Llegué al piso y vi sobre el felpudo de mi casa a Pablo López mirando al suelo y con una bolsa de pasteles en la mano, y en la otra una rosa roja preciosa. Le ayudé a levantarse y me miró entristecido.
-Será mejor que me vaya. -dijo mirándome los zapatos.
-No, quédate y repasamos la canción. -le sonreí, dándole una palmada en la espalda. No parecía muy convencido. -¿Dónde está el entusiasmo y romanticismo que tenías por teléfono?
-Se ha caído por las escaleras. -señaló a éstas. Abrí la puerta y escuché cómo Li corría. Probablemente se estaba escondiendo. Yo me reí por dentro. Qué dos. Nos sentamos en el sofá. Fui a buscar la guitarra y los borradores que teníamos. Pablo no paraba de mirar al pasillo. Estaba totalmente distraído pensando, seguramente, en su Lidia. Chasqueé los dedos para atraer su atención. Sacudió la cabeza y exclamó: ¡QUÉ!
-¿Dónde estás?
-Perdona, ¿la cantamos? -a lo largo de la mañana, el compositor y yo estuvimos corrigiendo algunos versos y perfeccionando los acordes y ritmos. Metiéndole otros nuevos y haciéndola perfecta.
-Qué bonita. -apreció diciendo esas palabras, tímidamente, mi compañera de piso. Estaba algo roja y sonreía plenamente. Giré la cabeza hacia López. Vi que tragó saliva y cómo miraba a mi mejor amiga. Estaba claro que había tema del que quema. -Me voy a trabajar. -dijo sonriente, evitando la mirada del malagueño.
-Bonita ella. -soltó cuando oyó encajar la puerta. Me eché a reír. -¿Qué me está pasando? Ay dios.
-¿Amor?
-Puede. -se encogió de hombros y continuamos con el tema.
A eso de las dos de la tarde, Pablo me dijo que debía irse, pues tenía reunión con su mánager. Lo acompañé hasta la puerta y justo cuando iba a girar el pomo, la puerta se abrió, dándole justo en la nariz al pobre chico.
-¡Ostia! -nada más decirlo, Li se tapó la boca. Los ojos se le inundaron de lágrimas. Un golpe en la nariz, es un golpe en la nariz.
-¿Por qué abres tan brusco? -le pregunté en tono de enfadada.
-Joder, lo siento. -se disculpó, apoyando su mano en el hombro izquierdo del cantante.
-Ha merecido la pena. -sonrió con los ojos llorosos. -he podido tenerte cerca sin que me grites. -Me quedé totalmente petrificada, al igual que Li. -Y he sentido tu piel en mi piel.
-¡Dale un beso, joder! -grité en mi mente. Lidia estaba sonriente mirándole. Estuve a punto de empujarla. No hizo nada. Pablo me sonrió y chocó los cinco.
-Hora de irse. Hasta pronto. -cerró la puerta él mismo y se largó. Mi compañera de piso y yo nos quedamos mirándonos un rato. Sabía que le estaba echando la bronca telepáticamente. Bajó la cabeza y pasó a la cocina para hacer la comida.
-¿Por qué te complicas tanto? El amor es sencillo. -dije apoyándome en el marco que separaba la entradita de la cocina.
-¿Qué amor? -preguntó mientras se disponía a recogerse el pelo con la gomilla negra que siempre llevaba en la muñeca. Incliné la cara y torcí la sonrisa.
-Eres un caso. -reí.
Esa tarde había quedado con Mari para que fuésemos a una entrevista. Pasó a recogerme en su pequeño pero acogedor coche. Era un mini rojo que no pegaba nada con su estilo desaliñado de cuarentona.
-¡Hola! -exclamé ilusionada, entrando en el automóvil.
-Qué bien te veo. -sonrió. Llevaba, una vez más, aquel moño despeinado, aunque ahora se había maquillado.
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EL MAYOR DESAFÍO DE LA VIDA ES VIVIR
FanfictionEl mayor desafío de la vida es vivir, narra la historia en primera persona de Marina, una chica de 25 años que se gana la vida en el bar de los tíos de su novia. Escapó de casa huyendo del maltrato por parte de sus padres y buscó una nueva vida en M...