Capítulo 24. Solo quiero llorar...

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Capítulo 24. Solo quiero llorar…

El avión sigue inmóvil junto a la terminal. La gente sigue entrando y colocando sus bultos en los maleteros que hay sobre los asientos.

El tiempo pasa muy despacio. “Solo quiero llegar a casa”. Los recuerdos de los acontecimientos de la pasada noche no han hecho más que agravar mis ganas de llorar.

La señora del asiento junto al pasillo me mira de reojo, pero yo mantengo mi vista en el exterior evitando que se sienta en la obligación de consolarme.

En menos de 24 horas he perdido a la persona que probablemente más me ha querido, y mejor me ha tratado, en el último año y al posible amor de mi vida…

Solo quiero llorar…

Los recuerdos vuelven a mí…

…Oscar me acompaña hasta el ascensor y llegamos a la suite, voy en estado de shock. No me puedo quitar de la cabeza las imágenes de Rob zarandeándome y llamándome puta a voces en el hall… Tengo la sensación de que todo ha sido una pesadilla, pero lo cierto, es que ha pasado, ha sido real, Rob, mi Rob… y estoy que no doy crédito.

Me siento en la cama y comienzo a desvestirme mientras Oscar se quita el esmoquin.

Se quita la camisa que se ha manchado de sangre debido a los cortes que tiene en la ceja izquierda y en el labio inferior, también izquierdo, muy cerca de la comisura.

Las pequeñas heridas le quedan tan bien, le dan un toque rudo y exótico… “Está tan guapo…”

Me he quedado embelesada mirando sus heridas, así que cuando soy capaz de reaccionar, voy en ropa interior al baño y traigo un pequeño botiquín de primeros auxilios que dejo sobre la mesilla de noche.

Espero que se quite el resto del traje disfrutando de las vistas por partida doble, ya que se está desvistiendo frente al enorme espejo, donde aprovecha para mirarse las heridas de la cara con incredulidad. Cuando se queda con sus bóxers negros de Calvin Klein, lo cojo de la mano y lo llevo hasta el filo de la cama. Se sienta y empiezo a limpiarle los pequeños cortes de pie frente a él.

Oscar me rodea con sus fuertes brazos por las caderas y me atrae hacia él. Nos quedamos muy cerca. Su barbilla se apoya en mi diafragma. “¿Cómo puede ser todo tan erótico con este hombre…?” Las imágenes del hall se desdibujan de mis recuerdos solo con el contacto de la piel de Oscar.

Paso la gasa por la herida de la ceja y hace una mueca de dolor. Para compensarlo le doy un beso en la frente.

Al inclinarme sobre él, su boca queda pegada al centro de mi pecho, noto su aliento, toda mi piel se eriza, pero no me besa, no me lame, me respeta. Respeta mi silencio, mis movimientos, mi iniciativa…

Sigo limpiando las zonas heridas y a cada mueca de dolor, le doy un beso… En algún momento empiezo a creer que se queja de mentira solo para recibir otro beso… cosa que me parece genial…

Oscar no puede reprimir más sus deseos, pone sus manos en mi culo y tira de mí, haciendo que quede sentada a horcajadas sobre él.

Enseguida noto su erección latiendo en mi sexo, bajo sus bóxers.

Me agarro a su nuca para no caer al abismo.

Yo tampoco podría haber aguantado la necesidad por mucho más tiempo.

Me mira con esa intensidad que le caracteriza, como si pudiera ver a través de mí y su magia se hace del todo presente. La habitación, el hotel, el mundo ha desaparecido, solo estamos él y yo, flotando en el universo.

Soy adicta al sexo Wattys 2014Where stories live. Discover now