Capítulo 34. Water night (1ª parte). Adicta a ti.

25.8K 952 97
                                    

Capítulo 34. Water night (1ª parte). Adicta a ti.

No sé en qué momento he pasado de ser una persona adicta al sexo, a ser adicta a otra persona... Me siento como si de repente un platonismo me hubiera arrebatado el poder de decisión e invadiera todo mi ser consciente e inconsciente, haciendo que mis sentimientos y pensamientos fluyan de forma diferente a la habitual.

El sentimiento siempre ha estado en mí. Y he tenido el poder de decidir hacia quién dirigirlo y cómo manejarlo. El sentimiento, probablemente ha sido el mismo, solo que dependiendo del momento y de mi necesidad, lo he ejercido voluntariamente, eligiendo cada presa a mi antojo, en mi propio beneficio personal. Y he de reconocer que ha sido una etapa pletórica de mi vida. Pero desde que Oscar ha entrado a escena, mi férrea voluntad se ha convertido en chicle; mi poder de decisión, en invisible y mis sentimientos se han multiplicado exponencial y asintóticamente. Y todo ello sería genial si nuestra historia fuera la de chica conoce chico, chico conoce chica, cada uno con su pasado acepta su presente para vivir un futuro juntos… Pero no es así, y no lo puede ser porque Rob, mi vikingo, no sé por qué extraña razón se escapa categóricamente de la ecuación, convirtiéndose en la variable que lo complica todo…

¿Será posible asociar un sentimiento a alguien de manera que lo uno, sin lo otro, carezca de sentido? ¿Será posible que cuando ya creía que todo era perfecto, llegue un huracán de sentimientos y me arrase el alma? ¿Será posible amar de distintas formas? ¿Será posible la amistad después del sexo? ¿Será posible encontrar la calma y la paz después de estos días de locos…?

Rob se abalanza sobre mí, sin pedir permiso ni explicaciones; y me abraza como si hiciera años que no nos vemos, cuando en realidad nos despedimos, en mi garaje, hace cuatro días. Su abrazo me reconforta en cierta media, pero siento que mi corazón se desboca al pensar en la reacción que he acertado a vislumbrar en el rostro severo, por no decir petrificado, de Oscar.

-          Darling, are you ok? (Querida, ¿estás bien?) – me pregunta Rob separándome de mi pero sin soltarme, mientras veo que Oscar se aproxima por detrás con cara de pocos amigos.

-          Sí, tranquilo, solo ha sido el estrés… - La glacial mirada de Oscar, que se acerca lentamente, capta mi atención y me corta la frase. “¿Será buena idea presentarlos?”

No necesito recordarme a mí misma la pelea que se lió en el hall del Park Lane Hotel, cuando Rob borracho intentó que lo besara por la fuerza, llamándome puta y abofeteándome la cara. Seguido del placaje de Oscar y la lluvia de puñetazos…

Las imágenes están frescas en mi recuerdo, pero lo que Oscar no sabe, obviamente, es que después de eso, yo he perdonado a mi amigo, y por mi parte, y por la de Rob, todo está olvidado, pero claro, por la de Oscar…

-          Oscar – intervengo, captando su atención, porque presiento que de lo contrario se van a liar a los puñetazos en menos que canta un gallo. – Me gustaría presentarte a mi amigo Robert  Cliff – cuando cruzan las miradas la tensión puede cortarse con una motosierra. Tengo que suavizar la cosa ¡cómo sea! - La otra vez que os visteis no os pude presentar como es debido por un hecho desafortunado, que afortunadamente para todos tiene una explicación lógica…

Miro a ambos, uno a cada lado de la cama, con máxima tensión, como si se estuviera jugando el último punto de break en la final del Roland Garros. Necesito que de alguna forma, no sé cuál, entiendan que ambos son necesarios en mi vida. Parece que Rob leé mi pensamiento, cosa que me parece lógica después de la charla que tuvimos hace unos días; de forma que relaja el gesto de su rostro, deja caer los hombros y ofrece la mano a Oscar, a la vez que se disculpa, en casi perfecto español:

Soy adicta al sexo Wattys 2014Donde viven las historias. Descúbrelo ahora