Capítulo 9. Café con las chicas.

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  • Dedicado a Belén López Martín
                                    

Capítulo 9. Café con las chicas.

Me despierta el timbre. Ya deben ser las cuatro de la tarde y Vera, tan puntual como siempre, debe estar aquí. Miro el móvil y efectivamente, las 16:02 h. Como siempre tengo mil iconos en la barra de tareas. El pájaro del twitter, la mini-cámara de instagram, algunos correos “Deben ser de publicidad y ofertas del infojobs que no valen para nada en un 99,9%, a no ser que tengas 1000 años de experiencia demostrable y/o discapacidad igual o superior al 33%...”, y, cómo no, mil whatsapp de 200 contactos. Bueno no es para tanto… El timbre suena de nuevo.

-          ¡Voy! ¡Ya voy! – grito, pero me meo tanto que tengo ir al baño en primer lugar.

Me siento y leo en primer lugar los whatsapp de Rob, son de ayer por la noche, “¿desde cuándo no miro el móvil?” Intento hacer memoria pero la densidad de mis pensamientos es directamente proporcional al cansancio acumulado que tengo… “Ah! ¡Ya me acuerdo!” Poco después de cerrar el local de Vera decidí aparcar la moto en el parking del hotel y salir a cenar algo antes de mi turno y justo cuando llegaba por la puerta de servicio, salían unos compañeros que acababan de terminar de hacer el servicio de un bautizo y nos fuimos todos a cenar al Sunset.

Me vino genial, me reí de lo lindo escuchando los cotilleos sobre los invitados del bautizo, aprovechando que tenía la cámara, hice unas bonitas fotos desde la terraza y me tomé dos copas que me sentaron fenomenal. La verdad no sé a qué hora se acabó la batería del móvil, pero era lo más lógico, ya que estuve toda la tarde usándolo. En algún momento indeterminado pensé ponerlo a cargar pero la noche en recepción fue movidita, aunque muy llevadera al hacerla con Carmen, así que cuando no estábamos atendiendo teléfono, clientes, taxistas… hablábamos entre nosotras y se nos pasó volando. No fue hasta llegar a casa cuando vi que estaba apagado, pero llegué tan cansada que lo puse a cargar, sin ni tan siquiera pensar que alguien me podía haber llamada o mandado algo importante…. Lo único que hice fue comprobar que el del señor García estaba en el cajón de mi mesilla de noche encendido y con batería y, literalmente, me morí sobre mi almohada…

Robert ) Good night, Princess! How are you? (Buenas noches, Princesa! Cómo estás?)

Robert ) I have to go to London all weekend on business L (Tengo que irme a Londres todo el fin de semana por motivos de trabajo)

Robert ) See you on Monday! <3 (Te veo el lunes!)

Siento mil cosas a la vez al leer estos mensajes. Lo cierto es que la mayoría tías, y algún tío que otro, somos muy paranoicas con las interpretaciones, aunque yo he de reconocer que no soy de las peores…

El timbre suena de nuevo mientras voy hacia la puerta y, efectivamente, era Vera. Le pido disculpas por hacerla esperar y comentamos los mensajes de Rob. Vera me aconseja que me los tome como lo que son, un simple aviso de que no va a estar el finde. “Pues mira, visto así, tampoco hay mucho dónde rascar…” Le pido a Vera que vaya preparando el café mientras me arreglo y que abra cuando lleguen Ruth y Eme. La dejo al mando de la cocina y me voy al baño de mi dormitorio.

Instintivamente, lleno mi bañera con patas cromadas de estilo colonial-romántico, necesito el contacto del agua para poner mis pensamientos en orden. La calidez del agua tibia, junto con el aroma de flor de azahar, abrazan mis saturados sentidos, y lentamente van deshaciendo el nudo interno... Una sensación reconfortante y tonificante comienza a hacer efecto nada más echar la cabeza sobre una toalla enrollada y cerrar mis ojos…

Mi piel reacciona erizándose y un escalofrío recorre mi columna vertebral. Los pensamientos empiezan a fluir, despacio, y la imagen de Rob ocupa el primer lugar de mi orden del día…

Soy adicta al sexo Wattys 2014Donde viven las historias. Descúbrelo ahora