23: Conviviendo con el Cáncer

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Con el paso de los días, David comenzó a hacerse intensas sesiones de quimioterapia. Como sus hijas aún no estaban enteradas de la enfermedad que lo aquejaba, se las arregló para ir cuando ellas estuvieran yendo a la escuela y a la universidad respectivamente. En el caso de Coco, ella se mantenía firme con la promesa que le había hecho a su amigo, no sin prestarle la debida atención y acompañarlo a su regreso de su tratamiento y evitando a toda costa que tanto Lucy como Laurie comenzaran a sospechar. Sin embargo, la quimioterapia dejaba muy debilitado al artista, con dolores de cabeza, cuerpo, vómitos constantes y mucho cansancio. A modo de artimaña, siempre que David llegaba a la casa se tumbaba en su cama a descansar durante el tiempo que duraban las jornadas de las niñas. A su regreso, se lavaba el rostro y Coco se encargaba de maquillarlo para hacerlo lucir saludable y tapar todo rastro dejado por la quimioterapia, no obstante hubo veces que él se quedaba dormido y en una ocasión Laurie le preguntó por qué tenía el rostro tan pálido, David en cambio se limitaba a responder que había tenido un dolor de estómago y que por eso lo hacía verse tan pálido. 

Aquella tarde de jueves, David había regresado de su sexta sesión de quimioterapia en el hospital. Su cuerpo estaba temblando como una hoja, pues luego de haber vomitado y tenido un insoportable dolor de cabeza, sumado al tratamiento lo habían dejado exhausto. Tumbado en el sofá, fue arropado con una suave manta por su amiga Coco.

_ Con esto se te va a quitar el frío - le susurró intentando aliviarlo - Pobrecito, qué mal te hace la quimioterapia.

Entre tanto, David seguía gimiendo por el dolor corporal que estaba experimentando en ese momento.

_ Me he sentido pésimo, Coco. Vomité toda la noche. ¿Las niñas no se han dado cuenta de nada, cierto?

_ No, pero están bien preocupadas. Especialmente la Lucy, que me preguntó por qué pasaste toda la tarde de ayer encerrado en el dormitorio, yo le dije que estabas con esos dolores de estómago que te dan a veces - le respondió Coco.

_ Es mejor así, que no sepan nada. No quiero que ni Lucy ni Laurie descuiden sus estudios - recalcó el hombre.

_ ¿Y a Imán, cuándo le vas a decir?

_ ¿De nuevo me preguntas por esa mujer? - preguntó David molesto al oír el nombre de su ex.

_ Perdóname, David, pero siento que ella también tiene derecho a saber lo que te está sucediendo - insistió.

_ Ella no tiene por qué enterarse, Coco. No me hables de derechos, porque no los tiene. Además, ayer hablé con un abogado y estoy tramitando el divorcio.

_ Pero, David, yo creo que estás cometiendo un error - volvió a insistir la anciana, en un intento de convencer a su amigo a que recapacitara - Mira, ponte a pensar que ella lo hizo por mejor, por amor, por no dar problemas. ¿Cuándo se iba a imaginar que te ibas a enojar tanto con esto?

_ ¿Por amor? - exclamó David manteniendo su frialdad con algo de asombro - Ocultarme esa información que es sumamente importante para mí, eso no se hace. Eso es una traición, Coco. No corresponde lo que ella hizo. Yo quiero tener a mi lado una mujer leal y honesta. Eso sí que no lo voy a aguantar. 

_ Piénsalo, amigo mío, piénsalo - le sugirió con tranquilidad - Ya, tranquilo, recuéstate y descansa.

_ ¡Ay, me duele! ¡Cómo duele! - gimió él, mientras se acomodaba para descansar y liberarse un poco de los estragos que el tratamiento le había dejado en su organismo.

Al día siguiente, David se levantó temprano debido a que consideró que se sentía lo suficientemente bien como para ir a dejar a sus hijas a sus deberes. Luego de ducharse, vestirse con su tenida juvenil y de afeitarse, decidió peinar sus delgados cabellos castaños. Al momento de pasar el peine por su cabeza, notó que éste salió con un gran mechón de pelo marrón. Cuando vio ese mechón, lo colocó en la palma de su mano y lo apretó con fuerza hasta cerrar firmemente sus labios y llorar frente al espejo. Aquel cabello que tanto cuidaba a diario, se caía y lo iría perdiendo poco a poco producto de los devastadores efectos de la quimioterapia


Ella no es mejor que yoWhere stories live. Discover now