Capítulo 23. No quiero llorar...

18K 929 84
                                    

Capítulo 23. No quiero llorar…

Estoy sentada, por no decir tirada en los bancos del aeropuerto frente a la puerta de embarque, con los pies sobre la maleta.

Llaman a embarcar y hubiera preferido que me llamaran para pegarme un tiro.

No tengo fuerzas para levantarme.

Caminar desde aquí hasta el mostrador se me antoja más difícil que subir al Everest.

No quiero llorar...

“¿Cuándo se ha jodido todo?”

“¿Cómo he llegado a esta situación?”

Soy incapaz de procesar con claridad lo que ha ocurrido en estas últimas 24 horas. Ayer a esta hora más o menos, me sentía cómo la mujer más dichosa del mundo. Oscar me acababa de hacer el amor, haciéndome sentir cómo nunca nadie antes lo había hecho, y ahora, un día más tarde, preferiría haber muerto que sentirme así…

Mi filosofía de vida, mis normas perfectamente diseñadas para hacerme la vida más fácil y agradable, así como para impedir daños colaterales, me han llevado a esta situación de caos y aflicción. “¡Vaya mierda de normas!”

No quiero llorar…

Solo he buscado la felicidad sin intención de herir a nadie. Pero parece que en juegos de dos, antes o después, alguno sale herido, por no decir en juegos de tres, o más…

La cola frente al mostrador se agota. Tengo que levantarme y caminar pero me siento cómo un pez fuera del agua que boquea luchando contra el aire por respirar…

Me ahogo.

Se hace un nudo en el centro de mi pecho. Busco a mí alrededor y no veo a Oscar…

No quiero llorar…

La azafata me mira con su sonrisa de azafata y mueve los labios, creo que me está preguntando si voy a subir al avión o solo he venido de visita al J.F.K… Aunque solo escucho un sordo zumbido que lo apaga y lo hunde todo…

No quiero…

¡A tomar por culo! Ya estoy llorando. La azafata se acerca y coge mi billete y el pasaporte de la mano y me ayuda a incorporarme.

Me veo caminado por el finger, sola, de nuevo. Pero esta vez la alegría y el nervosismo de cuando me subí en barajas, se han convertido en la más profunda pena y tristeza. Solo hace 3 días de eso y… parece que hubiera pasado un año...

Lloro.

Me refugio en mi asiento junto a la ventanilla aunque tengo cero ganas de hacer fotos a cualquier puta nube… Solo quiero cerrar los ojos y llorar…

El asiento vacío de mi izquierda no hace más que recordarme que Oscar, mi Oscar, mi valiente y dulce Oscar, aunque solo lo fuera por unas horas, no está aquí…

Saco el móvil y miro mis alertas. No hay nada. Claro, seré idiota, si no le he dado mi número…

Lloro.

El avión sigue parado, no sé cuántas comprobaciones tendrán que hacer antes de despegar, por mí como si lo secuestra un talibán… Cierro los ojos, me tapo la cara con las manos y apoyo los codos en las rodillas…

Tengo ganas de vomitar. No quiero llorar…

A ver, quizá si reconstruyo los acontecimientos en mi mente…

…Ayer por la tarde, después de nuestra mutua sinceridad y de que Oscar de deleitara con el momento más romántico, erótico, placentero y dulce de mi vida, nos quedamos dormidos abrazados y cuando desperté encontré una nota en la mesilla de noche:

Soy adicta al sexo Wattys 2014Donde viven las historias. Descúbrelo ahora