- Una primera cita -

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Miré por la ventanilla del automóvil hacia el parque. Los vidrios polarizados hacían que el exterior se viera más oscuro de lo que era en realidad, pero aún así podía adivinar que se trataba de un día gris y frío. Algunas personas que caminaban por las veredas llevaban las manos escondidas dentro de sus bolsillos, otros tenían la cabeza cubierta con gorros de lana.

Me ceñí la bufanda alrededor del cuello cuando creí reconocer a Leo atravesando la calle y casi al instante sentí que mi teléfono móvil vibraba dentro del bolsillo de mi abrigo. Lo saqué y leí su mensaje, el cual simplemente me confirmaba que había llegado. Sonreí, luego inspiré hondo y le toqué la ventanilla al chófer.

-¿Me veo decente?- le pregunté.

-Se ve muy bien, Srta. Maya.- me dijo Rob, dándome una mirada de animo.

-Genial.- reí.-Te llamaré en unas horas para que me recojas, ¿sí?-

-Estaré atento.- asintió.

-¡Adiós!- me despedí.

Esta no era la primera vez que me reunía con algún chico que había conocido durante una noche de festejo, esas relaciones solían ser muy cortas y amistosas más que nada; pues los que querían llevar las cosas más allá se llevaban un disgusto cuando descubrían que no estaba muy dispuesta a acostarme con ellos. Entendía que quizás les había dado la impresión de que algo así podría pasar, pero estaba lejos de la verdad... Aún no me sentía cómoda haciendo eso con alguien más además de Val.

Suspiré escondiendo mi boca y nariz dentro de la bufanda mientras iba al encuentro de Leo, esperando que por favor no fuera de esos y simplemente quisiera conocerme un poco más. Digo, no me iba a quejar si trataba de besarme... pero no quería que me viera como una conquista cualquiera.

-Hola.- lo saludé.

Él me sonrió animado y estiró un brazo en mi dirección, el cual me rodeó los hombros y me atrajo hacia él. Dejó un beso en mi mejilla, sus labios estaban fríos al igual que su nariz. Lo miré de reojo, pues esta era la primera vez que lo veía a la luz del día; tenía unos ojos pardos que resaltaban en su tez morena y su sonrisa era realmente amistosa.

-Es bueno verte.- dijo cerca de mi oído.

-Me alegra que llamaras.- le dije, distanciándome un poco.

-¿No creerás que te había olvidado?- preguntó alzando una ceja.-No pido números sólo porque sí.- aseguró.

-Eso no lo sé.- sonreí.

Leo pareció morderse el interior de la mejilla, tenía una expresión divertida en el rostro que lo hacía verse despreocupado. No se veía nervioso ni ansioso, por lo que decidí seguir su ejemplo y simplemente disfrutar de su compañía sin pensar demasiado en ello.

-Supongo que tendré que demostrártelo.- comentó echándose a andar.-Pero antes necesito preguntarte algo, ¿quieres que me encargue de esta cita o prefieres hacerlo tu?- quiso saber.

-Tu querías que nos reuniéramos aquí.- dije mirando hacia el parque.-Supuse que tenías algo en mente.-

-La verdad es que no.- rió.-Pero es un lugar muy central, prácticamente podemos ir adonde se nos ocurra.- dijo alzando los hombros.

Tenía razón. El parque cubría varias cuadras en medio de la ciudad, era perfecto para caminar y pasar el rato; pero también tenía a ventaja de estar cerca de estaciones de metro que podían llevarnos a cualquier otro punto de interés.

-¿Por qué no nos quedamos aquí un rato?- sugerí.

-Perfecto.- sonrió.

Nos adentramos en el parque a paso lento y perezoso, sin estar apresurados por llegar a ningún lugar. A nuestro alrededor se extendían áreas de pasto húmedo y arbustos silvestres; los arboles no tenían mucha vegetación debido a la época y no escuchaba el sonido de los pájaros que se disfrutaba durante la primavera. Hacía frío, pero aún así habían unas cuantas personas paseando y charlando en las bancas mientras sostenían vasos de café.

Mi Último AñoWhere stories live. Discover now