Capítulo 42: Concilio.

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A Jane se le partió el corazón y le vinieron unas ganas irresistibles de abrazar a Julián y consolarlo. Lo conocía. Él era mejor que eso. En este momento no le dolían en absoluto las palabras dichas, y aunque no le gustaba que dudara de Noah, podía entenderlo. Ella también era impulsiva en extremo.

Le habían arrebatado a sus sobrinos, las personas más importantes en su vida y Jane solo quería abrazarlo y consolarlo, acariciarle el cabello, mirar sus bonitos ojos y asegurarle que todo iba a estar bien. Juntos se encargarían de ello sin importar lo que tuviesen que hacer. Sin importar las consecuencias.

Jane estaba dispuesta a todo por recuperar a esos niños. Habían compartido tanto, se habían entregado por completo, incluyendo sus corazones, y ahora el dolor de él era suyo. No dejaría que el miedo nublara su juicio y quebrara su esperanza.

Se plantó frente a él. Lo observó, enfurecido y destrozado. Temblando de ira y de miedo. Lo quería. Quería a Julián como no había querido a nadie. Él le había enseñado lo que era el amor. También se había arriesgado por salvar a los suyos, a su familia. Ahora formaba parte de ella. Su familia. Su compañero. Su vida.

—No, Julián. No lo dices en serio —miró sus pupilas, sus ojos rasgados y sus tupidas pestañas se esforzaban por contener lágrimas. Podía ver el miedo en su interior y era chocante ver a un hombre tan fuerte y con ese carácter tan indefenso y expuesto— Confío en Noah con mi vida. Y sé que sabes que no tiene nada que ver en esto. Solo hay un culpable... Y le haremos pagar. Créeme.

Jane lo decía sin ápice de duda. Era pasmante escucharla, absolutamente segura ante semejante catástrofe, más bien, parecía ansiosa por encontrar a Tony y hacerle pagar.

Julián se negó a llorar. De algún modo siempre lograba sorprenderlo y demostrarle que era demasiado buena para él. Se rehusó a llorar, aunque sentía que flagelaban su corazón cada segundo que pasaba sin conocer el destino de sus sobrinos. Estaba tan harto de esto, del dolor, de las perdidas, de las injusticias, de pertenecer a este mundo cruel y visceral del que formaba parte.

—Es... estoy aterrorizado —reconoció sin titubeos. Buscando el refugio y bálsamo que sabía encontraría en Jane. No se sentía así con nadie. Nunca se había sentido así. 

—Vamos a recuperarlos. —afirmó Jane a la redonda. Y aunque tenía miedo y sabia la clase de criminal que enfrentaban, no le importó. Su familia ya estaba a salvo, había conseguido sacarlos del país donde Tony no tuviese acceso a ellos. El hijo de puta ya no podía lastimarlos. Si tenía que embarcarse en una temeraria misión para rescatar a los niños, lo haría. De hecho, lo estaba ansiando. Tony ya le había quitado demasiado. No dejaría que también le arrebatara el corazón a Julián. Puso sus manos en su nuca, le acaricio levemente su cabello y junto su frente a la de él— No estás solo. No importa lo que debamos hacer. Lo haremos juntos, ¿De acuerdo?

Julián respiró profundamente, miró su rostro y agradeció al cielo por tenerla. Admiraba su fuerza, amaba la valentía de Jane, pero no podía permitir que algo le pasara por su culpa. Él tenía que resolver todo esto. Trago saliva y la miro fijamente. Con lo testaruda que era tendría que ingeniárselas para apartarla.

El móvil en su bolsillo reclamo su atención y un miedo atroz le recorrió el espinazo. El numero era desconocido, pero ambos se miraron inquietos sabiendo quien llamaba y exactamente lo que quería. No tenían opciones.

Jane asintió y Julián apretó su mandíbula, el tiempo de lamentos había pasado, era hora de actuar, de cada paso que diera desde ahora dependería la vida de sus sobrinos, de nuevo inspiró profundo y contesto.

La gruesa voz de Tony Montana se escuchó al instante. Serena y burlona.

—Mi querido amigo.

—Ve al grano, Tony —rugió Julián impaciente— No iba a seguir su maldito juego.

Tony disfrutaba la posición en la que se encontraba. Estaba en control y Julián obedecería cada una de sus demandas. Como todas las personas con las que negociaba. El miedo era poder.

— ¿Así me tratas? —Julián no decía nada y Tony soltó una risita burlona— Vamos. Creí que éramos buenos amigos.

— ¿Lo éramos? — Podía imaginar la sonrisa en el rostro de Tony. ¿El hijo de puta quería bromear? Sintió como Jane le tocaba el hombro, apaciguándolo. Ella percibía lo enfurecido que estaba, lo tenso que estaba su cuerpo y lo amenazadora que era su mirada.

Julián quería exterminar. Una furia desmedida lo consumía. Si Tony se atrevía a lastimar a los niños iba a matarlo. A él y a todas las personas relacionadas. Ninguno saldría con vida. Lo juraba por el recuerdo de Chloe.

—Claro —Tony chasqueó la lengua— Cuando eras mi perra, hacías mis trabajos sucios y disfrutabas de ello ¿Te gustaba verdad? No puedes mentirme. Por eso no entiendo que ahora quieras joderme, sabes que esto no tendrá un final feliz para ti.

Si, conocía a Tony. Pero Tony no lo conocía a él. Interpreto un papel para acercarse y ganárselo. Solo eso. Ahora realmente iba a conocerlo.

—Quizás, pero me aseguraría que tampoco tengas uno.

La tensión entre ambos podía cortarse con un cuchillo. Esta no era una plática corriente, las amenazas no eran en vano. Muchas vidas estaban en juego.

—Lo sé. Los dos tenemos mucho que perder de modo que podemos llegar a un concilio. Ambos ganamos. Quiero a Avery. Y también a Stevens. Es un trato justo.

Julián trago saliva, consternado. Sintió como si un puñal le atravesara el esternón. Lo de Avery era evidente. 

— ¿Jane? ¿Qué tiene que ver en todo esto? Como debes saber, ni siquiera lleva tu caso.

Los ojos de Jane se ampliaron con pánico al escuchar su nombre. Repentinamente recordó las cosas que Tony le había dicho y hecho el día que la emboscaron con Rick. No entendía. Ya Tony le había arrebatado primero a su compañero, luego a su hermana, y si no fuese por Julián a sus padres también. ¿Además el hijo de puta la quería a ella? No dudaba que existía un trasfondo.

—Ya lo sé. Tendrás que decidir, ¿ella o la pequeña Nora? Podría jugar con ambas. 

Julián apretó con tanta fuerza el móvil en su mano que creyó iba a destrozarlo.

—Te la entregare.

—Sí. Eso creí. Además, la policía debe estar ansiosa por verme—se mofo Tony— ¿Tenemos un trato?

Julián le dedico una mirada de impotencia y culpa a Jane.

—Si. Lo tenemos.

Sonaba seguro, y no estaba mintiendo. Su mente estaba maquinando a la velocidad de la luz. Tenía que darle a Tony lo que quería, o al menos, aparentar que iba a hacerlo.

—Muy bien. Saca a Avery de prisión. Tienes dos horas. Sabré cuando la tengas entonces te llamare e indicare la ubicación para el intercambio. No hagas algo estúpido. Ya me conoces... Sabes de lo que soy capaz.

La línea se cortó. Julián fijo su mirada en Jane y le flaquearon las piernas, ella era valiente y protectora con los suyos, había querido sacarla de esto, pero ahora, no tenía opción. La necesitaba. Y también necesitaban el mejor de los planes. 

Primero lo primero.

—Vamos por Avery.

Mi Chica RudaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora