Capítulo 20. Buenas tardes...

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Capítulo 20. Buenas tardes…

-          ¡Buenas tardes, dormilona! – La voz de Oscar, arrodillado al borde de la cama, me despierta en un arrullo. - ¿Has dormido bien? – me acaricia, colocando un par de mechones revueltos detrás de la oreja y me da un leve beso en la comisura de los labios, una sensación de calor y  bienestar me invade, pero…

-          ¿¡Buenas tardes!? – Repito en un tono demasiado estridente, abro los ojos y me siento sobre la almohada, todo en el mismo gesto, muy alarmada.

Me encuentro algo confusa, la luz que entra por el enorme ventanal que hay tras el cabecero es blanquecina, muy fría, como si la primavera hoy, por algún motivo, se hubiera quedado, también, dormida. Es una luz demasiado matinal para ser por la tarde, sin duda se está cachondeando de mí, o no…

Oscar ríe a carcajadas agarrándose la barriga con las manos, le falta poco para revolcarse por el suelo… “No me extraña, debo ser un show, despeinada, desorientada, vestida… ¿¡vestida!? ¿Qué demonios pasó anoche? No recuerdo nada después del beso del ascensor… Oh my god! Mi cabeza…”

-          No sé qué encuentra tan gracioso Señor García, se está usted riendo de una pobre chica desorientada… - digo en tono oficial aunque de broma. Oscar sigue riendo aunque parece que la intensidad va disminuyendo.

Está guapísimo con ese traje oscuro, la camisa opción 2, azul marino, y corbata también negra y ese pelado, que cada vez me parece que le sienta mejor, por no hablar de la barba de dos días... “¡Me lo voy a comer!!!” Salgo de mis propios pensamientos rogando por un poco de luz…

-          Si no fuera mucho pedir, ¿le importaría decirme que pasó anoche…? - pongo un gesto de súplica en la cara, el tono también lo es, pero Oscar sigue mirándome divertido – por favor… - insisto.

-          En primer lugar debo decir que es usted la primera chica que reconoce no recordar lo que ha hecho conmigo, lo cual me produce una decepción terrible... – Afirma en tono de broma, y una enorme y jugosa sonrisa se dibuja en su cara. Pongo la almohada en mi regazo abrazándome a ella y aguardo expectante. – Y en segundo lugar, lo que ocurrió es que usted bebió demasiado y se quedó plácidamente dormida sobre mí, sin duda, confortable hombro durante el largo trayecto en ascensor… - Deja la frase abierta al a espera de mi reacción que no se hace esperar.

Me mira a los ojos y me tapo la cara con ambas manos, a la vez que niego moviendo la cabeza de izquierda a derecha y pataleo, incapaz de creer ¡lo que estoy escuchando! “¡Qué vergüenza! Yo dormida con este hombre a mi disposición… ¿Pero cuándo he perdido el Norte?” No puedo evitar empezar a reírme a carcajada limpia al imaginar la situación. Oscar continúa diciendo:

-          Así que la cogí en mis fuertes brazos – hace ademán de sacar bola y me muero de la vergüenza y de la risa – y la traje hasta la cama cual princesa de cuento. – Abre las manos triunfal manteniéndose a la expectativa pero…

Me estoy riendo tanto que creo que me voy a mear encima. “Ahhhh! ¡que me meo!!!” Me levanto de un salto y salgo disparada al baño. Oscar se queda serio de golpe, arrodillado junto a la cama, me parece que no entiende mi reacción. Me quito lo más rápido que puedo el mono y me siento en el váter “Estos monos muy elegantes y todo lo que quieras, pero para ir al baño son un auténtico coñazo… Ah! qué alivio…” Me visto de nuevo y me dispongo a salir, cuando me miro al espejo que me devuelve una imagen deplorable de mí misma. Todo el moño despeinado, el maquillaje corrido, todo el rímel restregado y la ropa no arrugada, lo de después… “No me extraña que se estuviera muriendo de la risa…”

-          ¿Eri, estás bien? – oigo la voz de Oscar detrás de la puerta cerrada del baño. “Pobre, lo he dejado ahí tirado…”

-          Sí, muy bien, necesitaba venir al baño… No te preocupes, me voy a dar una ducha, ok? – Me explico fatal recién levantada.

-          Ok, preciosa, pediré café al servicio de habitaciones… - ha dicho las palabras clave: café y servicio de habitaciones, así dejo de oír lo que viene después porque ya he abierto el grifo. Termino de quitarme la ropa y me suelto el pelo.

“El agua. No sé qué haría yo sin agua…”

El agua resbalando por mi cuerpo empieza a poner mis ideas en orden como de costumbre. “Debe ser cerca de mediodía y Oscar va de traje”. “Debe haber ido a formalizar el contrato de las vasijas a la oficina de Pepe y ya ha vuelto, y yo he pasado toda la mañana durmiendo la mona, despeinada y vestida”. “Bien, mucho mejor tener las cosas claras”.

Dejo que el agua y la espuma hagan su labor purificante y se lleven a la vez que la suciedad, los humillantes, entre comillas, momentos… Aunque en el fondo todo este tema me produce mucha risa. Y río, me río a carcajadas. El agua sigue cayendo sobre mi piel y solo siento libertad, libertad y felicidad.

-          ¡¡¡SOY MUY FELIIIIIIIIIIIIIIIIIIIZ!!! ¡Ahhhhhhhh!!! – grito en la ducha y chillo a la vez. Oscar no tarda ni un segundo en irrumpir con cara de espanto en el baño.

“No me explico cómo no ha echado la puerta abajo…” Me mira con cara de asombro y desconcierto, aunque cuando se da cuenta de la situación dirige su vista, pudoroso, al suelo… “Está tan mono…”

A mí no me da vergüenza, al contrario, su presencia me enciende y me eleva. Pone mi corazón a mil por hora. Necesito su tacto, necesito su piel, lo necesito a él...

Observo que se ha quitado la chaqueta pero aun lleva la corbata desanudada en el cuello de la camisa. Es tan irresistible que no puedo apartar mis ojos de su figura, mientras repito mentalmente una única palabra, una breve plegaria, corta, concisa y sencilla, pero rotunda: “Ven…”

Eleva su cabeza, inmóvil. Parece que me haya oído. No pronuncia palabra pero puedo ver cómo se dilatan sus pupilas y se eleva su pecho. Mis ojos, mi cuerpo mojado y húmedo, suplican por su inminente presencia. El agua sigue cayendo y resbalando por mi piel sobreexcitada y anhelante. Apoyo mis manos contra la mampara transparente, a la altura de mis hombros. Sin perder el contacto visual acerco mis labios al frío vidrio y lo beso, lo beso sensual y pausadamente como besaría a Oscar lo tuviera aquí dentro…

Oscar cierra la puerta del baño tras de sí y se acerca. Lentamente abre su boca pero no emite sonido alguno. Lo observo con mirada suplicante y respiración entrecortada. Por fin, el instinto ha pesado más que seguir en el absurdo intento de mantener las formas. No pide permiso. Se mete bajo el agua y me rodea con sus brazos por la cintura y el beso se hace eterno. Nuestras lenguas se encuentran y luchan por poseerse la una a la otra. La urgencia por sentirnos la piel se convierte en necesidad. Mientras él se desabotona apresurado la camisa, yo la saco de la cintura del pantalón que desabrocho con celeridad…

El contacto piel con piel bajo el agua es increíble. Oscar tira hacia atrás de mi pelo dejando el cuello al descubierto que muerde con fiereza haciendo que una tormenta se desate en mi alma. Mil rayos me atraviesan y todos pasan por el centro del placer. Me agarro fuerte a su cintura. Ambos nos convertimos en presa y a la vez en cazador. No puedo resistir las ganas de lamer sus pectorales de clavícula a clavícula, pasando mi lengua por encima de su piel tatuada. Escucho su ronco gemido que me hace estremecer.

Despacio muy despacio se arrodilla delante de mí a la vez que va dejando un reguero de besos desde mi hombro hasta el ombligo pasando por el canalillo. Jadeo luchando por sobrevivir a esta sensación que me invade. Esto está siendo más erótico e intenso de lo que había imaginado. Enredo mis manos en su pelo y hecho la cabeza hacía atrás en el intento de restablecer el aporte de oxígeno a mi organismo. Suspiro profundamente y siento que Oscar arrodillado frente a mí se abraza a mis caderas con su cabeza sobre mi abdomen y… llora. “¿¡Llora!?”

El corazón me estalla en mil pedazos, viene a mi mente la imagen de la copa que se rompió anoche al chocar contra el suelo. Intento abrazarlo pero me agarra tan fuerte las caderas que no puedo. Estoy inmóvil y solo puedo darle tiernas palmaditas en la espalda y pasarle la mano por el pelo.

-          Ey… Oscar, tranquilo… – acallo mi corazón e intento calmarlo pero es en vano. Se ha cerrado a mí y en mí y solo puedo esperar…

 

Continuará…

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Soy adicta al sexo Wattys 2014Donde viven las historias. Descúbrelo ahora