42. INEVITABLE

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Malú se relamía el dedo. Yo reía sin parar, no solo por su comportamiento, sino también por el de Mari, que seguía boquiabierta sin poder creer lo que acababa de oír. Cogí mi cuchara y la rellené de helado. La metí en su boca y sonrió.

-Es que está muy bueno…

-Espera, vamos a ver, analicemos. -dijo Mari con la voz temblando. Juntó sus manos y empezó a moverlas. Intentaba decir algo por sus movimientos de boca, pero no lograba articular palabra. -Vamos a ver… -repitió.

-¿Quieres probar el mío? -me preguntó Malú, yo asentí con la cabeza y me dio a probar de su helado.

-Riquísimo. -sonreí. -como tú. -Ella soltó una risilla. Me entraron ganas de besarla.

-Qué fuerte… qué fuerte. -balbuceaba Mari. Creo que no se estaba dando cuenta de que lo decía en voz alta. Ella y yo seguíamos con el tonteo del postre ajenas a la cordobesa. -¿¡QUERÉIS ECHARME CUENTA!? -mi chica y yo volvimos la cara sorprendidas. Al fin reaccionó. Nos incorporamos en los asientos y nos decidimos a escuchar. -No sé por dónde empezar… a ver… cálmate. -imposible que no se nos escapara una risa. Ella seguía muy seria. Aún no lo había asimilado. -a ver, ¿soy la mánager de la novia de Malú?  

-Pues sí. -contesté. -básicamente. Sin sentido alguno, comenzó a iluminarse lentamente una sonrisa en su cara. Parecía feliz de aquello. Se sentía orgullosa, podía notarlo.

-¿Esto no lo sabe nadie? -no era tonta, ni mucho menos.

-Algunas personas. -intervino Malú.

-Puntuales. -añadí. Ante esto, cerró una cremallera imaginaria en sus labios. Sonreímos por ese gesto. -¿Algo más?

-Si queréis contarme vuestra historia… seré todo oídos.

-¿Y si no queremos? -me encantaba cuando la artista se hacía la borde y luego se reía, dándonos cuenta de que era una broma. Pasamos la tarde en aquel restaurante, si se le podía llamar así, contándole a Mari todo. Ahora estaría mucho más cómoda con ella, prácticamente lo sabía todo. Me daría confianza. Quisiera o no, tenía que pasar mucho tiempo con mi mánager, y qué mejor que llevarnos así de bien.

-Si me lo has contado es porque confías en mí… -cayó en la cuenta ella sola. -Gracias, es importante que lo hagas. -no se me ocurrió otra cosa que responderle con una gran sonrisa.

-Oye. -la llamó Malú, cogiéndola del brazo. -¿puedo proponerte algo, representante de Marina?

-Lo que quieras, hija de Pepe de Lucía. -rió ella. Esas contestaciones de Mari eran únicas. Ese desparpajo me encantaba.

-¿Puedo invitarla a cantar conmigo en algún concierto? -me miró de reojo mientras se lo proponía. Yo desvié mi mirada a María. Las dos asentimos sonrientes una y otra vez. -Guay. -dijo satisfecha. -Se me ha ocurrido que podrías venir al de Madrid.

-¿Yo? ¿En el Palacio de los Deportes? Je je je je. -reí de esa estúpida forma, respirando fuerte en cada JE. Era un JE irónico, muerto de miedo. Comencé a girarme y me iba a levantar, cuando Malú me tiró de la manga, colocándome en mi sitio de nuevo.

-Sería una gran oportunidad para promocionar el disco. -opinó Mari.

-No lo dudo. -solté. -pero…

-¡PERO NADA! -chilló Malú, para mi sorpresa. No me lo esperaba. -Vienes y punto. -dio un golpe en la mesa. -Soy tu productora, ¿qué mejor forma de hacerte publicidad?

-¡ES MALÚ! -oímos un grito que venía no de muy lejos. Una avalancha de gente se formó de golpe y venía hacia nosotros. Nos levantamos agitadamente de la mesa y recogimos el chaquetón de la silla a toda velocidad, la mía se calló del tirón que le metí y salimos corriendo.

EL MAYOR DESAFÍO DE LA VIDA ES VIVIRWhere stories live. Discover now