Capítulo 4: El masaje.

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Cuando Noah vio la cara de pánico de Jane por la simple mención de ayudarla a ducharse supo que había sido una mala idea.

–Quita esa cara. Es una broma… tonta –exclamó sonriendo.

Jane exhaló, profundamente aliviada, la idea de Noah duchándola le ponía los nervios de punta, razón por la cual confirmaba que tenía una especie de droga en su organismo. Dios… Era Noah, sólo quería ayudarla y ya la había visto desnuda anteriormente, no era nada del otro mundo.

Noah la puso sobre sus pies y ella se miró en el espejo del baño. Se veía sumamente pálida, sus labios estaban adoptando un color morado, muy parecido al moretón del tamaño de Venezuela en su ojo derecho, tenía raspones alrededor de la mejilla y todo su cuerpo estaba en las mismas condiciones.

Joder con el patético día, el plan había fallado, Rick estaba herido y estaría fuera de servicio y ella tendría que solucionar el problema con Julian, sólo uno podría seguir con el caso y Jane sospechaba que el director del FBI no se iba a poner a su favor, menos si el agente contaba que le había salvado el pellejo.

–Te buscaré una crema para eso –Noah salió del baño mientras Jane seguía observando su fantasmal reflejo, su cabello estaba más desordenado de lo usual, sus ojos verdes estaban cansados y dilatados, no lucía nada bien.

Repentinamente se sintió mareada, puso sus manos en el lavamanos y práctico unas respiraciones profundas. Sin duda alguna necesitaba una ducha para despejar su mente,  y si tenía suerte alejar esa sensación de su cuerpo. Un extraño calor se extendía por todas sus extremidades.

–¿Qué sucede? –preguntó su amigo entrando y tocando sus hombros, ambos se veían a través del espejo. Noah también lucia cansado, su cabello rubio estaba desordenado pero él no se veía desaliñado en absoluto, al contrario, parecía darle cierto atractivo. Malditos genes, pensó Jane envidiándolo. Odiaba a las personas que tenían la capacidad de lucir bien sin siquiera peinarse.

–Necesitas cortarte el cabello, pareces una niña –bufó para mosquearlo, mientras trababa de no reírse. Si no se lo cortaba en una semana se lo podría recoger fácilmente con una coleta. Look que tampoco le quedaba mal al dichoso.

–¿Quieres que pierda mi fuerza? ¿Qué planeas… bruja? –Musitó quitando sus manos de los hombros de Jane y apretándose contra ella dándole un cálido abrazo por la espalda.

–¿Qué fuerza? ­­Los hombres de verdad usan el cabello corto. Tu incluso te puedes hacer trencitas ¿Quieres que te las haga? Que nena…

Si ella pensaba hacerlo enojar para que la dejara sola, no lo iba a conseguir. Jane miró lo que el espejo le mostraba: Noah estaba detrás de ella, y quitaba las manos de su abdomen, rompiendo el abrazo, pero en vez de apartarse, su mano lentamente subió y empezó a desabotonarle la camisa de su uniforme policial, le había pedido que se lo llevase al buscarla en el hospital, ya que el que tenia puesto había quedado reducido a tiras gracias a Julian y odiaba las batas de los hospitales.

–¿Qué demonios haces? –preguntó en un susurro aunque era evidente lo que Noah estaba haciendo. Se suponía que era una broma lo de la ducha...  ¿No?

–Te ayudo –Noah estaba sumamente concentrado mordiendo su labio inferior mientas trataba de desabrochar el primer botón y no podía ¿Acaso eso era una jodida camisa de fuerza?

–¿Esta no es tu especialidad cierto? –Jane no pudo evitar reír, para que Noah pudiese quitar el primer botón tendría que desabrochar el prendedor que tenía en la parte interior de la camisa, Jane se los mandaba a poner para evitar que se abriera con facilidad, lo que menos le apetecía era anda mostrando sus pechos.

Mi Chica RudaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora