Capítulo 9. El amor es la solución

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Capítulo IX. El amor es la solución

Logan no era como Katsa, no tenía su paciencia, y menos si se trataba de ella y un tema de salud. Seguía poniéndole toallas y gasas, pero nada, no servía de nada, y la marca comenzaba a brillar, ya no sabía qué más hacer, hasta que ella susurró algo.

- El papel… el papel… - dijo Katsa sin abrir los ojos.

- Katsa, ¿qué papel?, ¿dónde está? – preguntó rápidamente mientras le sostenía una de sus manos.

- Selene… la mesa… el salón. – no formaba frases, sólo decía palabras, pero a Logan le bastaban.

- Está bien, Kat, no te muevas. – dijo sin pensar mientras se levantaba, ¿cómo se iba a mover estando así?

Logan bajó rápidamente las escaleras y se dirigió al salón. Tal y como Katsa le había dicho, o al menos lo había intentado, había un papel encima de la mesa, en él, un número de teléfono, el cual suponía que sería de esa tal Selene que no paraba de nombrar.

Subió rápidamente con el papel en la mano y sacó el móvil para llamarla.

- Ya estoy llamando, aguanta, Kat. – le dijo tomándole la mano derecha con delicadeza por la herida, ya que la izquierda le ardía por la marca, con su mano libre.

- Dígame. – dijo la voz de una mujer al otro lado del teléfono tras dar cinco tonos.

- Hola, ¿Selene? – preguntó Logan para asegurarse.

- Sí, soy yo. ¿Quién es? – preguntó al otro lado del teléfono con tono confuso.

- Soy un amigo de Katsa, ella está…

- ¿Katsa?, ¿qué le ocurre?, ¿está bien? – preguntó rápidamente interrumpiéndole.

- No, no está bien, pero no se asuste – dijo rápidamente – ella está ardiendo, bueno, y su marca. – explicó –. Me ha pedido que la llamase.

- Está bien, enseguida estoy allí. – dijo decidida antes de colgar.

Logan se quedó algo extrañado, esa tal Selene debía ser la persona que le había escrito la carta, la que le había contado todo sobre su marca y el destino que ésta conllevaba. Katsa le había contado todo esto, sin embargo, no le había dicho nunca el nombre de la persona que se lo había dicho, y claro está, lo ocurrido hoy con ella, tampoco.

Habían pasado solamente ocho minutos desde que Selene colgó el teléfono, y aún no había llegado. Sí que no era mucho tiempo como para que hubiera llegado ya, o al menos eso creía, ya que no sabía dónde vivía, pero él no era nada paciente y cada vez se desesperaba más al ver a Katsa, tumbada en la cama sin moverse.

Selene había salido de su casa hacía ocho minutos, pero ella vivía lejos, a las afueras de Missental. Yendo en coche tardaba casi veinte minutos en llegar a lo que es el centro de Missental, pero Katsa vivía lejos, pero no mucho, del centro, a lo que sumaba cinco minutos más como mínimo, pero no tenía ese tiempo, por lo que decidió ir en moto, ya que tardaría menos y, si había tráfico, aunque no estaba bien ni era correcto, podría seguir a través de ellos.

Selene iba todo lo rápido que podía, sin embargo no era suficiente. Katsa estaba así por su culpa, lo sabía, en su interior sabía que era por su culpa, si no le hubiera contado todo lo que hoy le había contado, ella estaría bien, y tal vez, con ese chico que tanto le gustaba y sabía que era recíproco. Con este sentimiento de culpa le era más complicado de conducir, ya que no miraba con atención a la carretera ni a los coches que iban por ella, y tomaba las curvas demasiado cerradas.

Finalmente, tras aproximadamente dieciocho amargos minutos para Logan y Selene, había llegado a la casa de Katsa.

Logan estaba mirando a Katsa, besándole continuamente la mano que tenía junto a las suyas y repitiéndole cosas como: no me dejes, aguanta, Selene estará al llegar, por favor no te vayas. De pronto sonó el timbre. “Por fin”: pensó cuando lo escuchó.

La chica del Dragón [TERMINADA]Where stories live. Discover now