- Segunda primera vez -

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Me apoyé en la baranda del balcón y miré hacia abajo. Observé el trafico moderado de aquellas horas de la tarde, los automóviles eran diminutos y los transeúntes parecían puntitos con sus paraguas abiertos. En verdad nos encontrábamos en uno de los edificios más altos de la ciudad, y nada más ni nada menos que en el penúltimo piso. Por un momento sentí vértigo de la altura y decidí alzar la vista hacia el cielo, donde las nubes eran oscuras, espesas, y dejaban caer una llovizna gruesa.

Leo me había dejado vagar por el departamento mientras él buscaba alguna película para pasar el rato, porque obviamente eso era parte de los planes de hoy... además de la comida y el besuqueo. Hablando de besuqueos, llevaba alrededor de tres horas a solas con él y la verdad era que no hubo mucho de eso. Me daba la impresión de que me había estado escapando inconscientemente de él y que Leo, con su sexto sentido, entendió un mensaje similar a"Estoy histérica, no te me acerques"

La verdad era que no quería enviarle ese mensaje, pero era cierto que estaba caminando de un lado a otro solo para quitarme los nervios de encima y por eso había llegado al balcón. El aire era frío y me había despejado la cabeza, por lo que fui consciente del nudo que tenía en el estomago y los leves temblores que me recorrían el cuerpo.

Creo que nunca antes la posibilidad de tener sexo me había puesto tan ansiosa, era casi como si no supiera qué hacer, lo que estaba bastante lejos de la realidad a estas alturas. Miré por sobre mi hombro hacia el interior del departamento, Leo estaba sentado cómodamente en el sillón, con el control remoto en la mano y una mirada de concentración en el rostro mientras observaba el televisor. Suspiré, comprendiendo que no era el acto mismo el que me ponía los pelos de punta, sino él.

Llevaba alrededor de un mes saliendo con Leo y, si bien no era mucho tiempo, me había hecho sentir cómoda y a gusto; era cariñoso y atento conmigo, además de que tenía ese algo que no podía describir que lo hacía tan atrayente físicamente. No era solo una cosa superficial consecuencia de que era lindo, era algo más que eso, como si estuviéramos en la misma frecuencia.

Me habría gustado que las cosas se dieran naturalmente, pero como a mi cerebro se le había ocurrido la excelente idea de problematizarlo, todo eso ya no era posible. Tal vez las cosas eran más simples de lo que creía, Leo no me estaba presionando a hacer nada y eso me daba la posibilidad de simplemente dejar de lado todo el asunto y volver para relajarme con él.

Le eché un último vistazo al paisaje, la ciudad comenzaba a encender sus luces y el cielo se veía de un gris muy oscuro. Me di la vuelta lista para entrar y ver la película, abrí la puerta corrediza con suavidad para que no se colara la brisa y cerré de inmediato.

-¡Oye!- me llamó.

Mis ojos cayeron sobre él, estaba sonriendo como si verme aparecer fuera una agradable sorpresa y me hizo un gesto con la mano para que me acercara. Me quedé apoyada en el vidrio de la puerta. Él comenzó a hablar de algo, de la película probablemente; pero yo me quedé prendada del sonido suave y grave de su voz, de su figura relajada sobre el sillón y el bonito perfil de su rostro. Se me aceleró el corazón.

-Leo.- le dije, dando dos pasos hacia él.-Vamos a hacerlo.­- lo apunté.

¿Por qué lo apunté como si lo regañara? Ni idea, pero me fue obvio que la forma en la que me aproximé lo desconcertó. Sus ojos claros se entrecerraron ligeramente cuando se alzaron para mirarme y me miró directamente, como si tratara de no perderse ninguna de mis expresiones.

-¿Quieres ser más especifica?- preguntó, un deje de diversión en su tono.

-Lo he estado pensado cuidadosamente, he consultado con mis amigos y creo que tiene que pasar.- dije, algo distraída.-Quiero que pase, es solo que he estado un poco histérica porque... no lo sé, estoy nerviosa y creo que me tiemblan cosas que no sabía que podían temblar, pero eso es... ¿normal?- le pregunté.

Mi Último AñoWhere stories live. Discover now