55. DÍAS DE SOL

2.3K 48 1
                                    

El trabajo se asentaba en mi vida, como también se asentaba la primavera. Hacía unos días de sol fantásticos. Al volver de París, estuve haciendo entrevistas por todos los medios de comunicación. Entre eso, intercalaba los ensayos con la banda. En menos de un mes empezaba la pequeña "gira". Lo llamaba así porque no sabía calificarlo de otra forma.

-1..2…3. -contó Mercedes con golpes a la vez entre las baquetas. Después de la señal, nuestros instrumentos sonaban a la vez. Buscábamos un nuevo sonido, algo más íntimo que en el disco. En las canciones con más ritmo, manteníamos la fuerza, pero las tranquilas las ralentizábamos. Crearíamos un ambiente de lo más escalofriante. Quería que a cada uno de los presentes se les erizase la piel al oír mis temas.

-¡Mejor esta! ¡Sí señor! -opinó Pedro quitándose los cascos. -uf, qué emoción.

-¡Vamos a chinar el cuero, buey!-imitó Pepe Luí el acento mejicano. Le reímos la gracia, como siempre.

-Venga, descanso de cinco minutos y seguimos. -me senté en el banquete que tenía junto al micro y saqué el móvil.

-¿Qué miras tan atenta? -se acercó Merce. Por el otro lado me vino el cómico. Me arrancó el móvil de las manos.

-¡NO! -chillé. Ya era tarde. Había visto mi fondo de pantalla.

-¿Qué coño…? -preguntó extrañado con el rostro desencajado. Salíamos Malú y yo. Ella me daba un beso en la mejilla, ambas con las gafas de sol. Mi sonrisa lo decía todo. Tras nosotras, la Torre Eiffel. Recuperé mi teléfono.

-¿Qué has visto? -preguntó asustada Mercedes al ver la cara de su compañero.

-¿Era…? -me escondí el smartphone en el bolsillo y agaché la cabeza evitando las preguntas. Cogí la guitarra y toqué los acordes de la canción que íbamos a ensayar. Nuestro director musical nos indicó que era hora de continuar. Y así, con aquel mal trago, comencé a cantar. José Luis no paraba de mirarme. Probablemente estaría atando cabos en su mente. No habíamos llegado aún al segundo estribillo cuando dejó el teclado y soltó. -¿Tú tienes algo con Malú? -nos callamos todos. Paramos de tocar. Me fusilaron con la mirada. Yo ya no sabía qué hacer.

-A ver, ¿por qué dices eso? -preguntó Pedro, calmándolo. Poniendo orden.

-Trae el móvil. -me dijo el teclista.

-Marina, ¿qué está diciendo éste? -se dirigió a mí. Saqué el Xperia del bolsillo y se lo tendí con la clave quitada. Pedro se asomó. -Una foto… muy bonita. Pero tampoco significa nada, José Luis. -me devolvió el aparato.

-Sí, sí que significa. -me alcé de valor. -estamos juntas. -Pepe Luí soltó una carcajada vencedora. Los demás tomaron oxígeno y me apuntaron con la mirada. -Ostia puta. -dijo sereno y tranquilo. -qué fuerte. -se tapó la boca. -¿Por qué no nos lo contaste?

-Eso, eso, esto es una bomba. -Merce estaba también muy interesada.

-No lo sé, tampoco es que lo sepa mucha gente. -dije. -y es mejor así.

-Mucho mejor. Eso podría influir en tu carrera. -intervino de nuevo mi director musical.

-Y en la suya. -añadí. Él asintió.

-Pero más a la tuya. -estaba convencida de que quería lo mejor para mí, pero estaba siendo algo egoísta. Nos influía a las dos. Ya fuera para bien o para mal. Eso nunca lo sabríamos hasta que sucediese. Quizás nos quedaríamos con la duda para siempre. O quizás no. Se produjo un silencio algo incómodo.

-¿Otra? -preguntó Ricky moviendo su bajo. Pasaba de esto. A él le gustaba la música, era lo único que le importaba. Por un lado era bueno, porque era serio en todo momento. Correcto y muy buen trabajador… Sin embargo, éramos una piña. Pasaríamos millones de momentos juntos. Yo veía mejor conocernos todos y hacernos amigos. Trabajaríamos más cómodos y nos lo pasaríamos de vicio convirtiendo nuestro hobbie en nuestra labor.

EL MAYOR DESAFÍO DE LA VIDA ES VIVIRWhere stories live. Discover now