Capítulo 47: Venganza, pasado y promesas.

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Tony Montana observo con detenimiento el charco de sangre que se esparcía con premura sobre el suelo de madera, la caoba estaba siendo reemplazada por un carmesí brillante que le resultaba hipnótico.

-Al menos cierra sus ojos. No seas insensible -le sugirió Avery con burla.

Él no sonrió.

-Si me dieran una moneda por cada vez que me han traicionado, seria millonario -reflexionó mirando los ojos vacíos del cuerpo inerte que seguía atado a la silla.

-Pero ya eres millonario. Además, has hecho pagar a los que te han traicionado.

El cuerpo desfigurado y sangrante parecía escuchar la conversación, la mueca de espanto en su rostro afirmaba el comentario de Avery. Él ya habia pagado.

-No. No todos han pagado, pero lo harán -sonrió suavemente. Enumeró algunas de sus deudas pendientes, ideando el modo prefecto de saldarlas.

- ¿Qué piensas hacer?

Tony se sirvió una nueva copa de whiskey, agregó cuatro cubos de hielo y extendió la copa hacia el cadáver mutilado en medio de la habitación.

-Ahora haré un brindis. Esta va por ti, Rick.

Saboreó su trago. Le resultó exquisito y refrescante, igual que la venganza.


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Jack Stevens era un hombre respetable. Cualquiera que lo conociese diría lo mismo. Tenía una implacable carrera policial, una merecida jubilación, una esposa a la que era fiel, unas hijas a las que amaba, una casa que cuidaba y hasta sus impuestos sin falla pagaba.

Jack era veterano. Y antes de que la experiencia, las condecoraciones y las canas llegaran, hizo algo horrible de lo que nunca hablaba.

Compartió su niñez y adolescencia con su mejor amigo al que llegó a considerar un hermano. Su mejor amigo era huérfano y encontró en Jack y en su familia un hogar. Crecieron al mismo paso que lo hizo su hermandad, hasta que cada joven debía decidir qué carrera tomar, a que universidad ir y qué hacer con su futuro. Fue entonces cuando sus caminos se separaron. Jack paso a ser un joven policía en sus comienzos, su amigo -a escondidas-, era lo opuesto, un criminal en pleno crecimiento.

Cuando Jack se graduó, al poco tiempo se casó y quiso darle las buenas nuevas a su distante amigo, quien ya tenía un hogar propio. También quería confrontarlo por el cambio y la distancia que con los años se incrementaba. Fue entonces cuando su amigo le confeso la verdad. Eran de mundos diferentes y aunque lo habían intentado, el agua y el aceite no podían mezclarse. Jack aun lo amaba y veía la posibilidad de salvarlo antes de que fuese demasiado tarde. Le dio dos opciones, o dejaba el mundo en el que estaba sumido o él lo llevaría ante la ley.

Pero era demasiado tarde. El amigo descarto la primera y segunda opción. Opto por idear una tercera: matar a Jack. Había saboreado el poder y no estaba dispuesto a perderlo todo. Era el único modo de mantenerse en el anonimato.

Mi Chica RudaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora