Capítulo 1. Destino marcado

30.3K 802 51
                                    

Capítulo I. Destino marcado

En una gran ciudad, en la que todo era aparentemente normal y cotidiano, así como cada una de las personas que allí habitaban, la decisión de una única persona estaba a punto de cambiar el destino de otra.

Aquel día todo se había vuelto negro, empezando por el corazón de la persona que tenía el poder en sus manos para sanar el mundo, o para destruirlo, lo cual se había convertido en un inconveniente. Tanto poder termina corrompiendo a una persona, y más si no tiene a una conciencia a su lado que la lleve al bien, sino que tiene una conciencia que la lleve al lado oscuro.

Ese día estaba siendo normal y corriente, monótono y sin relevancia alguna, salvo para ciertas personas. Un caso era una pareja de recién casados, a punto de aumentar su familia. Ambos se encontraban en el Hospital General, esperando la llegada de ese bebé tan ansiado y esperado, estresados y nerviosos, sólo que no por las mismas razones.

–Ya puedo verle medio cuerpo, cariño. Lo estás haciendo muy bien –le decía su marido situado a su lado, viviéndolo todo exteriormente.

–¡Duele mucho! –exclamó la mujer a voces.

- Ya casi está, queda menos –animaba una de las enfermeras.

La mujer, una joven de no más de veinticinco años, de cabello oscuro como la noche, pero ojos claros como el día, empujaba cuanto podía, apretando fuertemente la mano que su marido, el cual era de cabello castaño y ojos oscuros, le había ofrecido para aplacar el dolor.

Pese a que su mujer le estuviera apretando la mano fuertemente, él no podía sentir al cien por cien el dolor que ella estaba sintiendo en aquel momento. Ni siquiera le estaba transmitiendo una décima parte del dolor que sentía, pero ambos sabían que merecía la pena.

Hacía diez años que aquella pareja estaba junta, pero sólo llevaban uno como casados, cuando él finalmente se decidió a proponérselo, sabiendo que ella le diría que sí, que querría compartir una vida junto a él y los hijos que éste le diera, lo cual estaba a punto de convertirse en realidad. O quizá no.

–Doctor –llamó una de las enfermeras sorprendida.

–¿Qué ocurre? –preguntó la pareja a la vez.

–Hay complicaciones –contestó el doctor poco convencido de lo que decía, comenzando a movilizarse–. Por favor, tiene que esperar fuera –le dijo al hombre acercándose hasta él, junto a dos auxiliares de enfermería.

–¡No! ¡Son mi mujer y mi bebé! ¡No puede obligarme a irme! – exclamó alterado reculando varios pasos.

–¿Quiere a su mujer y a su bebé o quiere tener que elegir? –le dijo el médico con seriedad y mirándolo a los ojos–. Espere fuera, por favor –le dijo con calma acercándose a él.

El hombre apartó al doctor y salió de la sala completamente nervioso y frustrado, frustrado por no poder hacer nada ni por la vida de su mujer ni por la vida de aquel bebé tan ansiado, frustrado por ni siquiera poder quedarse junto a su mujer.

Aunque únicamente llevaran un año como casados, intentaron en más de una ocasión llegar a tener un bebé, pero, por alguna razón, nunca lo consiguieron, hasta que simplemente decidieron que no lo buscarían, que esperarían a que éste llegara, sin prisa, pero esperándolo ansioso, hasta que, un día, estando en la casa de los padres de ella, ésta se levantó rápidamente y se dirigió hacia el baño para vomitar, entonces, ambos ilusionados decidieron pedir una prueba de embarazo realizada en el Hospital, y, cuando le dieron la noticia, cuando les dijeron que ella estaba embarazada, la felicidad y la alegría no pudieron ser mayores ni sus sendos corazones llenarse tanto. Lo único que aquel hombre esperaba era que su corazón no se vaciara de golpe, perdiendo a la persona que amaba y a la personita que sabía que amaría si llegaba a sobrevivir.

La chica del Dragón [TERMINADA]Where stories live. Discover now