27. HACES LLOVER

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Decían que Sevilla tenía un color especial y en nada se equivocaban. Nada más abrieron la puerta del avión pude notar esa magia. Corría una brisa fría, pero que nada tenía que ver con el frío polar de la capital. Malú ya se había puesto las gafas de sol y la gorra, supuso que el aeropuerto a estas horas estaría lleno de gente.

De poco sirvió el improvisado disfraz, nada más salir por la puerta una chica pegó un grito.

-¡MALÚ! -dio varios zapatazos con las manos en la cabeza, me recordaba a Vanesa cuando íbamos a las firmas de discos. Yo era bastante tranquila, reservaba mis nervios por dentro. Reí. -¿Te importa una foto? -le preguntó. Ella no dudó en quitarse las lentes oscuras y poner su mejor sonrisa. Le cogí la cámara y le hice la foto.

-Ah, muchas gracias. Me suena mucho tu cara pero no sé de qué... fíjate tú. -comentó mientras se alejaba.

-Puede que sea porque es la ganadora de La Voz. -dejó Malú en el aire.

-No te preocupes, cariño. -le dije, empujándola de la cintura hacia delante.

Subimos a un taxi que nos llevó hasta el hotel Al-Andalus.

-La de veces que he venido a este hotel. -dijo mientras cruzábamos la puerta giratoria en la que me quedé dando vueltas como una idiota. -¡Marina! -se echó a reír desde la recepción, había pasado.

-Que no puedo salir... -bromeé con voz de niña pequeña. Ella se metió junto a mí y exclamó... ¡AHORA! y dándome un tirón de la manga, me llevó hasta el interior del edificio. Entre risas y arrastrando la maletas, nos acercamos a la recepción. Mientras se encargaba del papeleo me dediqué a observar cada rincón de aquel encantador lugar.  Una hermosa lámpara en forma de rosa iluminaba la entrada. Bajo su luz, unos aparentemente cómodos sillones formaban un círculo, rellenado de una madera de distinto color que el resto del suelo. Era un lugar magnífico.

-¿Te gusta? -me sorprendió en mi oreja.

-Me encanta. -sonreí. Subimos por el lujoso ascensor hasta la planta cuarta, donde teníamos la habitación.

-Mira el número de la puerta. -me pidió, mientras pasaba la "tarjeta llave".

-418. -leí en voz alta.

-18. -me besó en la mejilla. Qué detallista, 18 era el día en el que empezamos a salir. Volví a enamorarme. Se encendieron las luces y eché un vistazo. El baño era más grande de lo que imaginaba. Las paredes eran de un mármol oscuro precioso, los muebles y utensilios en blanco y plata y la puerta era de madera y corredera, para ahorrar espacio.

Después de un corto pasillo, se encontraba la enorme cama, bien decorada y con unas lámparas a ambos laterales de lo más modernas. A la derecha había otra puerta corredera, que tras abrirla descubrí un pequeño salón con dos sofás y un escritorio. Malú me abrazó por detrás y pegó su cabeza a mi espalda. No dijo nada, nos quedamos un rato así, acaricié sus manos, que envolvían mi cintura.

-¿Has pensado algo? -le pregunté al cabo de un tiempo.

-Improvisación. -rió con su boca pegada en mi dorso. -Podemos ir a ver a mi Gran Poder.

-¿Tu Gran Poder? Tu gran poder está en la sonrisa y ya la tengo aquí.

-Tonta qué eres. -rió.-es un Cristo. ¿No te suena?

-Soy creyente, pero estoy muy alejada de la iglesia...

-Pero si es mega famoso. -Dejó de abrazarme y me puse frente a ella.

-No te digo que no, pero yo no le echo mucha cuenta a esas cosas, ¿sabes?

-Ah, vale. Bueno, podemos ir a...

EL MAYOR DESAFÍO DE LA VIDA ES VIVIRWhere stories live. Discover now