8. DESAPARECER

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Y comenzó. Eran las 23:14 cuando salió mi primera imagen en el programa. El bar estaba a rebosar. El viernes anterior habíamos repartido folletos a los clientes. Las marineras habían distribuido por todo el barrio carteles que ponían:

"VEN EL LUNES 16 NOVIEMBRE AL BAR "RINCÓN MUSICAL" Y DISFRUTA CON MARINA MARÍN DE SU ACTUACIÓN EN LAS AUDICIONES A CIEGAS DE LA VOZ." Eran letras grandes y coloridas, al fondo habían puesto una foto mía preciosa. Estaba sentada en el taburete en el que cada noche me acomodaba para actuar. Llevaba unos vaqueros despintados y una camisa de cuadros en tonos azules. El pelo liso, que me llegaba hasta los hombros. Era de un tono castaño claro. Tenía los ojos cerrados y la boca muy abierta.

-¡Ay, ay, ay qué guapa! -gritó Vane. La gente echó a reír.

"Yo soy Marina, tengo 25 años, nací en Huesca y vivo en Alcalá de Henares, Madrid. -al oír la mención, los clientes aplaudieron. -actualmente me gano la vida en el "Rincón Musical". -otra vez jadearon. -como camarera, aunque todos los fines de semana actúo y toco mis temas. Siempre me gustó cantar y desde pequeña toco la guitarra y el piano. No había cumplido los 15 y ya había compuesto algunas cancioncillas." Tras la entrevista y el ánimo recibido por Jesús, enfocaron mi puño cerrado antes de salir. Y ahí estaba. Con la guitarra a cuestas subí los escalones y me puse a cantar. Nunca había estado el bar tan callado, por un momento el tiempo se paró. Todos pendientes de la actuación. Los cocineros habían salido para verme. Unos cuantos planos de los coaches antes de empezar. Caras muy serias. Comencé a cantar. Malú arqueó las cejas, abrió los ojos, sonrió y levantó el dedo índice. Miró a Orozco y este le asintió. "Sí, es tu canción." Parecía mentira verme allí. Qué nerviosa estaba. Rosario estaba acariciando el botón cuando apenas había llegado al estribillo. Ya lo pensaba. Bisbal sonreía y se retorcía en el sillón rojo. Orozco pulsó y salió Vane gritando en la sala de familiares junto a Jesús. Se giraron el resto de coaches. Recuerdo que todo pasó muy rápido. Vi mi cara de euforia plena. No podía parar de sonreír viéndome. El bar coreaba la canción. Magia era poco lo que sentía en aquel momento. Sentía que estaban orgullosos de mí. Muchos miraban hacia atrás para verme. Me miraban de otra forma. Lo notaba. Felicidad en mis venas.

Todos los allí presentes no se fueron sin despedirse de mí. Algunos se hicieron fotos conmigo y me pidieron un autógrafo. Me felicitaban por mi actuación en "La Voz" y me deseaban suerte en mi carrera.

-Bienvenida a la fama. -me susurró Vane cuando la soledad inundó el "Rincón Musical". Se perdió entre mis brazos y me pidió que no la dejara.

-¿A qué viene eso…?

-Ahora con tantas seguidoras…

-¡No! -la corté. Y la solté. -No empieces. Me conoces. ¿Por qué dudas tanto, joder?

-Y si se te sube a la cabeza…

-Tengo muy buen puestos los pies en el suelo. -le dije muy seria, mientras barría toda la porquería

-¡A casita! -exclamó Natalia dando palmas. -Ven y dame un besito, fiera. -me ordenó casi.-que bien lo has hecho.

En los siguientes días entré en una nube. La clientela se multiplicaba. Los viernes no se cabía en el bar.

-Fue buena idea decir donde trabajabas… -Pedro me sacudió el pelo.

Y no solo eso. Mis redes sociales ardían. Las reproducciones en YouTube se disparaban y las menciones de twitter daban vértigo. Me sentí arropada. Muy arropada por la gente. Era una buena forma de entrar en la música. Me acogieron con los brazos abiertos. El día de las batallas, Natalia tuvo que contratar dos camareros más. No daban abasto. Estaban muy contentos de tener siempre tan lleno el bar. "Nunca habíamos tenido tantos clientes juntos…".

EL MAYOR DESAFÍO DE LA VIDA ES VIVIRDonde viven las historias. Descúbrelo ahora