Capítulo 49. Las palabras sobran.

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Capítulo XLIX. Las palabras sobran.

Cuando Katsa se despidió de Logan y entró en su casa, se dispuso a darse una larga y relajante ducha. La necesitaba después de tantas emociones juntas en quizá menos de lo que había sido una hora y media, y todo por un mismo motivo, el no beso de Logan. Aún no se podía creer que, teniendo tantas ganas de besarla como él mismo decía, no lo hubiera hecho, pero, sobre todo, no se podía creer que ella misma, quizá no directamente, le había dado a entender que ella tenía las mismas ganas que él de que lo hiciera.

Teniendo en cuenta que iba a dirigirse al almacén donde estaba situado entonces LAMO pero para ver a León y no para entrenar, optó por ponerse unos pantalones vaqueros, un jersey de lana con rayas horizontales en tonos rosados y unas botas altas de color marrón oscuro.

Al cabo de una hora y media, quizá varios minutos más, salió del baño completamente arregla y se dispuso a quedarse en su estudio-santuario leyendo un rato. Había abandonado aquel último mes la lectura, y la música.

Aquello le hizo plantearse su vida, darse cuenta de cómo, lo que antes había sido lo más importante en su vida para ella, en cuanto a cosas materiales, los libros, la música, su piano, habían pasado a un segundo plano al encontrarse de frente con que su meta en la vida era más que obtener una carrera, un trabajo o incluso formar una familia, era salvarse a ella para así salvar el mundo.

La posibilidad de que Alessia se hiciera con ella y, por consiguiente, con el poder del Dragón, no le agradaba en lo mínimo, sin embargo, era la posibilidad que mayor cabida tenía en su mente. La posibilidad de fracasar, era la que más presente se hacía en ella.

Escogió uno de los libros que allí tenía y, volviendo a la última página en la que una vez lo dejó, o más bien capítulo, ya que no le gustaba quedarse a medias con un capítulo, comenzó a leer y a envolverse de nuevo por cada palabra que leía, sintiendo en ella cada sentimiento que el autor intentaba transmitir.

- Katsa. – llamó su madre, haciendo que se sobresaltara.

- Mamá, ¿qué ocurre? – preguntó irguiéndose en el sitio, completamente distraída.

- Cualquiera diría que te encontrabas en este planeta. – le dijo la madre con tono jocoso –. Me voy ya a casa de tu tía.

- Oh, vale. Adiós, mamá. – le dijo dejando el libro y levantándose para darle dos besos.

Kahlan le devolvió los dos besos y, saliendo por la puerta, se despidió con la mano y una sonrisa dibujada en sus labios. Katsa se despidió de igual modo.

Volvió a sentarse y coger el libro y, comenzando a leer por donde lo había dejado, volvió a quedar atrapada por el libro, por cada palabra escrita, por cada párrafo narrado.

Para Katsa, cada personaje de un libro era único, creía que, por mucho que incluso el autor así lo quisiera, un personaje, al principio de la historia, no seguía siendo igual que al finalizar la historia, siempre cambiaban, para bien, o para mal, pero normalmente lo hacían para bien.

Ella siempre era de las personas que encontraba un rasgo en un personaje que se asemejaba con ella. No había personaje de un libro del que no encontrara el mínimo rasgo parecido, ya fuera en cuanto a un valor o cualidad propios, o incluso un rasgo externo, como podía ser el color del pelo.

Cuando se encontraba leyendo el último capítulo del libro, a tan sólo dos páginas de finalizar el libro, escuchó que llamaban al timbre.

Bufando, ya que cuando leía se abstraía por completo del mundo y le molestaba que la devolvieran a él mientras seguía leyendo, con el libro en la mano, ya que pensó que sería una visita rápida, quizá el cartero o la cartera, bajó las escaleras y se encaminó hacia la puerta.

La chica del Dragón [TERMINADA]Where stories live. Discover now