Capítulo 49: ¿Confías en mí?

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Jane se estremecía de dolor. No era una agonía física lo que le impedía respirar, era un vacío, una nada que amenazaba con engullirla internamente. Las entrañas le quemaban como ácido al pensar en Julian.

-¿Me está escuchando? -preguntó uno de los paramédicos- Hay que trasladar a los niños al hospital. Siguen inconscientes, hay que hacerle unos exámenes de toxicidad.

-Si... -se tocó el brazo nerviosa-. Esta bien...

Jane hablaba y respiraba por inercia. No había visto a Julián. Se rumoraba que varias personas habían fallecido y ella se rehusaba a indagar y ver si Julián estaba entre ellos. No lo resistiría.

-Suba a la ambulancia. Ya vamos a salir -le indico el paramédico.

-¡No! Yo no puedo irme... Estoy esperando a alguien.

-No podemos trasladar a los menores sin algún representante. ¿Es usted familiar?

Jane no supo que decir.

-Ve con ellos -Le pidió Noah-. Los bomberos controlaron el fuego y dicen que aún hay personas por evacuar del edificio. Todo estará bien, Jane. Quizás ellos estén entre los que trasladaron directamente al hospital. Además, mira tu brazo. No luce bien. ¿te duele?

Vio lo ojos azules de Noah con determinación.

-No siento ningún dolor físico, Noah. No me moveré de aquí hasta ver a Julián.

Testaruda. Una de las principales características de su amiga.

-¿Confías en mí? -le preguntó esperanzado.

No era la primera vez que Noah le preguntaba algo así. Ella también le había formulado la pregunta en más de una ocasión, en especial cuando estaba por empujarlo a cometer una locura. La respuesta de ambos siempre era la misma. Confiaban ciegamente en el otro.

-Sí -Jane lo abrazo con fuerza, él intento consolarla con palabras mientras le acariciaba el cabello-. Tengo tanto miedo, Noah.

-Lo sé, cariño. Lo sé... yo también estoy asustado -reconoció- Anda... Ve con los niños, Julián se alegrará de ver que estas con ellos.

Él la beso en la frente y cuando se fue usó su placa policial para obtener acceso hasta donde los civiles no podían llegar. No. No lo creería hasta verlo con sus propios ojos. Zara no podía morir, no podía irse de su vida así nada más. Como si nunca hubiese existido cuando apenas empezaba a conocerla de verdad.

Una punzada terrorífica hizo que le temblaran las rodillas, pero la aguanto con estoicismo y se obligó a continuar.

Cuatro personas habían fallecido a causa del incendio. Conforme Noah se acercaba el aire se escapaba de sus pulmones. Dos de ellos eran adultos mayores. Cuando se acercó hasta la tercera víctima el labio inferior le empezó a temblar y fue entonces cuando la vio.

-Zara... -Susurro consternado.

Sintió un dolor físico en el corazón causando un daño irreparable. Era ella.

Las llamas no la habían alcanzado, pero su cuerpo estaba cubierto por una película negra a casusa del humo y hollín. Las piernas se le debilitaron y sin contenerse lanzó un grito de dolor, era eso o estallaría de ira y pena.

-Lo lamento -musitó una de las médicas mirando el afligido rostro de Noah -, Tratamos de salvarla, pero estuvo mucho tiempo expuesta al humo y sus vías respiratorias se obstruyeron.

Noah apretó sus puños, todo el cuerpo le temblaba, con frustración se pasó la mano por el cráneo y tiro de sus cabellos desesperado. Sentía sus órganos licuarse y un profundo dolor dividirle el corazón en dos.

Mi Chica RudaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora