Capítulo 31. La inauguración (3ª parte).

19.6K 966 119
                                    

Capítulo 31. La inauguración (3ª parte).

Las últimas notas de All of me tocaban a su fin en la genial versión de la improvisada banda que se estaba coronando de gloria entre los presentes. Los acordes atravesaban el aire despertando sentimientos dormidos, aunque creo que de eso también era culpable el Aurora Jungle Juice.  Por muy místico y vistoso que resulte, no es más que vodka, agua tónica, limonada rosa en polvo y hielo. Incluso a mí misma me está empezando a afectar, aunque no me extraña. Demasiado he aguantado, teniendo en cuenta que empecé a beber a mediodía en casa de Esteban y Vera…

El eventual estado de calidez y embriaguez me acuna y me envuelve. Siento como si una nube me elevara. Estoy bailando con un sueño, con una imagen de mi mente, con el espejismo de una ilusión. Imagino las manos de Oscar asidas a mi cadera, su profunda e insondable respiración en mi nuca, su cuerpo dispuesto y sensual detrás del mío, cubriéndome como una manta. Abrigándome y cediéndome todo su calor, su olor…

¿Su olor? No huele como Oscar. Y, ahora que lo pienso, estas manos que me agarran son, sin duda, demasiado rudas y toscas… La imagen de la perfección se rompe en mil pedazos como cuando un proyectil alcanza un espejo, y las esquirlas de Oscar se clavan en mi pecho produciéndome un paro cardiaco en toda regla. Recuerdo la lejanía que me separa de su recuerdo, el dolor que sentí cuando huí, la desesperación y el vacío que me produce la distancia, haciendo que unas ganas incontrolables de vomitar suban, formando una bola, hacía mi garganta.

Los últimos acordes de la canción me sacan del estado de trance en el que me he permitido estar estos últimos minutos y una pregunta se formula, como por arte de magia, en mi mente: “Si este chico no huele como Oscar y no toca como Oscar y por descarte, y muy a mi pesar, no es Oscar  ¿¡a quién cojones le he permitido restregarse conmigo!?”

Me giro muy despacio y una cara desconocida aunque familiar me sonríe triunfal, no recuerdo haberlo incluido en la lista de invitados, aunque será el acompañante de otro alguien que sí será conocido por alguno de nosotros. El chaval me mira con una ensayada pose de presunción y autosuficiencia e inicia una arriesgada maniobra de aproximación, buscando mi boca.  El pobrecito lo mismo se cree que ha triunfado “Pues no estás tú equivocado conmigo, so gilipollas!”

Me agarro a sus hombros de forma seductora, tendiendo una dolorosa trampa, haciéndole creer que va a llegar la meta. El que una sea adicta al sexo ayuda bastante en este tipo de situaciones. Sé perfectamente de que va esta historia: chico guapo y bien parecido fija objetivo en la pista, chico guapo y bien parecido confía a ciegas en sus encantos, chica embriaga por algún tipo de emoción y/o bebida alcohólica se deja llevar y chico guapo y bien parecido cree que ha conquistado el Everest por su bonita cara… “JA!” Me río interiormente, pudiendo llegar a imaginar un brillo maligno destellando en mis pupilas.

Sus labios están a escasos milímetros de mi boca cuando en un acto premeditado, echo mi pierna derecha hacia atrás para coger impulso y le asesto un rodillazo en plenas partes nobles que hace que se doble por la mitad y casi caiga de rodillas al suelo; aunque aguanta el tipo como puede. No puedo evitar reírme al ver como dos lágrimas gordas como puños le inundan los ojos. No puede pronunciar palabra, el silencio junto con el gesto compungido de su semblante, me dan pie a acercarme a su oído y advertirle en un travieso susurro:

-          Eso para que aprendas a pedirle el baile a una señorita y no te tomes la confianza por tu mano… - dejo las palabras en el aire, saboreando mi victoria y me giro para dirigirme triunfal a la mesa donde Vera y Esteban observan la escena, extrañados. - ¿Qué os pasa? ¡Parece que hubierais visto un fantasma! Tampoco ha sido para tanto – Me carcajeo sonoramente pero sus caras siguen serias, inexpresivas. El chaval me sigue hasta la mesa “ufff! Que pesado!!!” Empiezo a coger aire para soltar otro corte al muchacho que parece que no ceja en su intento, cuando veo que Vera da un codazo a Esteban que se levanta como un resorte y poniéndose en pie me interrumpe sujetándome por el hombro.

Soy adicta al sexo Wattys 2014Donde viven las historias. Descúbrelo ahora