- Más de un corazón roto -

79 12 1
                                    


Val se fue a eso de las cinco de la mañana, se despidió de mi con un largo abrazo y un beso de lo más tierno que perdió la ternura cuando bromeó acerca de mis infortunios. El chico era todo un amor cuando estábamos en la cama, pero cuando eso se acababa volvía a su yo burlón y constantemente fastidiado. Quizás era eso lo que había sostenido nuestra relación como era, esas dos caras.

Me levanté a las diez, cuando escuché movimiento en los pasillos de la casa y ya me había cansado de sufrir a solas. Me envolví en una bata de algodón purpura y bajé las escaleras arrastrando los pies, al pasar por la sala vi que estaba nublado y que el termostato de la casa mantenía la temperatura templada al interior.

Mamá y papá estaban sentados en la cocina, desayunando mientras charlaban con toda la naturalidad del mundo. Desde que papá había vuelto a casa que la atmósfera se sentía cada vez más relajada, al principio era un poco tensa; pero era obvio que habían resuelto sus diferencias.

-Buenos días.- me dijo él.

-Hola.- lo saludé.-Hola.- saludé a mamá.

Al ser fin de semana nos encontrábamos solos en casa, por lo que el desayuno estaba preparado con anticipación. Me serví una tasa de café intenso y luego puse mermelada de moras sobre una linda tostada, estaba hambrienta y muerta de sueño.

-¿Todo bien?- preguntó papá.

-¿No le ves la cara?- lo regañó mamá.-Maya, si quieres nos puedes contar por qué pareces un zombie.- dijo con suavidad.

-Bueno... suspiré mirando mi taza.-El amor de mi vida es gay, así que mis oportunidades se fueron por el drenaje.- les dije resignada.-Sólo tengo que aceptar el dolor, me doy de dos a tres semanas.-

-¿Necesitas apoyo moral? ¿que digamos que es un mal chico o que simplemente te dejemos ser?- quiso saber.

-Quiero comer helado.-

-No.- dijo papá.-¿Acaso nunca va a asumir que es intolerante?- le preguntó a mamá con una mueca de incredulidad.

-¿Quieres ir de compras?- preguntó mamá.

-Creo... que iré a llorar con Alan.- resolví.-Me dijo que quería terminar con su novia, quizás podamos lamentarnos juntos.- sonreí.

-Excelente idea.- dijo ella.

Desayunamos con normalidad, charlando acerca de lo que estaba sucediendo en nuestras vidas y así me enteré que mamá quería modernizar el sistema de seguridad de tres hoteles y que papá viajaría al extranjero en dos semanas. Por mi parte, además de lamentarme, les conté que todo estaba bien en la academia, que estaba estudiando como la chica responsable e inteligente que era y que iría a la oficina de la orientadora la próxima semana para comenzar a decidir qué carrera iba a elegir.

Tenía tres opciones en mi cabeza, profesiones que sin duda me ayudarían cuando fuera parte de la junta de directivos de los hoteles. Sólo necesitaba un poco de guía para dar con la indicada, no quería equivocarme y desperdiciar un año de mi juventud en una carrera que no era para mi.

A eso de mediodía me eché sobre un sillón en mi cuarto y comencé a leer un libro de amor y desamor, principalmente porque estaba de humor para sufrir por una pareja ficticia y todos los obstáculos que tenían que superar para estar juntos. Quizás estaba proyectando mis sentimientos, pero eso siempre me había funcionado.

Cerré el libro cuando iba por la pagina cincuenta y la pareja tenía su primera gran pelea, pero en vez de continuar hasta la inevitable reconciliación decidí dejar la lectura y cambiar a otro medio de distracción. Encendí mi televisión y vi Titanic, una película apropiada.

Mi Último AñoWhere stories live. Discover now