capítulo 15

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— Es tiempo de que te marches—dice de repente. Luce asustada.

— ¿Qué? ¿por qué?—cuestiono un poco irritada.

Ella se levanta de su puesto, camina hacia a mí y me lleva hasta la puerta.

— ¡Espere!—insisto.

— ¡Debes irte!—grita ella, está al borde del pánico.

Prácticamente me empuja hasta que yo quedo afuera. Las calles casi solas, uno que otro taxi se ve. El barrio este no me da muy buena espina, así que decido subir al carro. Aseguro las puertas y me recuesto en el volante. Enciendo el auto y arranco. Todo un camino que es casi rural, que me lleva hasta la parte de atrás del palacio rápidamente. Diviso el palacio. El auto se desnivela bruscamente como si las llantas se hubieran apolillado. La bolsa de aire se dispara dándome en toda la cara. El silencio que se escucha es aterrador. Recupero mis sentidos y mi corazón empieza a latir fuerte, esta vaina no es buena. Miro hacia todas partes, todo está solo. No me atrevo a bajarme por miedo... creo que no tengo la tenacidad que alegó Zayn hace algunas horas, no soy fuerte. Un ruido blanco se escucha en la parte de atrás, alguien le ha dado una palmada al vidrio. Una punzada ataca mi pecho. Trato de respirar pausadamente y asimilar todo.

Finalmente tengo que enfrentar lo que sea que este afuera o a quien quiera que sea. Algo dentro de mí me dice que no me baje del auto, que solo arranque y deje todo atrás. El palacio está cerca... solo a unos cuantos metros, pero claramente me han hecho una emboscada. Abro la puerta y pongo el pie izquierdo en el suelo, lentamente el derecho y así hasta que lo único que me protege es la puerta del carro.

— Esto ya no es divertido—digo— de hecho nunca lo fue...

¿Qué carajos estoy diciendo?

— Pues para mi si lo es—responden.

Un escalofrió recorre mi cuerpo hasta que llega mi nuca. La punzada que me alerta de las cosas malas se hace presente. Quedo sin habla, las palabras no me salen. De las sombras sale un hombre vestido de negro. Poco a poco deja ver su torso hasta llegar a su rostro... es una carabela, tapo mi poca y la respiración se me hace aún más difícil, unas cuanta lagrimas resbalan de mis ojos, estoy paralizada.

— No te preocupes, que el verdadero fantasma no soy yo—ríe.

Se acerca más y más, las luces del carro aclaran: no es una carabela para mi alivio. Son tatuajes aparentemente.

— ¿por qué se te hace raro verme?—pregunta. No pienso responderle, no puedo, estoy muerta del miedo.

Se posa frente a mí, le sostengo la mirada, él sabe que estoy muriéndome del miedo, pero debo intentar se fuerte, tengo que salir de aquí, como no sé.

— ¿el rey te ha cortado la lengua como a todo el que se atreve a desafiarle?—ríe— o no espera ¿eres la más sumisa de su harem de mujeres? Tiene que ser eso.

Mi pecho sube y baja, unas gotas de sudor resbalan por mi espalda. Tengo un nudo en la garganta, de esos en los que no puedes decir una palabra porque sabes que vas a llorar.

— Que modales tengo bomboncito—alza sus cejas y sonríe dejando ver sus dientes— tu esposo el rey ha tenido que hablar de mí en muchas ocasiones, soy como un maldito dolor en el trasero para él. Un gusto en conocerte, soy Abbas.

Da unos pasos más y nuestros rostros quedan a centímetros de distancia, puedo sentir la presión. Me mira de pies y a cabeza, sonríe y niega con la cabeza.

El rey árabe [Z.M.]Where stories live. Discover now