciarme.

Volteó los ojos y salió de la vista de Tony, entrando al lavabo.

Tony rodó su cigarrillo por los dedos, pasándolo por cada uno de ellos mientras veía el rostro inerte de la dulce chica. Sus vidriosos ojos miraban a la nada. Y seguían tan brillantes que parecían conservar una chispa de vida. Era hermosa. Pero no. Ahí ya no había nada, y él se había corrido tan fuerte al arrebatarle su último aliento que todavía sentía un ligero temblor eufórico por todo su cuerpo.

¿Qué se sentiría? Se preguntó, dejando una pequeña nube de humo al exhalar.

Justo cuando sintió que Adriana se deshacía de placer y que llegaba no por primera vez al orgasmo... acabo con su vida. Fue sencillo. Era un hombre fuerte. Con una firme estocada de su puñal la había terminado. Concluyó que después de todo, no era un mal final... Morir al borde del placer.

**

Noah se sentía patético. La había cagado. A lo grande. Se había jodido a la vecina. Lo había hecho. Como si de alguna manera se pudiera demostrar a si mismo que seguía siendo el mismo hombre. El mismo jugador. El mismo hombre que conseguía lo que quería siempre, aquel que no perdía.

¿Qué demonios había hecho? Frustrado como estaba solo quería golpear algo hasta destrozarlo. Aunque sabía muy bien que no era algo sino alguien. Julián. ¿Por qué Jane se fijó en él? El tipo había aparecido en el peor momento. Y aunque eso no lo justificaba, estaba dolido. Era un completo y jodido desastre, sus emociones estaban mezcladas y no sabía ni por dónde empezar a ordenarlas.

Entro en el apartamento que compartía con Jane y en el mismo instante quiso salir corriendo de allí.

Quizás ese había sido el problema.

Desde que Vivian juntos como una pareja, las cosas poco a poco habían empezado a cambiar. O para él al menos. Siempre, siempre había sentido cariño por Jane eso era innegable. Y ahora todo se estaba desmoronando.

Su teléfono sonó. Rápidamente lo saco de sus pantalones. Una punzada de decepción lo recorrió. No era Jane.

-Hola cariño –la dulce voz de Ellie Stevens se escuchó de otro lado-¿Sabes dónde esta Jane? He tratado de llamarle pero no me atiende.

-Hola Ellie. No, no tengo idea –Sí que tenía idea pero no de donde sino con quien.

Ellie frunció el entrecejo. Siempre obtenía respuesta de la ubicación de Jane con Noah.

-De acuerdo, cariño. Seguiré llamándola. ¿Quisieras venir a cenar en casa? ¿Está todo bien?

LUEGO de terminar la conversación y ducharse, Noah se encontraba llegando a calle de Ellie cuando la vio. Jane bajándose del auto del gilipollas de Julián. ¿Qué mierdas hacia ese tipo allí?

Esto se iba a poner interesante.

Él ya no tenía dudas que Jane tenía que ser para él. En todo el camino no hizo más que pensar en eso. Lo que había pasado con la vecina no significo nada. Y supo que estaba perdido porque en ningún momento Jane salió de su cabeza. Ella, su amiga había despertado más sus sentidos con el simple beso que todo lo ocurrido con su vecina. Incluso su desempeño fue fatal. Maldición.

Él quería ver los ojos de Jane brillar de placer y obscurecerse con malicia mientras tocaba su cuerpo. Solos los suyos. Quería oírla reír con esa espantosa risa suya, y bromear como solo podía con ella. De alguna manera tenía que hacerle entender en esa pequeña cabecita que era suya. Y lo iba a hacer. Tenía que conquistarla de una manera u otra. Eso haría... después de todo, él la conocía como nadie. Esa sería su gran ventaja.

Mi Chica RudaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora