19: Resentimientos

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Al día siguiente, Coco había llegado temprano para ir a dejar a la pequeña Laurie a la escuela. Durante el trayecto la pequeña no paraba de hacer preguntas del por qué Imán se había ido de la casa tan repentinamente, la anciana para mitigar las cosas le contó a la niña que ella y su padre habían tenido una discusión muy fea; sin embargo, Laurie pensó que la razón de dicha pelea tuvo que ver con su hermana, pero como no quizo seguir con el tema guardó silencio. Mientras tanto, en casa de los Bowie, David bebió con calma un café bien amargo para pasar las penas, se dejó caer en el sofá y cerró los ojos. Su hija, Lucy aún dormía cómodamente en su lecho, sin saber que su rival había abandonado el hogar. David, por su parte, mantuvo los ojos cerrados, estuvo a punto de quedarse dormido, no sin antes depositar su taza de café en la mesita de centro, hasta que fue interrumpido por la presencia de su amiga Coco.

_ ¿Cómo te sientes? - le preguntó ésta sentándose a su lado.

_ Deprimido, qué más puedo pedir si ayer recibí la peor de las desgracias. Estoy más tranquilo, sin la presencia de esa mujer - dijo David con un tono bastante frío.

_ ¡Ay, David! - suspiró la anciana - ¿Estás seguro de tu decisión?

_ Coco, te voy a pedir que no te metas en esto. Este es un problema personal mío, ¿está claro? - le respondió su amigo tajante.

_ Está bien, está bien, no me meto entonces. Voy a cerrar mi boca - vaciló la mujer.

De repente, a David le sobrevinieron unos fuertes dolores en el estómago, respiró hondo para apaciguar el dolor.

_ ¿Ves, ves lo que ocurre cuando te pones nervioso? Al tiro te dolió - le regañó Coco - Ya, amigo, tienes que calmarte, esto va a pasar.

_ ¡Ay, coco, no sé qué hacer para vivir con esto! - gimió David consumido por los dolores - No sé cómo hacerlo, no sé.

_ Tranquilo, tú vas a salir adelante, si tú puedes, yo sé que lo harás - lo alivió su amiga, poniendo sus manos sobre las de él - Imagínate toda la fuerza que tuviste que poner cuando se murió la Angela, tú de lo más bien que te pudiste levantar con las niñas.

_ Sí, Coco, pero en esa época nadie me mentía y ahora no sé. Tengo tanta pena, tanto dolor en el corazón. Es un sufrimiento que me come por dentro - se quejó David, gimiendo por los dolores estomacales.

_ Tranquilo, tu hija, tu niñita está sana. Aquí no es tan grave el problema. Mira, trata de descansar mientras yo voy a buscar una pastilla para que se te pase el dolor - le dijo mientras se incorporaba.

_ Está bien - suspiró David agitado.

En eso, Lucy apareció del pasillo, completamente seria, con el rostro pálido y somnoliento. Al verla de pie, apoyándose en la pared y con los brazos cruzados en el pecho, David le preguntó.

_ ¿Cómo te sientes?

_ Mejor - musitó la joven con voz apagada.

_ Tú y yo tenemos una conversación pendiente - le anunció tajante.

_ Sí, sí sé, si me vas a echar de la casa es mejor que me lo digas de inmediato.

_ ¿Pero, cómo te voy a echar? Yo jamás haría algo así.

_ ¿En serio?

_ Sí, lo que sí es que algunas cosas van a cambiar en esta casa - le dijo manteniendo su firmeza.

_ ¿Qué?

_ Por ejemplo, desde la universidad te vienes directo a la casa. No quiero más amigos, ni carrete, ni tampoco borracheras. ¿Está claro?

_ Ahora la casa es una cárcel - respondió la joven con incredulidad.

_ No, no se trata de eso. Pero ésta es mi casa y aquí vamos a cumplir mis reglas - le corrigió el hombre, sin despegar la mirada de su hija.

_ ¿Todo esto es porque soy lesbiana? 

_ No, eso no tiene nada que ver. Lo que sí tiene que ver es que eres una mentirosa. Dime algo, ¿desde cuándo se viene dando esto? - le preguntó su padre intentando obtener una explicación de parte de Lucy.

_ Desde los catorce - respondió ella.

_ ¿Alguien más lo sabe, aparte de Imán? 

_ Mamá y Coco, sólo ellas.

_ ¿O sea que tu madre también lo sabía y por qué no me lo dijo? O por último Coco - dijo el hombre.

_ Porque yo les pedí que no te dijeran nada. Y lo hice por miedo a tu reacción. Te lo iba a decir, pero cuando fuera el momento oportuno - contestó la joven.

_ ¿Y esperaste a que me casara para poder decírmelo? - interrogó David un poco molesto por aquel secreto.

_ No quería que esto pasara, pero da igual. Aunque, es injusto que me señales como una mentirosa. ¿Por qué no te ves tú primero? 

_ ¿A qué te refieres?

_ ¡Tú me dejaste abandonada cuando elegiste a la perra de Imán! - vociferó la joven.

_ ¿Elegir a Imán? - preguntó confundido David, poniéndose de pie rápidamente - Lo único que hizo esa perra de Imán es tapar tus espaldas y ayudarte a mentir. Tienes que dejar de ser una egocéntrica y pensar sólo en ti. ¡Hasta cuándo!

Lucy desvió la mirada hacia el suelo, sintió vergüenza por lo que había hecho, pero no quizo demostrarlo para no mostrar debilidad frente a su padre, quien la miraba con enojo. En medio de la discusión, Coco llegó con una píldora en su mano derecha y en la izquierda un vaso lleno de agua. Al ver que la situación entre los dos se estaba poniendo tensa, les sugirió.

_ No peleen.

David al verla de pie junto a él se contuvo y guardó silencio, la anciana le entregó la píldora que aliviaría su malestar estomacal, él cogió con sus delgados dedos la pastilla, la puso en su boca y ayudado por el trago de agua se la tomó. 

_ Gracias, Coco - fue lo que respondió.

La anciana asintió levemente con la cabeza y se retiró sin demora.

_ ¿Alguna otra cosa? - prosiguió preguntando.

Lucy negó con la cabeza.

_ Ve a tu habitación - le ordenó un poco más aliviado luego de ingerir el medicamento.

La joven negó con la cabeza nuevamente e hizo abandono del lugar a duras penas y en completo silencio. David se recostó en el sofá y se dispuso a dormir otra vez para mitigar aquellos malestares que lo aquejaban tanto.






Ella no es mejor que yoOnde histórias criam vida. Descubra agora